Beyoncé, el volcán del pop entra en erupción
La diva del pop ofrece en el Palau Sant Jordi de Barcelona su único concierto en España
david Morán
Salió de órbita con Destiny’s Child y ahí se quedó, abrillantando su propia constelación e ideando un plan de dominación del pop junto a su marido, el rapero-magnate Jay Z , pero no se puede decir que Beyoncé , la Beyoncé Knowles que ... ahora fulmina su apellido para convertirse en Mrs. Carter, no siga haciendo todo lo posible por marcar el ritmo y mantener su trono bien pulido. Y eso, en estos tiempos de velocidad suicida y vergüenzas pop aireadas cada tres segundos entre tuit y tuit, exige estrategias sorprendentes.
Maniobras como la que llevó a la diva texana a sacudir el mercado discográfico publicando en diciembre y sin previo aviso «Beyoncé», «álbum visual» que hermana R&B voluptuoso y exóticos y glamourosos videoclips grabados en Nueva York a Río de Janeiro y Sídney, y con el que la cantante de «Crazy In Love» desembarca hoy en el Palau Sant Jordi con un impetuoso y faraónico montaje. Un espectáculo de grandes dimensiones para el que ya no quedan entradas -volaron al poco de salir a la venta- y con el que Beyoncé regresa a lo grande a Barcelona después de que en 2009 dejase a medias el mismo recinto.
Lleno total, pues, para un concierto de altura con el que la cantante estadounidense aireará en público un trabajo, el quinto de su carrera, para el que se ha rodeado de colaboradores ilustres, como Justin Timberlake, Timbaland, Pharrell Williams y Drake, y en el que el soul moderno simpatiza con los fundidos electrónicos. Una banda sonora satinada y urbana servida entre coreografías gimnásticas, cambios de vestuario, fuegos artificiales y, en fin, un guión con muchas curvas.
Sobre el escenario, el volcán Beyoncé volverá a entrar en erupción, sí, pero más allá del lúbrico espectáculo y del festín del R&B contemporáneo también está la artista inquieta que lo mismo ficha a la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie para que recite en una de las canciones de su nuevo disco, se deja retratar en su intimidad doméstica para un documental de la HBO o es el fenómeno que inspira un seminario universitario centrado en estudiar la influencia de su carrera en cuestiones como la movilidad social de la mujer.
Es más que probable que nada de esto pueda apreciarse en cuanto se apaguen las luces y Beyoncé tome impulso para rematar su única fecha en España, pero no está de más recordar que su ambición va más allá del escenario. Ahí está la artista que le corta la respiración al intermedio de la Super Bowl, sí, pero también la que se sirve de su estrellato para entregarle al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, su alegato feminista «Gender Equality is a Myth!» .
Una doble vertiente que la cantante ha venido cultivando desde que se estrenó en solitario en 2003 con «Dangerously In Love», plataforma de lanzamiento desde la que ha despachado más de 50 millones de discos -de los Grammy y MTV Music Awards que colecciona, mejor ni hablamos- y que la ha llevado también a probar fortuna en el celuloide con películas como «Dreamgirls» y «Epic». Ahora, considerada como la gran diva del pop negro y rodeada de algunos de los mejores músicos y productores del momento, Beyoncé saborea uno de sus momentos más dulces mientras, tranquila y relajada, contempla cómo aspirantes a destronarla como Rihanna o Shakira la siguen a una distancia más que prudencial.
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