Hazte premium Hazte premium

Martirio: «He dejado de ganar mucho dinero por negarme a participar en programas de televisión»

La coplera celebra sus 30 años sobre los escenarios con un concierto en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, junto a invitados de la talla de Arcángel o el Niño de Elche

Israel Viana

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Desde que Maribel Quiñones (Huelva, 1954) se rebautizó como Martirio en 1986 para aquel transgresor debut en solitario, «Estoy mala», ha transitado un camino lleno de alegrías, pero también de tristezas. «Ha sido gratificante, hermoso, sorprendente y enriquecedor, aunque también he vivido muchos momentos de bajón, incomprensión, de verme sin medios y no saber cómo tirar hacia adelante», confiesa a ABC, luciendo su reciente Premio Nacional de las Músicas Actuales 2016 . Un galardón con el que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha querido reconocer «el coraje y la libertad con la que ha trabajado, llevando su actitud transgresora desde su imagen a su música». «Siempre he creído mucho en mi obra. Martirio ha tenido un lenguaje ético y estético bastante coherente durante estos 30 años sobre los escenarios», asegura.

Para celebrarlo, Martirio actuará este martes 7 de febrero en el Teatro de la Zarzuela con su habitual cuarteto ( Jesús Lavilla , al piano; Guillermo McGuill , a la batería; Negrón , al contrabajo, y su hijo Raúl Rodríguez Quiñones , a la guitarra), junto a invitados de la talla de Arcángel y la gran revelación del flamenco de los últimos tiempos, el Niño de Elche .

—Lo estético es evidente, a través de sus icónicas gafas de sol y sus llamativas peinetas, pero lo ético parece igual de importante para usted.

—Sí, sobre todo en lo que a libertad creativa y la necesidad de explorar nuevos sonidos se refiere. Nunca quise recorrer caminos trillados, ni siquiera por mí misma. En ese sentido, el saldo es absolutamente positivo. He tenido la vida que yo me habría dibujado.

—¿Ha pagado algún precio por desarrollar esa libertad creativa?

—He dejado de ganar mucho dinero por negarme a hacer ciertas cosas que no me dictaba el corazón o porque la intuición me decía que no debía hacerlas, como cantar algunas canciones, hacer ciertas colaboraciones o participar en programas de televisión. Lo que no veo, no lo hago, es un axioma. Antes me comía mucho la cabeza cuando decía que no a algo, pero ahora ya no.

—Sin haber sido nunca una artista estrictamente comercial, te conoce todo el mundo, independientemente de la edad.

—Eso sí que es un logro. La gente sabe que no me vendo, que no me he acomodado en ningún tipo de éxito y que siempre he tratado de aprender y abrir nuevos caminos. He ofrecido una imagen llena de fantasía e imaginación, y eso a la gente joven le gusta, por eso me junto también con ellos. Y por eso me han dado este premio de músicas actuales. Creo que, además, soy una persona bastante asequible y natural.

—¿Cree que ahora los músicos jóvenes arriesgan menos que antes?

—Creo que hace 30 años la cultura se protegía mucho más. Había más oportunidades para grabar un disco o dar a conocer tus canciones a través de los muchos programas de música que había en televisión, a por el tema de los impuestos. Yo no lo centraría en los músicos, hay mucho talento, pero una falta de apoyo total.

—¿Y qué artistas jóvenes le han sorprendido recientemente?

—El otro día actué con el Niño de Elche y cuando se puso a improvisar con la voz me quedé alucinada. Nunca he visto una cosa igual experimentando. Tiene un gran conocimiento y es muy versátil. Y estoy absolutamente fascinada con Silvia Pérez Cruz . Lo de esa mujer es de otro universo. Se pone a cantar y hace llorar a toda la audiencia.

—¿Es usted nostálgica?

—Me gusta mirar atrás, pero estoy muy satisfecha con mi evolución. Cuando era pequeña, las costumbres de mi madre y mi abuela apenas cambiaron, pero la transformación de las mujeres de mi generación ha sido espectacular.

—La suya en el plano estético fue importante. ¿Cómo se le ocurrió lo de la peineta y las gafas de sol?

—Construí un personaje para que confluyeran mis influencias musicales y estéticas. Uno que me permitiera, al mismo tiempo, ser yo misma y preservar mi intimidad, en el que volqué toda mi fantasía y sensualidad. Las gafas de sol conectan con el underground y la peineta con la tradición.... ¡mira, de esa manera no lo había explicado nunca!

—¿El personaje nunca eclipsó a la artista?

—Al principio la imagen fue tan impactante que mucha gente se quedaba con eso y no me escuchaba cantar.

—¿No le molestaba?

—Pues no, lo entendía. A mí me apetecía salir así y romper con la parte más conservadora, además de juntarme con los diseñadores, los aficionados a los cómics y la gente que le daba color a esa época. Para mí también era una osadía, pero sentía que lo tenía que hacer y lo disfrutaba.

—¿Nunca le cansó la etiqueta de «transgresora»?

—No, en absoluto. El premio me lo han dado por eso, así que te puedes imaginar.

—Demostró una clara voluntad de renovar el flamenco y la copla desde su primer disco. ¿Fue algo natural o premeditado?

—Yo venía de Jarcha, de musicar poemas e indagar en la música popular. Después pasé por Veneno, con Kiko Veneno y los hermanos Rafael y Raimundo Amador , donde aprendí muchas cosas del rock y el pop. Así que, con todas esas experiencias, intenté buscar mi propia voz, estética y lenguaje cuando empecé a trabajar en «Estoy mala». Todo por disfrutar, sin ningún tipo de marketing. Era una cosa fresca y espontánea.

—¿Cómo ha cambiado su relación con los escenarios y el directo desde su debut?

—El vértigo y los nervios no han cambiado nada, pero ahora siento que en el escenario soy más la esencia de mí misma, donde más sincera me siento. Por muchas gafas que lleve, lo que se ve es una radiografía perfecta de mí misma... ¡y eso me da una alegría de vivir enorme! Cuando terminó, soy la mujer más feliz del mundo.

—Parecer sincera en un escenario no es fácil hoy en día, con toda la pomposidad que se ve en los conciertos.

—No, pero para mí es como una depuración, una especie de ceremonia. La gente me dice ahora que en mis conciertos se harta de reír y llorar. Remover todas esas emociones es lo que debe ser el arte para mí. Con cierta capacidad teatral, puedo ser muchas mujeres encima del escenario, desde una niña pequeña, a una mujer muy liberada y valiente, hasta una persona apaleada. La gente capta esos personajes cada vez mejor. Esto, junto a la libertad, es el gran logro de mi carrera.

—¿Qué artistas le han conmovido más al colaborar con ellos?

—Muchos. Kiko Veneno, Chano Domínguez y mi hijo Raúl son, evidentemente, los tres puntales de mi carrera. Con Chavela he entrado en trance, Compay Segundo me ha transmitido una inmensa alegría de vivir, Lila Downs me ha arrastrado con su entereza para continuar con la tradición o Marta Valdés , una artista de hace cuarenta años que ahora es considerada moderna. Toda la gente con la que he colaborado es gente que admiro, hasta músicos muy distintos como Javier Ruibal , Javier Muguruza u Ojos de Brujo .

—¿Te has sentido atraída por estilos con los que, a priori, no se te asociaría?

—Me gusta todo. En mi un programa de radio pongo desde new folk americano, hasta cuplé, pasando por los nuevos experimentos flamencos. Quizá donde menos he investigado es en la música electrónica, y no porque no me interese, porque también he encontrado cosas que me gustan.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación