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Glen Hansard o la música hecha a sí misma

El irlandés, Oscar a la mejor canción original en 2007 por «Falling slowly», de la banda sonora de la película «Once», ofreció en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid un concierto sublime

Glen Hansard, durante su concierto en Barcelona EFE

ANDRÉS CASTAÑO

Cuando el arte se muestra en todo su esplendor, sin pretenciosidad, sin rellenos, sin imposturas, entonces todo fluye, todo surge como si nada. Y ocurre esa magia, ese duende, ese momento sin igual. Eso es lo que sucedió anoche con Glen Hansard . El irlandés salió a darlo todo, como los grandes , como las estrellas que no van de estrellas. Empezó sin micro, a pelo, cantando «a capella» «Grace beneath the pines» la canción que abre su último disco, «Didn’t he ramble» (Anti/PIAS, 2015), como un músico que empieza desde la raíz, sin olvidar sus orígenes en las calles y en los pubs. Acompañado de un trío de cuerdas, de una pianista, de un trío de metales, de guitarra, bajo y batería. Once músicos que dieron rienda suelta al poder de las canciones de Hansard. Nos desgarró con «Bird of sorrow», esos gritos al amor que se quiebra, y como la sección de cuerdas sostiene ese dolor, esa pena.

Las 1.000 personas que llenaban el teatro gozaron desde el primer momento. En una especie de comunión garantizada desde unos primeros aplausos entregadísimos. Y más aún cuando atacó «When your minds made up», de la banda sonora de la película «Once». Soltó una parrafada de más de diez minutos sobre la primera vez que fue a Nueva York en 1991 para el preestreno de la película «The Commitments», de Alan Parker , con su recorrido por la ciudad, por Chelsea buscando el apartamento donde vivió Bob Dylan .

Autenticidad

Interpretó una versión en solo con su acústica del «Astral Weeks», de Van Morrison , con la inclusión de su saxofonista que fusionó y remató con «Northern Sky», de Nick Drake. A lo grande. Recuperó «Revelate», una canción rock de The Frames , de ese rock muy 90s que recuerda a Greg Dulli de The Afghan Whigs o a los Counting Crows. Para dar paso en «McComarck’s wall» a esos sonidos tan propios de la tradición musical irlandesa, con ese violines tan folk.

Glen Hansard se acerca al mainstream , pero divina música comercial si fuera toda así. Fue sobreexpuesto a lo mediático a raíz de su Oscar, pero Hansard rebosa autenticidad . En el escenario vimos al simpático pelirrojo como se mueve como pez en el agua, en sólo con su acústica, interpretando y extrayendo lo mejor de sí mismo, conectado con sus músicos, llegando a la esencia de sus composiciones, y demostrando amabilidad y sencillez, colocando un foco para que se viese mejor a sus músicos, o dando protagonismo a su saxofonista o a su trombonista invitándolos a hacer sendos solos en primera línea, a su lado. E invitó al telonero Mark Geary a tocar una canción suya, cediéndole el protagonismo.

Más de dos horas de concierto

Escogió dos temas de su último EP, «A season of the line» (2016), el blues rabioso y adictivo de «Way back in the way back when» o «Didn’t he ramble», ese rock a lo big band. La banda le arropaba a la perfección . Y menuda banda, sonando a lo grande. Mención especial para la pianista, para ese bajista y contrabajista excepcional. Maravillas como «This gift», que desarma, a base de épica emocional, que a veces se puede ir de madre, pero que aquí sabe proyectarla con fuerza.

Después de más de dos horas de concierto, ni el público, ni el artista, querían irse. Glen Hansard apareció misteriosamente en el anfiteatro, donde cantó dos canciones ya de los bises . «Say it to me now» sonó poderosa y llena de vitalidad. En la segunda pieza, «Gold», el trío de cuerdas salió al escenario a acompañarle. Todo muy natural, como muy improvisado. Y el público encantado, estuvo en pie en muchos momentos. Cerró con una canción inmensa, «Her Mercy», con ese swing de los metales, esa brisa tan jazzy, y el soul / gospel de los coros. Hansard y su banda ayer hicieron que la música volase libre , y que nos llenara ese vacío, esa soledad, esa pena con algo puro, auténtico. Y eso, perdónenme, no lo hace cualquiera: sólo los grandes.

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