Hazte premium Hazte premium

Orhan Pamuk:«Los buenos novelistas son profetas ingenuos»

El escritor turco, ganador del Nobel de Literatura en 2006, anuda mitos occidentales y orientales y actualidad política en «La mujer del pelo rojo»

El escritor turco Orhan Pamuk, fotografiado ayer en Barcelona INÉS BAUCELLS
David Morán

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace más de veinte años, mientras intentaba terminar «El libro negro» y el Nobel de Literatura era poco más que un sueño inalcanzable, Orhan Pamuk (Estambul, 1952) empezó a prestar cada vez más atención de todos tipos, uno mayor y otro joven, que intentaban cavar un pozo justo al lado de su casa. «Lo que más me llamó la atención fue la relación que tenían el maestro pocero y el aprendiz; por la mañana, el maestro chillaba y maltrataba al aprendiz, mientras que la por la noche se preocupaba por él y le preguntaba si estaba cómodo y si le gustaba la comida. Fue algo que me sorprendió mucho, ya que yo tenía un padre ausente y no sabía lo que era una relación paternofilial así», recuerda el autor de «El museo de la inocencia».

De aquella semilla, añade, nació lo que hoy es «La mujer del pelo rojo» (Literatura Random House), novela con la que construye un nuevo puente entre Oriente y Occidente para remezclar a Sófocles y al poeta persa Ferdousí y releer los mitos de Edipo y Rostam y Sohrab desde una perspectiva política. Un relato alegórico en el que Pamuk, siempre atento a la realidad que le rodea, se sirve de la relación entre un maestro pocero y su joven aprendiz y de la irrupción en escena de una misteriosa mujer de pelo color fuego que trabaja en una compañía de teatro ambulante para explorar conceptos como individualidad y autoritarismo y mostrar entre líneas la actualidad de su país.

Política experimental

«Es una novela política, sí, pero a un nivel más antropológico y experimental que realista», señala el escritor, para quien las historias de parricidio y filicidio de Sófocles y Ferdousí, cada una con su propia tradición cultural a cuestas, ayudan a entender una realidad turca marcada por la deriva autoritaria y la represión. «Cuando nos sentimos mal por Rostam porque ha matado a su hijo Sohrab sin saberlo, lo que hacemos es legitimar al Estado todopoderoso que ejerce su autoridad aplastando a sus hijos», ilustra.

No es casual, pues, que Pamuk haya optado por escribir justo ahora una novela que le rondaba por la cabeza desde hacía varias décadas. «Viendo los derroteros autoritarios por los que está deambulando mi país, me decidí a escribirla», destaca. Incluso hay quien va más allá y quiere ver en «La mujer del pelo rojo», publicada en Turquía poco antes del intento de Golpe de Estado de 2016, una suerte de premonición de lo que estaba a punto de ocurrir, aunque para Pamuk no es más que una mezcla de olfato narrativo y puro azar. «Los buenos novelistas, lo que admiro, lanzan profecías involuntarias; son profetas ingenuos» , relativiza. Su intención, de hecho, no era tanto anticipar acontecimientos como invitar a la reflexión a sus compatriotas y preguntarles por qué «siguen votando a padres que acaban aplastando a sus hijos». A falta de una respuesta convincente, a Pamuk le queda el consuelo de que «La mujer del pelo rojo» se haya convertido en la novela más popular y exitosa de cuantas ha publicado en Turquía. «Puede ser por la lectura política, sí, aunque también porqué es mi libro más corto», bromea.

Libertad y ausencias

Siempre en el campo de lo metafórico y pese a esa cita con la que inaugura la novela –«igual que a un hijo sin padre, nadie abraza a un padre sin hijo»–, el también profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Columbia (Nueva York) no concibe «La mujer del pelo rojo» como una revancha literaria con ese «padre ausente», sino todo lo contrario. «Estoy muy feliz con mi padre ausente –asegura–. Era un librepensador con valores europeos y héroes como Jean Paul Sartre, así que mi modelo de conducta no fue un pachá o un soldado. Me hizo sentirme más libre y eso me permitió ser escritor y artista».

Una libertad que, más allá de su denuncia de los desmanes del régimen de Erdogan, Pamuk encarna en esta novela en esa mujer pelirroja que, añade, simboliza la voluntad de no someterse a las reglas. «En la tradición literaria europea y occidental, ya sea en Shakespeare o en Sylvia Plath, las mujeres pelirrojas representan la rabia, la furia y la fuerza que no está bajo control. En mi parte del mundo, sin embargo, no es habitual encontrar mujeres con el pelo rojo, así que teñirse de este color es una manera de decir que se es diferente y que no se aceptan las normas», explica.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación