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Miguel Ríos bailó hasta la música del telediario

De la mano de Waldo de los Ríos, el cantante granadino emprendió una extravagante carrera sinfónica que lo llevó a cantar la sintonía de Eurovisión

Miguel Ríos, en la portada alemana de «United» ABC

Jesús Lillo

Todo empezó como «una idea ambiciosa y a la vez sencilla: llevar de nuevo al pueblo lo que vino del pueblo , pero a través de una versión audaz y a la vez respetuosa». «Lo que importa es el arte», resumía y remataba la compañía Hispavox para presentar la abracadabrante adaptación del cuarto movimiento de la Novena sinfonía de Beethoven (en re menor, Op. 125, con todos sus avíos) que en 1969 se marcó Miguel Ríos con la inestimable ayuda de Waldo de los Ríos y Rafael Trabucchelli , un pepinazo que como un terremoto se sintió en casi toda Europa unos años antes de que Herbert von Karajan adaptase la pieza para que la entonces Comunidad Económica Europea tuviera su propio himno. No. El himno de la UE no es el que ponen los martes en los partidos de la Champions . A Hispavox le daba igual que Friedrich Schiller , autor de la letra original, levantara la cabeza. Con «Lo que importa es el arte», la discográfica española se liaba la manta a la cabeza y componía un aserto promocional con el que legitimar, muy protopunk, cualquier cosa.

A Miguel Ríos, perro viejo, todavía le quedaba carrete, incluso para apuntarse a una Movida que pudo apadrinar con «Extraños en el escaparate» (1981) y a la que luego derrotó comercialmente con su (1982). A finales de los años sesenta, sin embargo, el rockero andaluz estaba bastante perdido y probó suerte con el maestro Waldo de los Ríos , que, mucho antes de que Luis Cobos decidiera meterle un chimpún a la primera partitura que cayera en sus manos, se dedicaba a adaptar piezas más o menos clásicas del repertorio español. Como «lo que importa es el arte», Beethoven no se quedó a salvo de la ambiciosa campaña de reciclaje y puesta al día que llevó a cabo el músico argentino, y por ahí pasaba Miguel Ríos, que por entonces no sabía si buscar criada o ponerse a servir y que, antes de apostar por el rock progresivo y conceptual, se puso a cantar por Schiller. Además de la cama, Hispavox aportaba al casamiento el sonido Torrelaguna , obra de Trabucchelli .

De Beethoven, Miguel Ríos no tardó en pasar a Dvorak y al maestro Tárrega

Lo malo no fue lo del «Himno de la alegría» («A Song For Joy» o «Inno All'Allegria» en sus versiones internacionales, muy exitosas), sino lo que vino después. Como tonto no era, Miguel Ríos decidió sacarle la pringue al hallazgo sinfónico y siguió adelante. En 1973 grabó nada menos que «Canción para un nuevo mundo» , basada en la «Sinfonía del Nuevo Mundo» de Dvorak, y tres años después lanzó «La blanca oscuridad» , realizada a partir de «Recuerdos de la Alhambra» de Tárrega, más contenida y electrónica que su incursión en el postromanticismo de Dvorak e igualmente osada. Entre medias, Ríos tocó techo con «United», desahogada versión vocal de la sintonía de Eurovisión. Si lo dejan, y sin quitarse la túnica, Miguel Ríos se graba la música del telediario.

Amor, libertad, etcétera

Pasado de rosca y fanfarrias, el himno elegido por la Unión Europea de Radiodifusión a mediados de la década de los cincuenta no es sino la introducción instrumental del «Te Deum» de Marc-Antoine Charpentier , compositor francés del siglo XVII cuya mayor gloria es ya televisiva. A esa pieza le hincó el diente Miguel Ríos en «United», canción en la que recuperaba el buenismo tardohippy de su «Himno a la alegría» para proclamar una unión «por el amor y la libertad» y en la que se acumulaban tópicos del género como el del sol que brilla, la felicidad, las puertas abiertas, la amistad, los caminos, los horizontes, el amor e incluso una estrella que guía a la humanidad. Amén.

Para actuar en la televisión alemana, Miguel Ríos se quitó ese mambo tan fresquito que lucía en la portada del single, pero se soltó el pelo bastante . Diez años iba a tardar el granadino en dejarse de amaneceres, ponerse a trasnochar y descubrir las posibilidades del underground en la obra de Xaime Noguerol , quien le inspiró su «Extraños en el escaparate». «Escaparatista,/ la mala movida/ debe terminar», cantaba entonces. Otro amén.

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