Hazte premium Hazte premium

Música

Julio de la Rosa: «El mundo del pop y el rock es bochornoso a todos los niveles»

El músico gaditano publica «Hoy se celebra todo», un disco que ha decidido no presentar en directo

Julio de la Rosa Helena Goch

NACHO SERRANO

La nueva casa de Julio de la Rosa está en el campo, donde ahora vive «muy a gusto» alejado del ruido, trabajando en lo que más le apasiona últimamente, las bandas sonoras («ahora mismo estoy con tres»), y ajeno al frívolo mundo del pop. Desde allí, desde la seguridad de su refugio verá crecer el que será su último disco por un tiempo, «Hoy se celebra todo» , publicado por sello gallego Ernie Records hace sólo unos días. El nuevo trabajo del que fuera líder de El Hombre Burbuja está bañado por ese espíritu poliédrico marca de la casa, pero en él además se cuelan mimbres del quehacer compositivo que viene mostrando al musicar películas como «Grupo 7», «El hombre de las mil caras» o «La isla mínima» (ésta última, ganadora del Goya a la mejor banda sonora), así como de su bagaje como escritor con una novela, varios libros de relatos y un poemario en su haber. De la Rosa no dará conciertos para presentar este «cierre de etapa», así que sus fans sólo podrán compartir impresiones con él en la firma de discos que tendrá lugar el 10 de diciembre en la FNAC de Callao (a partir de las 19:00h), donde también presentará su nuevo libro «Wendy y la bañera de los agujeros negros» , que ve la luz casi de manera simultánea a través de la editorial Aristas Martínez.

Cuando empezó a trabajar en el disco, ¿la idea era cerrar una trilogía? ¿O eso se fue gestando espontáneamente?

Sí, ciertamente sí. Ha sido premeditado. Nunca se sabe qué fue antes, la gallina o el huevo, pero esta vez sí que sabía que quería ir por ahí. Me parecía justo y necesario, por decirlo con palabras bíblicas, el cerrar la etapa abierta con «La Herida Universal» y «Pequeños Trastornos Sin Importancia».

¿La idea es cambiar temáticas, incluso formatos a partir de ahora?

Exacto, lo has clavado porque lo cierto es que... (medita unos segundos)... El rock no da para más. Hay mucha música más por ahí. De hecho en este nuevo disco ya se ve que hay una apertura muy clara por mi parte, que también va con la temática. Porque para contar lo que conté para «Pequeños Trastornos Sin Importancia» sí era necesario tanto el formato rock como la multitud de voces. Para hablar del amor desde otro punto de vista he visto que era necesaria otra instrumentación y otra manera de componer. Sí que me gustaría cerrar, y doy por concluida una etapa para asomarme a otra que no sé cuál es, pero espero que sea cualquier otra cosa.

¿Qué otras formas de componer ha empleado?

Por ejemplo, «Las puertas» es un tema de siete minutos que nace con una estrofa, con pocas frases, y automáticamente se abren las puertas a una fase instrumental con multitud de partes distintas, en la que la parte propiamente cantada se acaba ahí. He huído del formato estrofa, estribillo, estrofa, puente y estribillo.

Pero así demuestra que el rock sí da para más, ¿no?

Sí, en realidad con eso me refería al formato de banda con guitarra, bajo y batería. Yo pienso que el rock está en todas partes, como Dios, ¡jaja! Es un sentimiento, una manera, independientemente del formato. «Las puertas» yo la considera una canción pop, pero con arreglos de clarinete turco que no son muy pop, ¡jaja!

Ha descubierto un nuevo universo de posibilidades al hacer bandas sonoras, ¿no es así?

Sí, esa faceta de hacer música para películas ha sido importantísima. Al principio pensaba que sería limitador, por estar sometido a una narración, pero se abren unos mundos increíbles y he descubierto muchas cosas musicalmente hablando gracias a las bandas sonoras. Igual que antes en las bandas sonoras se colaban cosas de mi forma de hacer discos, ahora en los discos se cuelan cosas de mi forma de hacer bandas sonoras.

A veces una limitación abre puertas.

Es curioso, pero con las bandas sonoras es verdad. Con una canción pop puede darse a la inversa, pues el esqueleto del formato canción está sometido a un esquema de estribillos y estrofas que, por muchas vueltas que le des, al final acaban siendo lo mismo. Las bandas sonoras no tienen ese esqueleto, y el hecho de no tener que tocarlas en directo te permite emplear unos niveles de instrumentación y de procesos de armonías fuera de lo habitual.

