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Dos obras de los hermanos Machado, 80 años esperando una función

El sobrino nieto de los poetas relata cómo se salvaron milagrosamente los manuscritos en sus pisos alquilados en Madrid durante la Guerra Civil

Antonio Machado, sentado, con su hermano Manuel ABC
Bruno Pardo Porto

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Los Machado escribían siempre a mano. Manuel tecleó alguna vez a máquina; de Antonio no consta tal práctica. En 1936 el conjunto de su obra tenía forma de cuartilla y estaba guardada en sus respectivos pisos de alquiler de Madrid. Manuel vivía en la calle Churruca 15, muy cerca del Café Comercial , donde tenía su tertulia; Antonio en General Arrando 4, no muy lejos de allí. Aquellas dos viviendas albergaban un tesoro literario en verso y prosa firmado por dos hombres sin los que sería imposible imaginar el devenir de la poesía española en el siglo XX. Todo ello podría haberse perdido cuando los dos abandonaron la capital el año que estalló la guerra, pero no fue así.

«A finales de agosto de 1939 Manuel regresó a Madrid y descubrió que nadie había entrado en su casa. Estaba intacta. La chica de servicio se había pasado toda la guerra yendo un día a la semana a limpiarla. Se la encontró impecable, con todo en su sitio. Estaba todo su material. Lo mismo ocurrió cuando fue al piso de Antonio, que había partido a Valencia convencido de que el alzamiento era un tema transitorio». Lo cuenta Manuel Álvarez Machado, sobrino nieto de los literatos, siempre preocupado por mantener viva la llama (y la tinta) de sus antepasados. Acaba de heredar de su madre, la recientemente fallecida Leonor Machado , una parte de los más de 3.500 manuscritos de los poetas que posee la familia.

«Estaban perdidos en diferentes casas. Tenemos algo más de 3.500 documentos , de los cuales el 80% es obra literaria de los hermanos. Hay más prosa que versos», explica. La joya de la colección es una obra de teatro inédita, firmada conjuntamente por los dos Machado, que siempre trabajaban mano a mano en lo que a las tablas se refiere. Se trata de « La diosa razón », un drama ambientado, como su propio nombre indica, en la Revolución Francesa. Su existencia solo se intuía por una escueta referencia de Miguel Pérez Ferrero en la biografía que escribió de Manuel Machado. La protagoniza una mujer real, Teresa Cabarrús , una noble española nacida en Carabanchel Alto que en su juventud fue a París, donde vivió de primera mano el crucial año de 1789. Aunque Álvarez Machado no desvela el contenido de la trama, sí que aventura parte de las vivencias de Cabarrús, que escapó de la guillotina de Robespierre y terminó siendo una de las mejores amigas de Josefina de Beauharnais, primera esposa de Napoleón , a la que conoció en prisión. «Creo que en los últimos 80 años solamente la ha leído una persona que he sido yo», presume apenado el familiar de los literatos.

La producción teatral de los hermanos siempre ha estado tapada por la alargada sombra de sus versos. Sin embargo, «en su momento, sus piezas fueron representadas por las grandes actrices del momento, como María Guerrero, Lola Membrives o Irene López Heredia», explica el crítico de teatro Juan Ignacio García Garzón. «Sin duda, la aparición de una obra inédita es un acontecimiento importante en la lengua española que merece la pena dar a conocer», concluye.

A la izquierda, una parte del acto VI de «Adriana de Lecouvreur» del puño y letra de Antonio Machado. A la derecha, unas notas también de Antonio sobre la obra de teatro inédita «La diosa Razón». Las dos piezas, que nunca se han estrenado, están firmadas también por Manuel ABC

En los manuscritos hay otro pequeño tesoro, no inédito pero sí profundamente desconocido. Es una obra que apareció hace poco más de seis años sin que nadie la esperara: no aparecía referenciada en ningún lugar. Es « Adriana Lecouvreur », otro texto ambientado en Francia y protagonizado otra vez por una mujer real, la misma que da título al volumen. «Es una obra de metateatro. El personaje principal es esta actriz de la comedia francesa, la primera mujer que empezó a actuar en las obras de teatro al estilo moderno, no recitando poesía en verso, ni actuando como los griegos, sino de una manera dinámica», apunta Álvarez Machado, que consiguió publicar la pieza teatral en 2011 con la editorial valenciana Alupa. «Los primeros 150 ejemplares se vendieron rápidamente, es muy fácil encontrar un centenar de machadianos interesados. Los otros 150 fueron más difíciles de colocar», recuerda. Como «La diosa razón», no ha sido representada hasta el momento.

Más allá de la literatura, entre los 3.500 manuscritos se esconden papeles de gran interés histórico. « Hay una carta firmada por Antonio que es el primer documento manuscrito del que tengo constancia de él. Es de 1896. Está dirigida a su padre, que se acababa de ir a Puerto Rico. La verdad es que tiene una caligrafía bastante mala», cuenta, entre risas, Álvarez Machado. «También está la acreditación de periodista de guerra que Manuel utilizó en la Primera Guerra Mundial», añade. La idea, dice, es que todo este pasado plasmado en tinta acabe en manos de la Biblioteca Nacional de España. Sin embargo, todavía no han alcanzado un acuerdo con la entidad.

Hablando de estos manuscritos, resulta inevitable preguntarle por esa hoja que escondía los últimos versos de Antonio, escritos poco antes de morir en Colliure, guardados en el bolsillo de su gabán, de donde saltaron a la eternidad: « Estos días azules y este sol de la infancia ». «No lo he visto nunca ni sé de nadie que lo haya visto. Solo conozco una referencia, la de José Machado, el hermano que estaba con Antonio cuando se murió, que en un libro que hizo sobre sus últimos momentos cuenta que encontró el famoso papel arrugado en su abrigo. Si existió, que pudo ser, no se ha conservado. De todas formas ha quedado como un verso clásico». Los últimos documentos que el familiar recuerda escritos por Antonio fueron unas cartas que envió a una sobrina que tenía en Moscú, una correspondencia mantenida entre septiembre de 1938 y febrero de 1939.

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