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Roberto Saviano: «El Gobierno italiano enseña músculo para ocultar su cobardía»

El escritor, amenazado de muerte por la mafia y demandado por el ministro del Interior de su país, reflexiona sobre la situación en Italia y el resto de Europa

El escritor Roberto Saviano Ángel de Antonio

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No es fácil hablar con Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Cuando concede entrevistas, concertadas para la promoción de cada una de sus nuevas novelas, le rodean estrictas medidas de seguridad . Los periodistas hemos de pasar filtros policiales, detectores de metal y, una vez que llegamos a él, nunca estamos a solas. Es lógico. La lógica que separa la vida de la muerte. Hace diez años, la mafia puso precio a su cabeza y, desde entonces, vive privado de libertad. No se sabe dónde. No se sabe con quién. Tampoco hasta cuándo. Quizás al día siguiente se le recomiende cambiar de paradero. Pero no se esconde . Y menos cuando le provocan. Por eso aprovecha su charla con ABC para contestar a la amenaza no tan velada que el ministro del Interior de su país, el ultraconservador de la Liga Norte Matteo Salvini , le lanzó, asegurando que tendrían que estudiar si el Ejecutivo seguía manteniendo la escolta que le protege.

¿Qué piensa de las declaraciones que hizo Matteo Salvini en un programa de la RAI3?

A lo largo de los años, Matteo Salvini ha dicho en repetidas ocasiones que si llegaba al Gobierno me quitaría la escolta, por lo que, instigado por el presentador, volvió a ese tema. Ahora, con las constantes provocaciones de Salvini, es normal que la sociedad se indigne, pero las provocaciones que muestran una Liga xenófoba y racista sirven para evitar que se hable de otra cosa. La Liga tiene cuentas corrientes incautadas porque ha defraudado al Estado italiano casi 50 millones de euros de reembolsos electorales. Para Salvini, es mejor hablar de una Liga racista que de una Liga ladrona. Los periodistas deberían presionar a Salvini con ese tema y preguntarle sobre ello, más que si es o no necesario retirarle la escolta a Saviano.

¿Podría vivir sin seguridad, sin la protección que ahora tiene?

No soy yo quien decide mi protección. No pedí ser escoltado. Vivir con escolta no simplifica la vida, sino que la hace mucho más compleja.

¿Y qué haría si, finalmente, el Gobierno italiano cumple con su amenaza y le retira la escolta?

La escolta no se obtiene o se pierde porque seas partidario o crítico con el Gobierno actual. Si ese fuera el caso, como parece que podría suceder, dadas las declaraciones del Ministerio del Interior, estaríamos ante el fin del Estado de Derecho; entonces, mi escolta sería el último de los problemas de los italianos, que tendrían que enfrentarse al abuso diario de un poder que ataca a quien lo critica.

En ese sentido, ¿qué opina de la actual situación política que atraviesa su país?

La situación es extremadamente delicada, hasta el punto de que se está cuestionando el papel de Italia en Europa. La mayoría de los electores votaron porque querían revertir la situación. Una masa de gente que ha sufrido y se ha sentido abandonada y marginada por la política y las instituciones durante tanto tiempo que estaba encantada con la mera posibilidad de un cambio. Pero el cambio puede ser a peor. Y eso es lo que está sucediendo.

En los últimos días, hemos vuelto a ver cómo su país se negaba a acoger en sus puertos un nuevo barco, en este caso de una ONG alemana, cargado de inmigrantes, a los que califican de «carne humana». ¿Qué piensa de las políticas que afectan a la inmigración en Italia?

Gradualmente, se ha introducido la idea de la solidaridad como un crimen, como si tratar de razonar con los números en la mano fuera un crimen y, en cambio, fuera normal apoyar la percepción de que los italianos se sientan invadidos. El número de inmigrantes que llegan a Italia y el de los inmigrantes que ya viven y trabajan en Italia son absolutamente sostenibles, por lo que se puede decir que si la recepción fracasa es porque nuestras instituciones son ineficientes. Cerrar los puertos y pensar en querer repatriar a los inmigrantes confirma el fracaso de la política, de toda la política. La característica principal de este nuevo Gobierno es enseñar músculo para ocultar su gran cobardía. Y, una vez más, tiene una enorme responsabilidad la prensa, que a menudo ofrece a la gente lo que quiere en lugar de lo que es verdad.

¿Y qué pensó cuando supo que España se ofreció para recibir el Aquarius en el puerto de Valencia?

España lo acogió con satisfacción porque el Gobierno cambió: fue una coincidencia afortunada.

¿Se puede tener esperanza en el futuro de Europa con las noticias que conocemos cada día?

Europa nos sirve, la necesitamos, pero las presiones nacionalistas son evidentes y, además de estar fuera de tiempo, son profundamente autodestructivas. Pero después de años de recesión y desgobierno, son atajos para atraer el consenso.

Para terminar, tengo que preguntarle por las horribles y devastadoras imágenes de niños separados de sus padres en la frontera de México con Estados Unidos.

Eso también sucede en las fronteras de Europa. Un inmenso sufrimiento alimentado por líderes sin escrúpulos que logran consenso desencadenando odio y resentimiento tales que las personas se asoman y enfrentan al infierno sin que las impacte.

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