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El Alejandro Sanz más rockero y romántico enamora al público de Madrid

El público se entregó en cuerpo y alma durante las canciones más famosas del cantante, quien levantó a más de 14.000 personas en un esperadísimo concierto

El Alejandro Sanz más rockero y romántico enamora al público de Madrid efe

rosa belmonte

Hizo bien Alejandro Sanz en dar las gracias vía Twitter a sus seguidoras tempraneras. Porque tiene mérito que Miriam, Andressa, Bárbara y Alicia llevaran en la puerta del Palacio de los Deportes de Madrid desde el sábado por la noche. Con tienda de campaña incluida. Pagaron 97 euros por sus entradas de pista. Entradas Premium. Y querían estar las primeras, cerquita de Alejandro Sanz, que el miércoles dio el primero de sus dos conciertos madrileños.

En el mismo sitio cercano al escenario estaban María Eugenia Martínez de Irujo y su hija. También pululaba por allí el cubano Asdrúbal, que parecía el jefe de la pista. Las fans tempraneras ya habían visto los conciertos de Barcelona, Zaragoza, Granada y Málaga. Unas profesionales. Chicas normales, de edades cercanas a la de Sanz. Mujeres que empiezan a ahorrar cuando se acaba una gira para la siguiente.

El miércoles tenía lugar en Madrid el primero de los conciertos de «La música no se toca», gira que el cantante empezó en octubre de 2012 en México. Estará por los escenarios españoles hasta el 11 de agosto. Pasadas las diez de la noche, con el aforo completo, se hizo el espectáculo que esas fans estaban esperando. Otra vez.

Una banda de diez músicos, 100.000 vatios de sonido, una pantalla gigante de fondo y unos efectos de luz como estalactitas son los componentes de un sobrio escenario que, sin embargo, tiene poco que envidiar al de otras estrellas internacionales del pop que han pasado por el Palacio de los Deportes. Sobrio pero muy resultón.

Lo primeras en aparecer fueron unas focas. Alejandro Sanz está comprometido con el Ártico y pone un vídeo para pedir cuartos por medios de sms. Luego ya salió él a cantar «Llamando a la mujer acción» y «Cómo decir sin andar diciendo», con la dominicana Julie Méndez a la trompeta (canta y baila también). Antes ya nos habíamos fijado en un pedazo de rubia de Massachusetts que tocaba la guitarra. Lo de Massachusetts todavía no lo sabíamos, pero que era un pedazo de rubia a la guitarra, sí. También había una canaria morena al bajo. Mujeres en acción.

Y Alejandro Sanz, chaqueta, camiseta y pantalón negros que no se cambiaría en toda la noche, habló: “Buenas noches, Madrid. ¿Qué va a pasar esta noche aquí? Algo bueno va a pasar. Lo siento aquí, y aquí y aquí y aquí”. En ese momento en que empezó a tocarse por todos lados pensé que iba a hacerse cosquillas a sí mismo. Pero siguió cantando. Por supuesto, el público se las sabía todas.

En algunas, como «Quisiera ser», se notaba más el coro general. Esa formó parte del primer «medley» del concierto. En el segundo, y tras «Camino de rosas», Alejandro y cuatro más se pusieron a cantar alrededor del piano (destacó especialmente la norteamericana Sara Devine). El piano es un tema aparte. Un piano descolorido y con una soga enorme encima, como si una mudanza estuviera a punto de tirarlo encima de George Clooney.

Lo que sí tiraron a Alejandro Sanz fue una bandera de Madrid, que el cantante se puso en el cuello cuando consiguió quitarle el nudo. Luego llegó «Corazón partío», «No me compares’ o una muy jaleada «No es lo mismo», tras la cual se dirigió al público: «Ay, madre, envuélvemelo que me lo llevo». Acabaría con «Looking for paradise» y «La música no se toca».

En su diálogo con el público, había rechazado una invitación para ponerse a bailar, aunque hizo el ademán en modo semi flamenco. El concierto, como la discografía de Sanz, tuvo su punto flamenco, su punto rock, su punto latino, su parte pop e incluso algún toque funky. Para los bises tenía «Mi marciana», «Amiga mía» e «Y si fuera ella», que dejan a la gente con ganas de más.

A las fans del principio, las de la tienda de campaña, no les gusta que acabe con estas canciones. Prefieren «La música no se toca». Y en cuanto a ‘Corazón partío’, como si Alejandro Sanz la quita de su repertorio.

Y mientras, en Gijón, Bruce Springsteen.

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