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EDICION ILIMITADA

El histórico plagio de la RCA a ABC

La discográfica norteamericana adaptó la portada de nuestro periódico para celebrar su veinticinco aniversario en España

Detalle de la portada de la primera edición de «25 años de éxitos» ABC
Jesús Lillo

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En 1976 había en Madrid periódicos suficientes como para elegir con qué papel envolver el bocadillo o encuadernar la carpeta de una colección de canciones. Ninguno como ABC, sin embargo, se prestaba al juego de letras -sota, caballo y rey- que la RCA se traía entre manos para celebrar el veinticinco aniversario de su llegada a España. El sello discográfico solo tuvo que retocar la B de la cabecera de nuestro rotativo e improvisar una R, con sus reconocibles serifs , para imprimir su propio ABC y presentar al público un álbum recopilatorio que no solo utilizó la tipografía que en 1903 abrió la centenaria historia de nuestro periódico, sino que, de un tirón, copió toda su cabecera, desde las orejas que aparecen a derecha e izquierda de la marca de ABC hasta los filetes floreados y los elementos ornamentales -muy afrutados, como los vinos jóvenes- que figuran en su primer edición.

En 1976, además de muchos periódicos y buenos lectores, había cierta tendencia a sintetizar los elementos formales de la prensa escrita, y aquellos hermosos racimos de uvas con que Don Torcuato Luca de Tena adornó su periódico a comienzos del siglo XX habían dado paso a simples rayas, más secas y austeras, para trazar el esquema y la distribución de la primera página de tipografía, o segunda portada, de ABC.

Adaptación al medio

Metida en una empresa de corte historicista y rebobinado sentimental , la RCA rebuscó en la hemeroteca hasta dar con la primera portada impresa de ABC, que reprodujo con una fidelidad casi textual: con idéntica tipografía, la oreja izquierda -«crónica universal ilustrada» en el venerable original de 1903- proyecta en el álbum de la compañía norteamericana un mensaje puramente recreativo: «una brillante crónica musical del último cuarto de siglo». Por el camino, manga por hombro , los encargados del rediseño se olvidaron de las tildes de las esdrújulas, que Don Torcuato, más puntilloso, no pasó por alto. En la oreja derecha se podía leer «artistas y canciones que fueron y siguen siendo éxitos», reclamo nostálgico que, con más detenimiento y en un intento de contrarrestar la obsolescencia desprogramada de los vinilos , se encargaba de explicar la RCA en el interior de la carpeta.

Piezas originales de la antigua rotativa de ABC ABC

La mancha tipográfica de ABC fue sustituida en aquel disco por una composición de breves textos e ilustraciones en color, más atractiva para el consumidor de música que un puñado de letras, pero respetando las tres columnas de la portada interior de ABC y reutilizando su tipografía. El plagio fue todo un homenaje , más aún teniendo en cuenta el reconocimiento internacional del que disfrutaba la marca registrada de la RCA, siglas de una Radio Corporation of America que, gracias a Elvis Presley , entre otros, popularizó la imagen de su propio sello, primero con el rayo que subrayaba las tres letras de su sigla y, a partir de 1968, con una tipografía, más depurada e igualmente célebre, de letras compactas y en bloque. Resulta impensable en la actualidad que una marca registrada que invierte millones de dólares o euros para tratar de difundir visual y superficialmente su emblema entre el gran público renuncie a su identidad para copiar la imagen de otra compañía , menos aún para celebrar su cumpleaños. Eran otros tiempos, para todos y casi para todo.

Tocados y hundidos

Entre las curiosidades que encierra aquel disco, genuino tesoro para los lectores de ABC, destaca el texto de presentación que la RCA redactó para explicar el contenido de aquella antología, en el que la compañía viene a reconocer el deterioro que con el tiempo sufren las discos de vinilo. «Encontrar muchas de estas grabaciones -dice el texto- es casi imposible y, quizá, si se conservan en la discoteca del aficionado, están ya muy “tocadas” por el tocadiscos -sic, valga la redundancia- y los años». En otras palabras, la RCA, como luego hicieron las grandes compañías discográficas con sus trileras reediciones en CD, trataba de revender al aficionado unas canciones que ya había adquirido en otro formato y cuyos soportes plásticos las hacían presuntamente inaudibles. De tanto usarlas, que diría Rocío Jurado.

En cuanto a la selección de canciones, la «brillante crónica musical» con la que la RCA resumió su primer cuarto de siglo en España, basta decir que la cosa le quedó bastante conservadora , incluso para su tiempo, sin la liberalidad y la apertura de miras que en el terreno de las bellas artes ha marcado la historia de ABC, abierto a la experimentación -ahí está la hemeroteca- de los creadores musicales o plásticos más inquietos del siglo XX. El plagio fue exclusivamente formal, poco inspirado. La filial del sello americano no olvidó sus orígenes en España como importadora de corrientes musicales, con sendas canciones de Pérez Prado y Elvis Presley, a los que en 1956 llegó a juntar en un EP titulado en España «¡¡Rock And Roll!!», junto a Richard Maltby y Chet Atkins , pero dejó al margen de la selección a artistas tan significativos e innovadores de su catálogo como David Bowie , Jefferson Airplane o los Kinks . En su lugar, muchas baladas, bastantes ecos del pasado más amable y fácil, easy listening de andar por casa, y un generoso y acaramelado giro italiano -nada menos que siete canciones, casi una cuarta parte del álbum- que revelaba las estrategias comerciales y las verdaderas intenciones que la discográfica tenía por aquel entonces en el mercado español. Hasta 1983, la RCA no fichó a Rosendo, loco por incordiar.

PS. El álbum «25 años de éxitos», este era su título oficial, no tardó en ser reeditado, pero con una portada muy distinta: una imagen de labores de punto de cruz sustituyó el alarde tipográfico del original. A alguien no debió de gustarle aquella «crónica musical del último cuarto de siglo» que homenajeaba al periódico de Don Torcuato, y no precisamente en ABC. En 1976, vuelta al principio, había en Madrid muchos periódicos.

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