Patti Smith: tras la tempestad viene la calma
Retrasó un día su concierto por la huelga y llegó a Madrid para cantar a Amy Winehouse y Roberto Bolaño y, por una vez, susurrar sus denuncias en vez de gritarlas
Patti Smith nunca se habría perdonado actuar en Madrid el día en que miles de personas salían a la calle para protestar. Habría sido un insulto a sí misma. Una mancha en el currículo de la mujer que lideró, a mediados de los 70, una de las generaciones más rompedoras y reivindicativas de la historia del rock. Por eso retrasó un día su concierto. Pero allí estaba, en La Riviera , puntual, con algo más de medio aforo (unos 1.300 asistentes según la promotora), para, por una vez, susurrar sus denuncias al oído en vez de gritarlas.
Guitarras acústicas, piano, bajo y batería fueron los ingredientes de una actuación casi familiar, sin ninguna floritura en el escenario y con tan sólo unos sencillos juegos de luces. Como una reunión de viejos amigos en el que la «madrina del punk» traía bajo el brazo su último trabajo (" Banga "), grabado en los míticos estudios Electric Lady de Jimi Hendrix , donde ya se tostaron las dos caras de su seminal e imprescindible primer LP, « Horses », en 1975.
No importa las veces que Patti venga a Madrid -ya sea a participar en recitales de poesía, a entregas de premios literarios o realizar conciertos en todo tipo de formatos -. Sus fans nunca se aburren con ella, ni en su versión más edulcorada (quizá demasiado esta vez, para una audiencia con ganas de gritar tras la huelga).
Patti, a ladrido limpio
Pero la cantante y escritora, con una voz cálida y envidiable a sus 65 años, pronto se metió a la audiencia en el bolsillo. Primero con « April Fool », uno de los temas nuevos, y, después, con clásicos como el bailongo « Redondo Beach » o la oscura « Dancing Barefoot ». E inmediatamente después, ya estaba la señora Smith dando (literalmente) ladridos con « Banga » -el homenaje a la fidelidad de sus músicos encarnada en el perro de la obra «Master and Margarita», de Mikhail Bulgakov - o arengando a los presentes con referencias a la huelga: «En Estados Unidos no sale a la calle tanta gente como aquí», dijo como emocionada, tras asistir el día anterior a la manifestación como una más.
Y así, ahondando en ese poso melancólico que rezumó en la poco más de hora y media que duró el concierto, y en el que más de un nostálgico se regodeó, no faltaron los recuerdos para los supervivientes del tsunami de Japón, en « Fuji-san »; para su adorado Roberto Bolaño ; para los «hermanos» que mueren a diario en las guerras de Oriente Medio; para su amigo Neil Young , con el que anunció una gira en breve; para la madre naturaleza, que «algún día volverá y nos barrerá a todos si seguimos destruyéndola», y para la malograda Amy Winehouse , en « This is the girl », una canción que escribió en el camerino del Teatro Español de Madrid, de un tirón, cuando se enteró de la repentina muerte de la joven cantante.
Hasta que llegó la hora de soltarse el pelo y dejarse (un poco) la garganta con la esperada « Because the Night », con el apoteósico « Gloria » y su famoso «Dios murió por los pecados de alguien, pero no por los míos», y, para acabar por lo alto, con el obligatorio « People have the power », cantado a voz en grito por una sala que se sabía en el final de este recuentro con la madre del punk... Hasta, quién sabe, si la próxima huelga.
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