Hazte premium Hazte premium

La sensualidad de Bryan Ferry

El líder de Roxy Music repasó en Madrid sus más de 40 años de carrera en una actuación inmaculada que acabó en fiesta

La sensualidad de Bryan Ferry DE SAN BERNARDO

ISRAEL VIANA

Bryan Ferry luce muy bien sus 68 años. Se mueve sobre el escenario con la misma sensualidad estudiada que hace cuatro décadas, cuando fundó Roxy Music e inundó de elegancia el panorama pop de principios de los 70, huyendo de la desharrapada forma en la que los «hippies» aparecían sobre el escenario. Aquello le aburría entonces, y le aburre ahora, como se pudo comprobar en su inmaculada actuación de ayer en Madrid.

Inmaculada en lo musical y, por supuesto, en lo estético. Con su más de metro ochenta de estatura, una exquisita chaqueta de brocado floral sobre una camisa blanca y una pajarita perfectamente anudada, el cantante británico apareció puntual en La Riviera para demostrar que, cuarenta años después, sigue conservando todo su atractivo («me gustaría llevarme esa chaqueta a mi próxima reunión de trabajo, nadie me iba a decir que no a un contrato», comentaba un fan entusiasmado) y la misma voz aterciopelada que le hizo atemporal. Lo suficiente como para encontrarte bailando juntos a seguidores sexagenarios y veinteañeros, con la misma sonrisa en la cara.

Ferry comenzó fuerte con « Re-Make/Re-Model », el tema que abría el álbum de debut de Roxy Music allá por 1972. Una canción en cuyos créditos aparecía el genial Brian Eno tocando el sintetizador, pero que ahora, pasado el tiempo, suena incluso mejor. Buena culpa de ello lo tiene la joven banda que acompaña a la estrella del « glam », formada en equilibrio por cuatro hombres (dos guitarras, bajo y teclado) y cuatro mujeres (batería, saxofonista y dos increíbles coristas).

Fue la primera página de un concierto que, en algo más de hora y media, se iba a convertir en la novela de toda una carrera tan heterogénea como brillante. Y resumir 42 años de música en apenas 90 minutos no es tarea fácil, sobre todo si tenemos en cuenta la gran cantidad de estilos con los que ha jugueteado este dandi del rock en sus discos.

La naturalidad de Ferry

Siguió con « Kiss and Tell » y la celebérrima « Slave to Love », que muchos, aun no gustándoos su música, habréis escuchado mil veces sin saber que era suya. Pero a Ferry solo le hicieron falta esas tres canciones para que el público se volviera loco. A partir de ahí, lo manejó a su antojo, con la misma naturalidad con la que se deshizo el nudo de una pajarita que, incluso desatada, parecía perfectamente colocada. Todo era de una cuidada luz de tonos azules, sobre la que se movía la estrella aceptando sin aspavientos que ningún foco le persiguiera, tanto si estaba en el centro del escenario, como si se escondía detrás de un pequeño teclado en la esquina.

Sonó la primera version, « I Got the Same Old Blues » de John Cale . Y continuó enamorando a los presentes con piezas propias y de su etapa de Roxy Music (« Oh Yeah », « Stronger Through the Years » o « Take a Chance with me »). Se cambió entonces su impoluta camisa blanca por una negra y todo se desató, como si diera comienzo una de aquellas fiestas locas de los 80, que incluyó tres bises.

Cayeron « More Than This », « Avalon », «Every Dream Home a Heartache», « Love is the Drug », « Virginia Plain » o «Both Ends Burning», en la que Ferry se atrevió con la armónica, llegando la noche a su clímax. Y cerró el guateque con todo el mundo bailando al ritmo de «Let's Stick Together», la version de Wilbert Harrison, y «Jealous Guy» de John Lennon , en una versión considerada como la siguiente mejor a la original. «Si fuera gay, Bryan Ferry sería mi hombre», gritó un fan de poco más de 25 años.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación