TEATRO
«A cielo abierto»: combate de amor, combate de ideas
José María Pou dirige y protagoniza, junto a Nathalie Poza, esta obra de David Hare
JULIO BRAVO
Cuatro años después de haber roto su relación de forma traumática, Tom Sergeant acude a casa de Kyra Hollis. A pesar de sus diferencias de edad y sociales (él, treinta años mayor, es un millonario conservador, mientras que ella es una maestra con inquietudes sociales). ... estuvieron muy enamorados. La mujer de Tom, el principal impedimento para su relación, ha muerto y Tom quiere reanudarla. Comenzará entonces una larga conversación que es la base de «A cielo abierto» («Skyline»), la obra de David Hare que se estrena en el teatro Español, dirigida por José María Pou, que también la interpreta junto a Nathalie Poza y Sergi Torrecilla.
Lo que más le llama la atención a Pou de la función es cómo el autor consigue que «a partir de lo más particular y lo más íntimo de dos personas se puede llegar a generalizar y a hablar de la sociedad. Yo eso no lo he visto en ninguna otra función. Es una historia de amor y desamor, y al mismo tiempo que estás viendo lo que les ocurre a esas dos personas –el dolor, la alegría...– estás viendo, sin necesidad de ningún ejercicio intelectual, lo que está pasando en la sociedad de este país. No son símbolos, no estamos hablando de teatro político o mitinero, pero lo que dicen es aplicable a la sociedad en cuanto a colectivo, en cuanto a posicionamiento político».
Emocional
A lo largo de esa noche que el espectador observa con pudor, se produce un combate, a veces violento, en que las ideas se se agitan con el amor, aunque son como el agua y el aceite. «Es una función que apela a lo emocional –dice Nathalie Poza– y no solo a lo racional;si no, sería política de manual, un mitin o un panfleto. En esta pareja hay dos mundos dolorosamente irreconciliables, como dolorosamente irreconciliable es la sociedad en la que vivimos. Lo vemos hoy en día, con esa violencia de los opuestos. El sueño más profundo de Kyra, mi personaje, sería poder conciliar el amor que encontró con la vida que ha encontrado y que es la que quiere vivir».
Amor e ideas. Ese es el debate. Un debate en el que hay pasión;«el conflicto que los atrapa –dice Pou–es pasional. Los dos se quieren muchísimo. El amor está siempre presente; un amor que conlleva sufrimiento y dolor porque lo que impide la asunción de ese amor es precisamente esa confrontación de ideas, esos dos conceptos distintos del mundo».
Si hubiera que reducir a una las preguntas que se plantea la función, sería: ¿Puede un hombre de derechas convivir con una mujer de izquierdas? «No», se responde tajante Nathalie Poza. «De entrada –interviene Pou– diríamos que sí, que uno cosa son las ideas y otra el amor; pero la función viene a decir que no, que es imposible. Que el amor está íntimamente ligado no ya a las ideas políticas, sino al concepto que uno tiene de la sociedad en que vive y cuál ha de ser su compromiso con ella. Y que si los dos no tienen el mismo concepto, si son radicalmente opuestos como lo son Tom y Kyra, eso se carga el amor».
Regreso
José María Pou ya puso en pie esta función en 2003; entonces solo estuvo en Cataluña. El año pasado lo repuso en Barcelona y, ahora sí, ha podido traerlo a Madrid, al teatro Español, del que falta desde hace casi treinta años (para Nathalie Poza es su debut en este escenario, algo que era su gran ilusión). «El primer teatro que yo pisé de forma profesional fue el Español -cuenta Pou desde un salón del coliseo-. Debuté aquí en una fecha histórica, en el estreno de "Marat Sade", dirigido por Marsillach, con la plaza de Santa Ana llena de tanquetas de policía y un ambiente de preguerra horroroso. Era en octubre de 1968, y ese montaje marcó un antes y un después de la vida teatral de este país. Tuve la suerte de vivir aquel proceso y aquellas únicas tres funciones, con la policía metida por los camerinos y la función interrumpida por el lanzamiento de octavillas. Luego, la única función que yo he hecho en el Español de largo período y con éxito fue «El galán fantasma», en marzo de 1981. Curiosamente, el 23-F, el día del golpe de Estado, yo había quedado aquí, en el Español, con José Luis para que me diera el texto, porque empezábamos a ensayar en un par de días. Yo vine cuando ya había estallado todo, y José Luis Alonso y yo nos fuimos, lógicamente, a las Cortes. Estuvimos allí hasta las once de la noche, y fui testigo directo de aquellas primeras horas. Hasta entonces no tenía sensación de que aquello fuera tan grave. Al irme a casa (yo vivía en Plaza de España) y ver las calles desiertas me di cuenta de que algo grave pasaba, y no dormí en toda la noche. Desde entonces, no había vuelto salvo unos días, con Flotats, que hizo "Lorenzaccio" y "El misántropo", pero yo solo trabajaba en «El misántropo». Eso debía ser en 1988 o 1989. Desde entonces no había vuelto».
«A cielo abierto»: combate de amor, combate de ideas
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