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concierto

Bon Jovi canta y golpea a la crisis en la noche de los arrumacos rockeros

El cantante de New Jersey se entrega en cuerpo y alma a sus fans durante casi tres horas en el estadio Vicente Calderón

Bon Jovi canta y golpea a la crisis en la noche de los arrumacos rockeros ángel de antonio

ignacio serrano

El jueves, otro natural de New Jersey fue el rockero más aclamado en toda España. Pero ayer fue Bon Jovi, y no sólo por su música, también por su «precio amigo» (chúpate esa, Jefe), ese gesto con el que se ha querido solidarizar bajando al mínimo el coste de las entradas. Como «el otro» en el Molinón, Jovi descargó tres horazas de rock’n’roll para las masas ante un estadio repleto de incondicionales, con canciones sobre lucha, desamor, pero también sobre la crisis, sobre lo duro de estos tiempos, pero siempre desde el lado de la esperanza, de los buenos pensamientos, sin rencores, sin acusar a nadie de nada. Que esto es sólo rock’n’roll.

Tras la apertura de puertas a las seis de la tarde, Bon Jovi dio una rueda de prensa de lo más particular, con los periodistas alineados en una alfombra roja, como si fuera a pasar revista , mientras el público iba tomando posiciones para ver a los teloneros The Rebels.

Cuando llegó el turno de esta banda madrileña, que no debutaba en estas lides ya que fueron teloneros de Bon Jovi en 2009, aún faltaba más de una hora para el arranque del concierto de la superestrella, así que el estadio Vicente Calderón aún estaba medio llenar. Y además, allí todos parecían estar reservando fuerzas para el plato fuerte, porque el público apenas bailó sus canciones por mucho que se entregaron en cuerpo y alma , salvo algunas excepciones como «Ding Dong Ding Dang!», su tema más famoso.

Al poco de comenzar a escucharse los primeros gritos de «¡Bon Joovi, Bon Joovi!», se apagaron las luces y el concierto comenzó con «What the water made me», de su último disco «What about now?». Bon Jovi, animadísimo, salió dando saltos y enseguida desató el delirio , aunque parecía que el volumen del sonido no estaba todo lo alto que debiera. Y entonces llegó la sorpresa de los fans, algo que Bon Jovi posiblemente no esperaba: sincronizados y perfectamente organizados, miles de seguidores que estaban sentados en las gradas se levantaron e hicieron un mosaico gigante de pancartas que formaban la palabra «Gracias» con los colores de la bandera de España. A la superestrella se la vio emocionada (las pantallas gigantes tenían una nitidez espectacular), y contestó con un demoledor mega-hit de su dilatadísimo repertorio, «You give love a bad name», que fue coreada por el público como si no hubiera mañana.

La fiesta siguió imparable con la frenética «Raise your hands», y Bon Jovi pidió a sus fans que levantasen las manos hacia el cielo. 50.000 personas le obedecieron sin pestañear. «Mostradme de qué estais hechos», gritaba Jon a su público, que vibraba con «Runaway» mientras el Buick Elektra del escenario cambiaba de color.

«Lost Highway» y «Born to be my baby» relajaron el ambiente, caldeadísimo hasta ese momento. Pero sólo fue un pequeño respiro: bien colocadita en el setlist, ahí llegó otro bombazo, «It's my life», justo cuando la noche caía sobre el Calderón.

«Doy las gracias por estar aquí, en uno de los mejores países del mundo. Estamos aquí con vosotros porque podemos, vosotros, y nosotros. Juntos podemos», dijo Jon antes de bajar las revoluciones con el primer single de su nuevo álbum, la flojita «Because we can», momento aprovechado por los bebedores de cerveza para reunir nuevos suministros, y a precio también de amigo, más o menos (un tercio costaba tres euros).

Puso a las gradas en pie

«What about now» y «We got it going on» fueron los tentempiés hasta el siguiente hit planetario, la ya inmortal «Keep the faith», que abrió un tramo baladístico aprovechado por novios y novias para hacerse unos arrumacos rockeros. «Bed of Roses», «In these arms», «Capt Crash» y «Born to follow» culminaron la primera mitad del recital, coreadísimo y aplaudidísimo por una multitud que interactuó como un miembro más del grupo en los estribillos.

«We weren't born to follow» puso a las gradas en pie y todos movieron los brazos al ritmo de la guitarra de Bon Jovi. Y es que su carisma parecía capaz de levantar hasta la más plana de las canciones. Al terminar «Who says you can't go home» se acercaba la recta final y el concierto estaba siendo apoteósico.

La fiesta terminó por todo lo alto con el estadio entero en pie recibiendo una andanada de himnos como «Have a nice day» -con Bon Jovi vistiendo camiseta de la selección con su nombre, para celebrar la victoria sobre Italia-, «Livin' on a prayer», «These Days» o «Saturday Night» con contínuas ovaciones. Y en el backstage, los trabajadores seguro que también le estaban aplaudiendo. Nos referimos a los miembros del equipo de montaje contratados para la ocasión, los únicos que han visto algo tangible de todo este tinglado con el que Bon Jovi no sólo ha cantado a la crisis. También le ha dado una colleja.

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