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Alejandro Palomas: «Mis libros son políticamente incorrectos porque yo no puedo serlo en la vida real»

El escritor presenta «Un amor» (Destino), su nueva novela, con la que ha ganado el último premio Nadal

El escritor Alejandro Palomas, fotografiado en Madrid poco antes de la entrevista Ernesto Agudo
Bruno Pardo Porto

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Apenas avanza la conversación y ya cuesta distinguir cuándo Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) habla de la literatura y cúando de la vida. En él, en sus libros, todo se funde, pues pone muy pocos filtros entre su realidad y el papel. Lleva cuatro años navegando con los personajes que creó en «Una madre», continuaron en «Un perro» y que ahora llegan a «Un amor» (Destino), su nueva novela, con la que ganó el último premio Nadal . «Es muy fácil relacionarse con ellos; en realidad, lo que yo hago es construir un mundo y ahondar en sus personalidades como lo haría un psicoanalista», explica.

Entonces, ¿hay mucho psicoanálisis en su escritura?

Hay mucho psicoanálisis en mi vida. No puedo evitar que se refleje. Escribo sin mucho filtro. Siempre he creído que somos lo que hemos sido. Me gusta mucho ir atrás y sacar a la luz de dónde vienen las cosas. Conmigo mismo lo hago mucho.

¿Escribe desde el diván?

Nunca lo hago. Mis novelas son el resultado de una buena terapia previa.

Pero hay un tono como de confidencia.

Yo escribo como para alguien que tengo al lado. Nunca escribo para mí, pero sí para alguien en la intimidad. Y le cuento mis confidencias. Me costaría mucho pensar que escribo para un gran auditorio lleno de gente que me está mirando.

¿Cómo definiría este universo literario que ha creado?

Llevo veinte años buscando una etiqueta que todavía no he descubierto. No lo sé. No sé cómo describirlo. Mi forma de describirlo es escribirlo.

Escribe una historia muy costumbrista, donde las aventuras están en las pequeñas cosas.

No necesito crear grandes construcciones, sino centrarme en lo pequeño, que para mí es lo importante. Unas de las grandes dificultades de un escritor que hace esto es conseguir que lo pequeño se convierta en enorme.

De hecho, apenas pasa un día en toda la novela. Y todo ocurre ahí.

Me gusta pensar que el tiempo es circular. He estado en la India y hablando con un profesor universitario me decía que en hindi tienen la misma palabra para «mañana» y para «ayer». Viven el tiempo como algo completamente circular, donde básicamente hay movimiento. Yo lo vivo así también. Me asaltan las cosas. Y me asaltan recuerdos de hace muchos años, me asaltan miedos hacia el futuro, convivo con el presente, con heridas del pasado, con cicatrices que se abren…

En este mundo, todo gira alrededor de la madre.

Supongo que porque es lo más parecido a lo que ocurre en mi vida. Como en el libro, tengo dos hermanas. Y nos movemos en círculos alrededor de nuestra madre. Todas nuestras cámaras están enfocadas ahí. Por otra parte, es más fácil articular una novela alrededor de una mujer con esas características, que es tan libre, que hace tanto el loco, porque así le quito al resto de personajes la obligación de hacer ruido.

Es ella la que pone el toque de humor que rebaja el drama. Tiene momentos realmente hilarantes, como cuando confunde el empoderamiento con el empotramiento.

Es que yo soy políticamente muy incorrecto. Soy muy tremendo. Pero no puedo ser así en la vida real. Y quiero que mi incorrección quede patente. Y nada mejor que una cándida abuelita de 76 años para que diga todas esas burradas. Porque ya la has perdonado por anticipado, porque sabes que es tan cándida y tan buena…

Parece que el humor es su gran virtud, por la que todos la admiran.

Es que si te une el sentido del humor con alguien es para siempre. Es el mejor enamoramiento que hay. Para mí la risa es el 90% de la vida.

La familia, aquí, parece un refugio, una suerte de desastre compartido.

Nunca creí que fuera a decir esto, porque yo era muy desapegado, pero en lo personal para mí es fundamental. Es como un pequeño refugio. Hay mucha empatía. Mucha hermandad. He encontrado en la familia un campo donde no hay minas.

Esta escritura tan personal, donde vuelca tanto sus experiencias, ¿afecta mucho a su vida?

En mi caso, el precio de la escritura es la soledad. Para crear estos mundos tengo que estar solo. La escritura ocupa mucho espacio en mi vida, porque hay mucho de mí en ella.

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