«La verbena de La Paloma» sube al andamio

La producción, que se estrenó en Berlín hace más de una década, se pudo ver también el San Lorenzo de El Escorial en el verano de 2006. La directora ha planteado un montaje muy singular, donde Julián, el cajista, se convierte en repartidor del butano ; la tía Antonia cambia de sexo, y ahora es un peluquero, el tío Antonio, y Don Hilarión es un farmacéutico joven, nuevo rico y hortera aficionado al golf. Por eso ha llamado a su espectáculo «Noche de verano en la verbena de La Paloma».

«Mucho más que recrear una pieza de museo del Madrid de entonces -dice Marina Bollaín-, lo interesante para mí ha sido tratar de recuperar su carácter actual, buscar qué queda de entonces, qué se ha mantenido y cómo ha evolucionado. Es sorprendente llegar a la conclusión de que la esencia de La Verbena de la Paloma no ha perdido su vigencia y que no hace falta mucho para actualizar una obra que no pasa de moda: el amor, los celos y la fiesta son tan actuales hoy como hace cien años».

Marina Bollaín sitúa la acción en una andamiada , una suerte de 13, rúe del Percebe por la que discurre la historia de Julián, Susana, Don Hilarión, Doña Rita, Casta, Don Sebastián y Doña Antonia (aquí Don Antonio), en la noche de un caluroso 14 de agosto en Madrid. «El montaje, mejor o peor según gustos, no es agresivo ni ridiculiza la zarzuela -sigue Bollaín-. Todo lo contrario. Respeta hasta la última nota de la partitura e introduce elementos nuevos siempre tratando de mantener el espíritu original».