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Rocío Márquez: «No quiero agachar la cabeza por no haber pasado hambre»

La cantaora ofrecerá el 4 de mayo un concierto en el Auditorio Nacional en el actuarán como invitados Carmen Linares y Kiko Veneno

Rocío Márquez, durante la entrevista con ABC Ignacio Gil
Julio Bravo

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Cuando posa ante la cámara de Ignacio Gil, Rocío Márquez lo hace con melancolía, como si interpretara un personaje. Pero esta cantaora onubense, una de las más luminosas figuras del flamenco actual, es habitualmente un cascabel, que suena a través de sus encendidos ojos claros. Con una sonrisa por bulerías habla del concierto que el 4 de mayo ofrecerá en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional , dentro del ciclo «Andalucía Flamenca»; «Cantes de luz» es su título, y en él contará con dos invitados de lujo: Carmen Linares y Kiko Veneno , dos de sus referentes.

¿Se prepara de manera distinta un concierto para un escenario como el Auditorio Nacional?

Quizás se prevé un poco más. Yo suelo dejar prácticamente abiertos los recitales que ofrezco en lugares más pequeños; sé con quién voy, pero según el sitio y el ambiente así, sobre la marcha, se termina de definir el repertorio. En un lugar que impone tantísimo, dejas más limitado el espacio para la improvisación. Pero en todo lo demás todos los conciertos son parecidos, porque dependen del ambiente, de como tú te sientas... Eso es lo más bonito y lo más mágico que me permite un repertorio tradicional, como va a ser el del día 4.

Tener a Carmen y a Kiko...

Es un lujo y demuestra su generosidad. Estar con ellos es un regalito de la vida y tiene un punto de sueño cumplido, porque sus discos los he rayado de tanto escucharlos. De alguna manera, significan la evolución que ha tenido mi carrera. Carmen me transmite tener los cimientos en lo clásico y lo tradicional –sobre todo en su disco «Antología de la mujer»–, y Kiko supone la apertura y la libertad. Estar con ellos es conectar conmigo mismo y el momento que estoy sintiendo ahora.

¿Tienen los artistas flamencos que seguir, de algún modo, pidiendo perdón o permiso por actuar en lugares como el Auditorio?

«Me merece el mismo respeto actuar en una peña o un tablao que en el Auditorio Nacional»

Afortunadamente, que el flamenco esté en teatros y auditorios como éste es una realidad, no es una «joven promesa». Pero sí sigue estando fuera de contexto para una parte del público. De todos modos se ha demostrado que el flamenco aporta, y no resta, a este tipo de programaciones. Y no va a dejar de estar en tablaos, en peñas, en festivales flamencos... A los artistas, estar en estos escenarios nos permite redescubrirnos y que nos escuche gente que en otro lugar no lo haría. Pero aunque señale la fecha con rojo, me merece el mismo respeto una peña o un tablao que el Auditorio Nacional.

¿De algún modo le reafirma?

Para mí es como un premio. Y cuando recibes este tipo de regalos, parece que el cuerpo se queda más en calma. Nuestras carreras tienen un punto muy inquietante, y cosas como estas sirven para tranquilizarnos. Aunque nuestro objetivo no puede ser únicamente la aceptación externa, hay que buscar el equilibrio con hacer aquello en lo que crees.

¿Es usted ahora feliz como artista?

Rocío Márquez Ignacio Gil

Mucho. Soy una afortunada, poder presentar espectáculos muy distintos, tener un pie en lo tradicional y otro en propuestas más abiertas es lo que me enriquece como artista y lo que da sentido a mi carrera. En mi caso, lo contario sería como poner el piloto automático, como darle al «play», y eso es peligroso, porque deja de hacerse arte.

¿Y sus conciertos «tradicionales» son verdaderamente tradicionales?

Probablemente, para los «puristas» no. Un «mairenista» seguramente diga que lo que yo hago no es puro. Para mí sí lo es: los palos y la mayoría de las letras son tradicionales, también el acompañamiento. Es una cuestión de gustos estéticos y de entornos.

