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Vila-Matas: «No hay crisis de la novela, todo es novelable»

El escritor conjuga ideas con la artista Dominique Gonzalez-Foerster en «Marienbad eléctrico»

Vila-Matas, durante la presentación del libro en Barcelona EFE

SERGI DORIA

Marienbad: oscuro balneario decimonónico asociado a una película de Alain Resnais con guión de Robbe-Grillet. Eléctrico: la mirada del siglo XXI, o cuando Dylan electrificó el folk y lo convirtió en rock. «Marienbad eléctrico» (Seix Barral): inventario de conversaciones entre Enrique Vila-Matas y la artista Dominique Gonzalez-Foerster, a petición de la editora francesa Dominique Bourgeois. Este compendio de «felices equívocos» entre dos creadores con apellidos compuestos –EVM y DGF- se remonta a 2007: Laura García Lorca propone a EVM que dé una conferencia en la casa-museo de su tío en Granada y el escritor entiende que ha de realizar una acción artística con DGF… «Fue como si alguien nos guiara, o como si la vida misma quisiera indicarnos que era interesante que coincidiéramos», recuerda.

Desde hace ocho años, EVM y DGF se han regalado ideas que no necesariamente han cuajado en obras concretas. «Ella me pide que imagine lo que iba a exponer su exposición del Palacio de Cristal de Madrid y yo propongo una habitación única con Rimbaud…»,

Al final, el poeta maldito no aparece pero sí en otras acciones de esta artista capaz de transformarse en Poe, Marilyn Monroe o el Klaus Kinski de «Fitzcarraldo». Cafés como el Bonaparte, hoteles como el Splendide, «El año pasado en Marienbad»… El escritor recuerda haber visto fragmentos de la película durante diez días al salir del colegio… Años después, en un encuentro con Robbe-Grillet, este le preguntó si la había entendido: «No, sigo sin entenderla», contestó. La respuesta agradó al guionista francés: se trataba de un juego y no de cosas que han de ser comprendidas. El film más genialmente incomprendido de toda la historia del cine -concluye EVM- debe tener algo especial porque ha recibido homenajes en una película tan comercial como «Desde Rusia con amor»…

La errabunda relación entre EVM y DGF acabó siendo una amistad sostenida sobre el juego de los equívocos, la admiración y la fe en el arte: Rimbaud, Beckett, Walser, Duchamp, Bolaño, Barthes, Perec o Sebald encarnarían las afinidades electivas de “Marienbad eléctrico”. Para el autor barcelonés, «un libro feliz que podría ser, también, texto de catálogo, instalación, ensayo, novela insólita o, atl vez, poema». Después de esta segunda exploración por el arte contemporáneo –la primera fue «Kassel no invita a la lógica»- Vila-Matas retornará a las ficciones, pero sin obsesionarse con los géneros: «No hay crisis de la novela porque todo es novelable», advierte.

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