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Santos Juliá: «La campaña para legitimar la independencia de Cataluña se basa en mentiras»

El historiador ha presentado en Madrid su obra «Transición», un volumen de 600 páginas en el que analiza el proceso de aparición de los Estatutos de Autonomía

El historiador Santos Juliá, durante la presentación de «Transición» EFE

EFE

El historiador Santos Juliá , que ha presentado en Madrid su obra «Transición» , sostiene que «la campaña de legitimación de la independencia de los nacionalistas catalanes está basada en mentiras» y que esas «mentiras» han creado «sentimientos que han reforzado sus posiciones». «Si dicen: España te roba, creas ese sentimiento», ha afirmado Juliá, que considera que «la mentira es hoy parte circunstancial de la política, y no siempre ha sido así».

«He leído de un historiador distinguido que no era nacionalista independentista: ¿qué pasará en España si Cataluña se independiza y los subsidios del paro en Andalucía no se pueden pagar? ¿Cómo no se van a pagar?», ha apuntado al respecto, recordando cómo Josep Borrell desmontó varias de las teorías económicas sobre las que se apoyan las reivindicaciones independentistas .

Eso sucede, ha argumentado, porque «los partidos siempre están guiados por lo que resulte productivo para sus políticas del presente y ha sido así excepto en algunos casos en los que la política era entender el pasado para actuar sobre él de forma racional, como la visión que tenía Azaña ».

Reconociendo que siente «una cierta amargura» por la situación en Cataluña , el pensador ha manifestado que la Constitución de 1978 «está cumplida» y que «los poderes territoriales son agentes con tanta cantidad de poder de Estado» que debían «tomar la iniciativa de una reforma constitucional con el Congreso, no el Congreso por sí solo, a medio o largo plazo».

Aunque opina que quizá debiera haberse acometido la reforma constitucional en 2005, en un momento «de mayor crecimiento económico y estabilidad», la idea de que sean las comunidades autónomas quienes tomen un papel activo en la actualidad «puede ser un brindis al sol, pero como posibilidad de un futuro, si esto no estalla y nos hacemos balcánicos, sí se puede encauzar».

Ha matizado que esa iniciativa debe adoptarse bajo la consideración de que las autonomías «son poderes del Estado, no un Estado frente al otro», y ha lamentado que la reforma de los Estatutos produjo una «fiebre estatutaria» que generó «un problema nuevo para la política española a la que se debió dar respuesta procediendo a reformar la Constitución antes que los estatutos. No se hizo por malos hábitos políticos, por incapacidad de diálogo».

«Eso es lo que estamos pagando ahora. A partir de ese momento era a ver quién podía forzar más las costuras de la Constitución y las políticas para la construcción nacional fueron la preocupación primera de las comunidades autónomas: construir nación, identidades colectivas y, a partir de ahí, los poderes territoriales empiezan a relacionarse con el Estado español como si fueran otro estado».

A ello se añade que el Senado «no cumple la función que debiera en un Estado federal garantizando la presencia de las comunidades autónomas en la formación de las políticas del Estado y atribuyendo a las comunidades autónomas los poderes claramente tasados de un Estado federal», así como «la gran recesión y la corrupción del partido en el poder, que facilitaron un Estado central vulnerable en el que las pulsiones de los poderes territoriales buscan el máximo».

Uso político

Santos Juliá analiza en «Transición. Historia de una política española (1937-2017)» , un volumen de 600 páginas publicado por Galaxia Gutenberg, el proceso de aparición de los Estatutos de Autonomía, cuando a mediados de los setenta se empieza a reivindicar, además de la amnistía y mayores libertades individuales y colectivas, la recuperación de dichos estatutos.

En ese sentido ha recordado que los catalanes fueron «unos adelantados en ese proceso, porque habían formado la Asamblea de Cataluña» y tuvieron, durante la República , «el único Estatuto de Autonomía en funcionamiento, porque el vasco se aprobó al principio de la guerra y el gallego no llegó ni a funcionar».

El historiador aborda también los distintos intentos de establecer una Transición en España , desde el emprendido en 1937 para decretar un armisticio que propiciase el reencuentro de los dos bandos hasta el que culminó con las elecciones democráticas de junio de 1977, así como el posterior uso político que se ha hecho de este periodo trascendental en la historia reciente de España.

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