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Augusto Ferrer-Dalmau: «Necesitaría veinte vidas para pintar toda la Historia de España»

Legión, Tercios y hasta buques. El pintor de batallas recopila la mayor parte de su obra en un nuevo libro

Augusto Ferrer-Dalmau, en su estudio Maya Balanya
Manuel P. Villatoro

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Los pinceles de Augusto Ferrer-Dalmau son historia viva. No en vano, y a lo largo de casi dos décadas, cada una de sus cerdas ha tenido el privilegio de sacar del olvido contiendas hasta ahora relegadas a las páginas de los libros. Desde derrotas heroicas como la de Rocroi (donde los soldados de los Tercios supieron morir como verdaderos héroes), hasta batallas navales como la del « Glorioso » (bajel que plantó cara a 12 navíos de la Pérfida Albión en tres enfrentamientos diferentes allá por 1747).

El pintor de batallas , como ya se le conoce a nivel internacional, es a día de hoy el máximo exponente de una corriente pictórica que parecía extinta en nuestro país, pero que ya ha ganado miles de adeptos. Sin embargo, y a pesar de que son decenas y decenas los lienzos que han salido de su estudio (un piso madrileño en el que todos los recovecos esconden alguna antigüedad militar), el catalán afirma que todavía le quedan por abrir muchas ventanas a momentos pasados. «Necesitaría veinte vidas para pintar toda la historia de España», desvela a ABC.

Ferrer-Dalmau bien podría ser uno de los soldados españoles que se dejó el alma en Flandes ya que, como ellos, cuenta con decenas de batallas a sus espaldas a pesar de su juventud. Su carrera ha dado para mucho: jinetes carlistas cargando a lomos de jamelgos, voluntarios catalanes luchando en Marruecos por España e, incluso, algún que otro submarino germano. Un legado que, hasta ahora, estaba en cierta forma desperdigado, pero que ha quedado unificado en un nuevo libro de láminas llamado « Augusto Ferrer-Dalmau. El pintor de batallas » (, 2017).

La obra, que contará también con una edición de coleccionista y otra limitada de grabados, supone la culminación de un trabajo que, para este catalán de corazón rojigualdo, comenzó salpicado por la incertidumbre. «Todos me decían que me iba a suicidar haciendo temática militar , pero me lancé porque me apasionaba y he tenido la suerte de crear escuela», explica.

-¿Cómo comenzó su aventura en el mundo de la pintura militar?

En principio, como quería entrar en el mercado, aposté por el paisaje figurativo y el tema humano . En el libro hay varios cuadros de esa época. Seguí la estela de Antonio López , que había abierto el camino a muchos artistas. Estuve cinco años recorriendo galerías de España y del extranjero con esta temática. Luego vi la oportunidad y la aproveché. Pinté a un carlista de Gerona y lo expuse en una galería de Olot. La gente se quedó maravillada y el cuadro fue el primero en venderse. Eso me animó a hacer una exposición de temática militar en Madrid. Y funcionó maravillosamente.

-¿Por qué esa atracción inicial por el carlismo?

Por un vínculo familiar de varias generaciones. Además la época es preciosa. El carlismo se dio en pleno romanticismo. Entonces las guerras estéticamente eran bonitas. Todavía se combatía a sable, había cargas de caballería... Hoy se echan de menos una serie de palabras que, para los militares de entonces, sí tenían importancia: honor , valor .... Eran guerras duras, moría gente, pero no eran como las de ahora, que son más despiadadas, impersonales y traicioneras. En aquella época los hombres se enfrentaban cara a cara, se respetaba al enemigo y había coraje.

Batalla de San Marcial AUGUSTO FERRER-DALMAU

-¿Fueron difíciles aquellos años?

Muy difíciles, pero el tema me apasionaba. Me costó concienciar a las galerías privadas porque lo que querían era vender muchos cuadros. Al principio parecía que era como meterse a vender geranios en una plaza de toros. Pero poco a poco, y aportando siempre calidad y trabajo, he logrado que la gente se conciencie de que hay una pintura alternativa, que es la histórico militar .

-Desde entonces su pintura se destaca por el detallismo. ¿Es la exigencia histórica un problema artístico?

Muchas veces no me gusta pintar un uniforme determinado porque es espantoso, pero tengo que hacerlo porque es el que corresponde. El hecho de ser demasiado exigente con la historia es que pierdo elementos que quedarían más bonitos en el lienzo. A cambio, el que ve uno de mis cuadros disfruta de una fotografía al pasado. Además me dejo asesorar por expertos sumamente especializados como David Nievas , la familia Sorando , José Manuel Guerrero ...

«En las guerras carlistas los hombres se enfrentaban cara a cara, se respetaba al enemigo y había coraje»

-¿Llega a lastrar esa minuciosidad?

Plantear el cuadro y documentarme me lleva entre el 50% y el 60% del tiempo. Una vez que tengo esta parte del trabajo todo es más fácil. Ser detallista requiere bucear mucho y conseguir muchos datos. Sólo conocer el armamento de los colonos de Luisiana, por ejemplo, puede llevar horas. Pero en los detalles está la riqueza. Soy muy exigente con las armas porque me gustan mucho. Al ser coleccionista, siempre me gusta acertar con el modelo que se usaba. Mis dos obsesiones son los sables y las sillas de montar .

-¿Le da cierto vértigo recordar sus primeras obras?

Cada cuadro es un momento de mi vida. Algunos he tardado tres meses en hacerlos, y en ese tiempo he vivido muchas cosas. Unas buenas, otras malas. Unas tristes, otras alegres. Cuando pintas te pasas muchas horas solo, y no puedes parar de pensar. Eso te lleva a situaciones anímicas muy dispares. Algunas veces hasta tengo que dejar el pincel.

Barco en el puerto de Barcelona AUGUSTO FERRER-DALMAU

-¿Cuál es el sitio más curioso en el que ha encontrado uno de sus cuadros reproducido?

Si entras en la Wikipedia americana y buscas Stonewall Jackson , una de las imágenes que aparece es mía. Y eso, cuando hay cientos de cuadros de él pintados allí. En general, la Wikipedia usa muchos de mis lienzos, pero siempre digo que mis cuadros no son míos, son de todos los españoles. Yo no me he inventado los hechos, son los que han sucedido en el pasado. Mi mérito es darles forma y pintarlos. Pero quien escribió el guión del cuadro no fui yo, lo escribieron los hombres que lucharon.

-¿Para cuándo más cuadros sobre la Segunda Guerra Mundial?

El tema de la Segunda Guerra Mundial estéticamente es muy bonito, pero ya se ha hecho mucho de él. Grandes ilustradores han plasmado aviones, tanques... Mi objetivo es pintar cosas que no se hayan pintado. Pero por cuestión de tiempo. Cualquier día puedo dejar de estar aquí. Tengo un tiempo limitado de vida y me gusta hacer cosas que no se hayan hecho antes.

El rey Pedro II de Aragón en la batalla de Las Navas de Tolosa AUGUSTO FERRER-DALMAU

-¿Cuál es la batalla que le queda por pintar?

Cientos. Cada vez que abro un libro descubro batallas preciosas. Desde las de los conquistadores , hasta las de la Guerra de Independencia americana . Las posibilidades son infinitas. Necesitaría veinte vidas para pintar toda la historia de España.

-¿Qué lee Ferrer-Dalmau cuándo la pintura le deja tiempo?

Quizá sea porque es amigo mio, pero me gusta mucho leer a Pérez-Reverte . Siempre que puedo me repaso “ La sombra del águila ”. Aunque me vale cualquier libro de historia militar. También adoro ojear mis cómics. Tengo cientos del “ Príncipe valiente ” o de “ El Jabato ”. Los viejos cómics de toda la vida son una inspiración brutal. Además, los héroes los cómics fueron mis referentes. Estas historias tenían una fuente de heroísmo, valentía y desinterés con las que crecí.

-¿Qué encontraremos en su libro, además de sus obras más populares?

Un prólogo estupendo de Pérez-Reverte; un retrato que me ha hecho mi gran amigo Ricardo Sanz, en el que me saca demasiado bien [risas] y textos de muchos colaboradores. Además hay cuadros inéditos (alguno de los Tercios), bocetos que no se conocen y primeros planos que hasta ahora no habían visto la luz.

Presa en el Peñón de Gibraltar AUGUSTO FERRER-DALMAU

Detalles

TÍTULO - «Augusto Ferrer-Dalmau. El pintor de batallas»

EDITORIAL - Ediciones & Escultura Histórica

PRECIO - 98 euros

OTRAS EDICIONES -

Edición de 15 ejemplares que contiene el libro presentado en un lujoso estuche junto a un boceto original realizado en óleo sobre Lienzo por Ferrer-Dalmau.

Edición que consta de 150 ejemplares del libro en un estuche junto a la reproducción de un boceto firmado a mano por el artista.

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