Portada de «Hoy se celebra todo» ABC

En el disco hay sensaciones de todo tipo, pero parece predominar el optimismo sensato.

Sí, supongo que tiene que ver con mi momento vital, porque estoy feliz en una relación amorosa estable, y eso está ahí de alguna manera.

De hecho, parece que ha aprendido mucho sobre las relaciones sentimentales. La frase «el amor sólo engaña si te vale cualquiera» es brutal.

Sí, es algo que nunca había hecho, tener esa prepotencia, permitirme el lujo de dar consejos a los demás, ¡jajaja! Al fin y al cabo, lo que quería era poner en palabras algunas cosas que he aprendido. No sé si se le puede llamar experiencia o no, para bien o para mal. Al final, en el amor nunca dejas de tener que poner tus cartas sobre la mesa.

En varias canciones suenan coros de niños. ¿Quiénes son?

Son niños masai, pero ni yo fui a Tenzania ni ellos vinieron aquí a mi estudio La Era. Está sacado de un archivo que tengo con material que utilizo para las bandas sonoras. Hay unas grabaciones que compras, para introducir en tus composiciones. ¡Espero que les llegue algo a ellos!

¿Esas grabaciones que compra para las bandas sonoras entran en el presupuesto que le dan para crearla?

No, eso te lo compras tú. Cuando te pagan te dan un dinero y una fecha de entrega, y tú te buscas la vida. Yo lo prefiero así además. En el disco hay muchos samples, alguno no está ni acreditado... Al final de «Las puertas» también aparece la voz de una chica, que es Kim Deal, la bajista de los Pixies. Es el coro que suena al final de «Where is my mind?». No lo he acreditado para que no venga a pedirme derechos, ¡jajaja! Creo que no pasa nada si no pasa nada si no pasa de los cuatro segundos... pero vamos que no quiero ni preguntar.

«Yo nunca he querido verme como una estrella, y en el pop veo esa ambición en los jóvenes trepas que intentan ser una estrella y acaban convirtiéndose en peores personas, en unos gilipollas»

En esa misma canción suena la frase «Hoy se celebra todo», que titula el disco.

Sí. En el disco también hay cosas que evocan cosas tristes, duras, como un amigo muerto o una amiga que acaba de pasar un cáncer. Es decir, que tampoco me ha salido un disco pastel, todo rosa, pero sí quería celebrar todo, lo bueno y lo malo. La idea es que a pesar todo, celebremos. Además, mi chica es valenciana y me hace mucha gracia cómo en su tierra se celebra todo. Cada vez que sucede algo, hay que celebrarlo por pequeño que sea. Me resulta muy gracioso ese espíritu.

¿Tenía más material que ha descartado del disco?

Sí. Medias canciones tenía muchas más. Luego, canciones que llegué a terminar, un par de ellas. Las dejé fuera porque rompían el ritmo. Las quité y metí el interludio de dos minutos de «Asueto», una decisión un poco extraña, ¡jaja! El disco me pedía eso, como en un guión que tiene un momento oscuro antes del segundo acto.

Cuando pone música a una película, ¿trabaja sobre el guión? ¿Sobre el montaje final?

Depende. Las bandas sonoras que hago sobre montaje final, son las peores que he hecho. Las que hago en paralelo al montaje son las buenas. Lo interesante del proceso es que vayan montando a la vez que yo componiendo. Es farragoso, sí, pero el producto final está mucho más engranado, se produce un ping-pong que hace todo mucho más verosímil. A mí suelen pasarme un montaje de dos horas y media, de una película que al final durará noventa minutos. Yo sobre eso empiezo a componer, y en el montaje se va quitando, poniendo, y yo mientras tanto voy pasando y enlazando música. Cuando el montador se ayuda de mi música para ir recomponiendo las secuencias, es cuando se produce una cierta magia de equipo. Si te dan la película ya hecha y cerrada, ya está todo terminado y tienes que acoplarte ahí de mala manera. Yo soy músico, no mago. Cuando empecé a hacer bandas sonoras con Alberto Rodríguez lo hacíamos así, en paralelo, y yo creía que todo el mundo lo haría así. Por eso, la primera vez que me pidieron una banda sonora con el montaje terminado dije: «¿Pero y esto? ¡Si está terminado! ¿Ahora pongo música encima como en un videoclip?».

