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crítica de ópera

Radvanovsky, reina en el Euskalduna

Radvanovsky, reina en el Euskalduna e. moreno esquibel

cosme marina

Merece la pena ir estos días a Bilbao para presenciar la interpretación de la soprano Sondra Radvanovsky en el rol principal de la ópera "María Stuarda" de Gaetano Donizetti . La Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera ha dado en la diana con un reparto de alto voltaje que encabeza la intérprete americana a un nivel muy difícil de poder escuchar hoy en día en los teatros.

Radvanovsky tiene presencia escénica imponente y una forma de cantar a la antigua, en el mejor sentido de la palabra. Afronta el bel canto romántico con garra dramática y esplendor vocal. Esto, por desgracia, cada vez escasea más. En este sentido su prestación es magistral porque sabe encauzar su opulencia vocal al estilo y de ese trabajo fluye como un torrente libre la expresión, el sentimiento, los afectos de un rol genuinamente donizettiano, con fuerte carga dramática y mordiente interpretativo. Es la suya una versión intensa que impacta desde la primera nota.

El resto del elenco también tiene importante nivel pero a su lado palidece un poco, pese a las notables virtudes de cada intérprete. Tanto la Elisabetta de Veronica Simeoni como el Leicester de Francesco Demuro son personajes muy bien trabajados. Ambos cantantes poseen enjundia vocal y desarrollan sus cometidos de forma precisa. También Mirco Palazzi traza un Talbot en primer plano, mientras que Anna Tobella y Alex Sanmartí cumplen sobradamente. Pero la protagonista eclipsa en su fulgor interpretativo, con su tímbre aúreo, emisión potente y tan bien controlada, su impecable fortaleza dramática.

Pese al desequilibrio, consigue conjuntar y redondear musicalmente muy bien la sesión José Miguel Pérez Sierra . El director madrileño, al frente de la disciplinada Sinfónica de Navarra, es capaz de equilibrar la función con sólido criterio estilístico, ayudando a los cantantes, y al siempre eficiente coro de Bilbao, y en el está otro de los pilares del éxito de la velada, por su capacidad para modular el conjunto con cohesión impecable.

Endeble producción

El punto débil se centró en la endeble producción responsabilidad de Stefano Poda . En el programa de mano dice el director de escena, textualmente, que "las obras universales....no necesitan modernización". Esto, en boca de un profesional de la ópera no se entiende. ¿Son las condiciones de los teatros las mismas que en el siglo XIX? ¿Piensa de veras que su versión de la "Stuarda" sigue los cánones clásicos decimonónicos? ¿O no es todo ello más que una pose? Quizá en la puerilidad de la respuesta esté la clave de su fallida puesta en escena. Apenas se distingue nada, en un tenebrismo continuo que no deja ver a los cantantes y, encima, su planteamiento estético es de un "modernismo" digamos que un tanto demodé. Le falta dirección actoral y le sobran aditamentos escenográficos de gusto dudoso. Afortunadamente, la música se impuso y permitió asistir a una fantástica velada de ópera, de esas que no abundan y se recuerdan en el tiempo.

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