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Una vez rutero, siempre rutero

Nadie que haya pasado por esta aventura quiere desengancharse de ella

Lorenzo, uno de los ruteros ABC

Lucía Rodríguez de Lillo

La Ruta BBVA (@RutaBBVA) engancha. Es una experiencia que no se olvida . Por eso, muchos antiguos ruteros buscan la manera de seguir vinculados como monitores, profesores... Para los expedicionarios de este año, era una aspiración. En el caso de algunos, hasta una «herencia» familiar.

La madrileña Marina de Castro participó en la expedición de 2005: «Fue el viaje de mi vida» . Hasta entonces, siempre se había relacionado con personas parecidas a ella. «De repente ves que puedes conectar de una manera en la que no lo has hecho nunca con una chica del otro lado del planeta que no tiene absolutamente nada que ver contigo», explica.

Siempre quiso volver, pero fueron pasando los años, llegaron las obligaciones laborales (es abogada) y al mirar la página web se daba cuenta de que no tenía los cursos exigidos para ser monitora . «Lo di un poco por perdido», confiesa.

«Hace como tres años se murió la que fue mi monitora. Mandó un correo electrónico a todo el grupo como dos meses antes diciendo que cumpliésemos todos nuestros sueños, que no había nada imposible , que lo intentásemos, que nos esforzásemos», explica. Y se puso a ello. Planificó sus vacaciones para adquirir la formación necesaria (titulación de socorrista acuático y terrestre, por ejemplo). Después llegaron las pruebas físicas y un «subidón» con cada una que pasaba. «Al final, los nervios eran infinitos», confiesa.

Cuando se anunciaron los resultados regresaba de Cáceres en coche tras un juicio. «Llegó un momento en el el teléfono se puso eso a vibrar y tuve que parar en un bar de carretera para mirarlo. Y aquí estoy. Sí, aquí estoy, aquí estoy», dice con orgullo.

Miguel Basagoiti está viviendo su cuarta Ruta. La primera fue en 2002, como expedicionario. «Siempre quieres seguir ligado» , explica, aunque no siempre es posible. En 2013 y 2014 volvió como monitor. Ése debería haber sido el fin de su ciclo, ya que en ese puesto sólo pueden estar dos años, pero recibió la llamada de Jesús Luna , jefe del campamento, preguntándole si le interesaba regresar, esta vez como ayudante de material. Y no dudó: «No tuve nada que pensar. Fue un sí rotundo ».

Coro de ruteros ABC

Casos similares son los de Borja Morera y Javier González . Para Borja es su séptimo año. Empezó como rutero en 2007 y desde 2010 es responsable del aula de música y director del coro y la orquesta de la Ruta. La primera vez que participó como profesor tenía 20 años y se sentía más cercano a los expedicionarios que al resto del equipo. Su relación con los chicos es diferente: «No soy su monitor, no tengo que ir detrás de ellos con la lista de normas. Eso me permite hablarles de forma directa. Me puedo acercar a sus problemas y necesidades . Considero que las entiendo por haber sido rutero».

Javier, uno de los médicos de esta Ruta, también es un veterano. Su primera expedición fue en 1994. En 2009 hizo las pruebas, pero finalmente no le cogieron porque era mayor de 30 años. Sin embargo, le comentaron que su perfil era perfecto para incorporarse como sanitario. Y así ocurrió en 2010. Desde entonces, excepto en 2015, se ocupa del bienestar físico de los chicos .

A veces, la Ruta la llevan en la sangre incluso quienes aún no habían participado en ella, como el barcelonés Lorenzo Ortí . Para él es casi una tradición familiar.

Su madre fue expedicionaria en el viaje inaugural, que recorrió Bolivia, Perú y Brasil en 1979 , y siempre quiso que sus hijos participaran en la Ruta, les inculcó su pasión por ella. De los 10 hermanos Ortí, tres además de él han sido expedicionarios (en 2006, 2007 y 2008) y uno más, monitor en 2010. Otros lo intentaron, pero no lo consiguieron. La benjamina, que tiene 15 años, está esperando su turno.

Con semejante tradición en casa, no sorprende que Lorenzo, que es el penúltimo, quisiera convertirse en rutero: «Siempre he tenido ilusión por venir». Se presentó en 2014 y 2015 sin suerte. Pero se elevó la edad de admisión , pasando a ser de 18 y 19 años, con lo que Ortí tuvo una segunda oportunidad. Le abrieron las puertas una composición musical y un proyecto de emprendimiento de temática medioambiental sobre la reutilización de residuos vegetales como fuente de energía.

De momento, la experiencia no le está defraudando. Al contrario. Cada día le sorprende algo . Disfruta conviviendo con chicos de Latinoamérica y otras zonas de España y visitando México, país que no conocía. Para él, « la Ruta es como una mini vida dentro de la realidad que vivimos», una experiencia que, a pesar de la retirada del BBVA como patrocinador, cree que debería continuar: «Nos hace ver que los de España tenemos muchos puntos en común con Latinoamérica y al revés. Es algo que hay que potenciar. Tenemos que darnos cuenta de que realmente somos la misma cultura ».

La madre de Lorenzo hizo la primera ruta. Quizás él esté formando parte de la última.

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