¿Qué momento cree que vive el flamenco?

«Creo que el flamenco está pasando un momento de mucha salud, porque hay una gran variedad, hay líneas muy distintas»

Maravilloso; no sé si es que soy muy positiva, pero creo que el flamenco está pasando un momento de mucha salud, porque hay una gran variedad, hay líneas muy distintas. A alguno le puede causar miedo, pero yo creo que eso hace más grande al flamenco, y multiplica la posibilidad de llegar a otros tipos de público. Lo tradicional va a estar siempre, porque es nuestra la lengua materna, pero hay una puerta abierta –que en el cante nos dejó el maestro Enrique Morente– que nos ofrece nuevas posibilidades.

¿Se puede decir que se han quitado los complejos?

Con complejos no se puede hacer arte. Otra cosa es el miedo, que lo tenemos todos. Pero los complejos suponen negarse lo que uno es. Mi visión del flamenco es el resultado de mi experiencia de vida, y es tan importante respetar el flamenco tradicional como esta visión. Todo es compatible, y cuanto más conecta uno consigo mismo más conecta con el arte que se venera. Yo no quiero agachar la cabeza por haber tenido la posibilidad de estudiar, porque eso influye también en mi manera de cantar, o por no haber pasado hambre ni haber vivido una guerra. Son circunstancias diferentes a las que han vivido otros artistas en el flamenco.

Antes el flamenco, como otras músicas, estaba aislado. Hoy usted puede escuchar a miles de artistas y estilos distintos.

«No quiero agachar la cabeza por haber tenido la posibilidad de estudiar, o por no haber pasado hambre ni haber vivido una guerra»

No podemos negar la globalización. En casa no solo escuchamos flamenco, sino muchas otras cosas. No podemos actuar como si eso no existiera. Probablemente habrá artistas que no lo sienten así, y su cante será diferente. Pero eso es lo bonito, que dentro de una misma generación tengamos modelos distintos, porque hay maneras de vivir y circunstancias de vida muy diferentes. Y nadie ha de acomplejarse por nada. De todo el mundo se puede aprender.

Hace poco presentó su tesis doctoral, «La técnica vocal en el flamenco». ¿Conviene estudiar canto para cantar flamenco?

Hay mucha gente que ha estudiado y no ha tenido una carrera interesante, y al contrario. No hay una única norma. Mi conclusión es que los artistas funcionan cuando son auténticos; ese es para mí el concepto de la pureza. Y se es auténtico cuando se da lo que uno tiene. Nada es mejor que nada, no hay una forma de cantar mejor que la otra; hay tantas formas como personas. Lo que sí creo es que estudiar canto es un camino y una oportunidad más para los flamencos, y muchos de mi generación lo ven así y conforme con su forma de vida. Para mi manera de cantar, por ejemplo, es imprescindible la parte técnica, y me cuido mucho; no trasnocho, jamás tomo hielo ni helado antes de las actuaciones. Huyo del frío, del humo y de los ambientes ruidosos. Pero otros flamencos opinan y actúan de manera opuesta, y ninguno está en posesión de la verdad absoluta.

Paco de Lucía decía que el secreto de Camarón era su afinación. ¿Tan importante resulta?

Camarón tenía efectivamente una afinación perfecta. Su precisión me pone los pelos de punta. Pero es lo mismo que con la técnica vocal. Para Camarón la afinación era uno de sus puntos fuertes y otros artistas, sin tener esa virtud, como por ejemplo Agujetas, te emocionan de la misma manera. El flamenco es un arte que te permite no ponerle tanta atención a aspectos que en otro género serían imprescindibles. Lo que en otros géneros es un defecto en el flamenco puede ser una virtud: lo imprescindible siempre es la emoción.

La emoción tiene distintas vías en todos los géneros, es verdad...

Pero eso ocurre en toda la música. Artur Rubinstein, uno de los grandes pianistas del siglo XX, no tenía reparo en reconocer que él fallaba muchas notas...

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