En el futuro, ¿las bandas sonoras seguirán ganando la batalla al pop en el universo de Julio de la Rosa?

Creo que a medio plazo sí, porque estoy cansado del mundo del pop y del rock, que es bochornoso a todos los niveles, ya no sólo a nivel institucional. Es como demasiado... hay demasiada gente estúpida. Yo nunca he querido verme como una estrella, y veo esa ambición, esas envidias del mundo de los jóvenes trepas, para intentar ser una estrella y acabar convirtiéndose en peores personas, en unos gilipollas. Yo he visto todos esos procesos porque los conozco a todos, a los famosos y a los no famosos. Yo estoy en la música para... no sé si para ser mejor persona, pero sí para encontrar algo, para quitarme alguna pregunta de encima. Pero es que ahí no hay ni preguntas ni respuestas. Es el mismo problema que tenemos con las redes sociales, la vanidad, el ego, el exhibicionismo y los problemas mentales. Es la democratización del estrellato. Si ya el estrellato era chungo, pues la democratización del estrellato... es lo peor que le ha podido pasar a la Humanidad. Yo no quiero participar de ello. Sé a qué hay que jugar para ser una estrella, pero hostia, creo que no va conmigo.

La portada del disco lucirá preciosa en vinilo, ¿quién la ha hecho?

La he hecho yo, soy así de... En vinilo ha quedado que te cagas. Es un collage que me hecho con el Paint, o sea más cutre imposible. La magia de esto es que pareciese un collage físico de los de antes, con los recortes mal hechos y una cosa pegada encima de otra. El disco también está hecho así, en el fondo.

Creo que su último trabajo como productor, fue con Helena Goch. ¿Volverá a producir a otro artista pronto?

La producción en realidad no me gusta. Es una parte de este mundo que no es santo de mi devoción. Me parece muy complicado, porque es jugar con los sentimientos de los artistas, y no es lo mismo que estar componiendo a lo tuyo. Jugar con las composiciones de otras personas es un trabajo muy delicado. Además cuando lo he hecho de repente había peleas entre los miembros del grupo, o uno lo dejaba, al otro no le gusta cómo suena... Es mucho trabajo de psicología, y requiere mucho tiempo.

En sus redes sociales ha dicho que no va a presentar el disco en directo.

No tengo tiempo ni ganas. Económicamente me lo puedo permitir ahora mismo, porque estoy haciendo otras cosas. Saco un disco pero no lo presento en directo, como los Beatles. Al mi mánager se lo dije, que tenía un disco nuevo pero que no quería ni podía tocarlo en directo. Gracias a que me tocó un manager caído del cielo, este disco está en la calle. Podría haberlo colgado en Spotify y chimpún, pero gracias a él lo tenemos publicado como debe ser.

No dará ni un sólo concierto, entonces.

No, porque si lo preparo luego igual me da por dar otros veinte. Es que no me apetece. Hace poco leí un libro sobre Glenn Gould, el pianista que hizo las variaciones de Bach, y lo explicaba muy bien. Decía que cuando era joven tenía su sentido tocar en directo, pero que llegó un momento en que se convirtió en un despropósito, porque no hay nada donde se eche menos imaginación que en un concierto. Tienes que tocar las mismas canciones, prácticamente del mismo modo... Me parece marvilloso lo que decía. Mira, te leo un fragmento. «Nunca me pareció productivo dar conciertos. La sensación de poder no me disgustaba cuando tenía catorce o quince años, es cierto. Entonces me resultaba divertido dar lo mejor de mí mismo tras haber ensayado duro durante muchos meses. Pero eso se acaba pronto, es una fina capa de barniz. El atractivo y el glamour no duran mucho. Dando conciertos haces trampa, no exploras gran cosa. Tocas temas manidos que ya has grabado y que no dudas en volver a servir al público. Sí, eso es trampa, intentar apañártelas con el mínimo esfuerzo, tocando siempre del mismo modo. Hay una increíble falta de imaginación en el directo. De hecho, ni siquiera recurres a la imaginación. Envejeces a cien por hora, es una vida horrible».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación