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«No podemos pensar que el inmigrante es alguien desvinculado de las utopías»

La novelista publica relatos reunidos en «La camisa del marido» y una edición conmemorativa de «La república de los sueños»

«No podemos pensar que el inmigrante es alguien desvinculado de las utopías» abc

Verónica Goyzueta

Nélida Piñón recibe a ABC en el hotel en que se hospedaba en São Paulo, como una excepción en su apretada agenda de lanzamientos de libros en Brasil y en España, donde llegará dentro de una semana para lanzar su novela «La camisa del marido» (Alfaguara) y una edición conmemorativa por los 30 años de «La república de los sueños» . Piñón estaba muy triste, de luto, por la muerte de su gran amiga Carmen Balcells . Pocos saben que la mujer más intrépida que la brasileña dice haber conocido en su vida le rindió un homenaje bautizando a una nieta suya Nélida, anagrama de Daniel, el abuelo gallego de la escritora que emigró a Brasil hace más de un siglo.

-¿Cómo fue su relación?

-Nos presentó Mario Vargas Llosa en los 70. Nos encontramos en Brasil y ella ya se hospedó en la casa de mi madre, y empezamos una amistad familiar. Mi madre le dio una llave y le dijo: Carmen esta llave es tuya. Cuando quieras venir a Río de Janeiro, entra puerta adentro. Eran muy amigas. Y yo pasaba temporadas en su casa, en su estudio, era amiguísima de su marido, Luis, conocí a su hijo cuando era un niño, y luego llegó esta nieta, llamada Nélida. Tenía gran inteligencia, un brillo ofuscante y la impaciencia de que a menudo no era entendida en todo lo que quería decir. Leía a todos los autores. Tenía el comportamiento de un Editor [en inglés]. Hizo posible el boom. Estuvo vinculada a todos los grandes creadores de América Latina, de España y de aquellos escritores que tienen talento. No podemos hablar sólo de los consagrados, sino de de todos aquellos escritores que forjan la literatura, porque la literatura es hecha por todos nosotros (dice golpeando la mesa).

-¿Cómo son los libros que va a lanzar?

-«La camisa del marido» es un libro de cuentos después de un largo silencio en el género. «La república de los sueños» se reedita acompañada por un ensayo de Alberto Mussa, y de una especie de making off. La comencé a escribir en Congonhas do Campo, una ciudad colonial de Minas Gerais. Me hospedé en una pensión pequeñita, llamada «Cova de Damião». El libro está contado desde dos puntos de vista: el de los brasileños, en los últimos trescientos años, y el del inmigrante, aquel inmigrante que sin saberlo está metido en una épica. Hay una épica en la navegación, en los barcos que traían a esos inmigrantes. No se puede pensar que el inmigrante no fuese alguien vinculado a las utopías. Él tenía sus utopías privadas, había sido de alguna manera expulsado de Europa. Ese contingente de inmigrantes gallegos en Brasil ayudan a construir América al «hacer las Américas». Los inmigrantes añaden elementos excepcionales en la vida brasileña, cambian la sociedad brasileña

-Hoy, de nuevo, vivimos una crisis de refugiados casi global.

-El inmigrante es una cosa y el refugiado otra. El refugiado no tiene casa, fue expulsado de su tierra, es perseguido, va a morirse si no sale. El inmigrante era aquel que tenía tiempo de despedirse en el muelle y es recibido en la tierra en que va a anclar. No bien recibido, pero recibido, pasa a existir. El inmigrante era un ser extraordinario, porque venía aquí para morir. No lo sabía, pero venía a quedarse para siempre, venía a amar el país al que llegaba. Uno no puede tener un inmigrante enemigo. Tiene que haber un acuerdo entre la sociedad que acoge y el inmigrante que llega. Hoy este problema tiene una complejidad extraordinaria, porque la inmigración no es individual, no es una familia, son millares. Ése es el gran tema. Estamos formando una sociedad de avalanchas de seres, necesitados, desesperados, porque las circunstancias políticas son adversas, porque no hay comida, no hay futuro. Uno no sabe si puede sobrevivir. Es una fuga de la muerte. Ellos están huyendo de la muerte. Están siendo exterminados. Es una situación absolutamente trágica, que conmueve a la humanidad. Es un éxodo.

-Ya hubo otros en la historia...

-Sí, los judíos. Desde Babilonia. El éxodo no es novedad. Grupos de perseguidos. El de los armenios fue terrible.

-Y lo repetimos. ¿Por qué?

-No hay alimento para todos, ni lo habrá en el futuro. Los prejuicios no ceden. La intolerancia. Las personas se odian, hay envidias mutuas, terribles, incomprensión. Todo parece ser chispa del odio. Si el nazismo nació en una tierra de cultura refinada, de grandes poetas, filósofos, compositores, no hay garantías. Ni la ley en esas horas protege. La ley ayuda, pero la ley correcta, no una justicia corrupta. No una justicia determinada a proteger a los corruptos y a los poderosos.

-¿Cómo ve a Brasil en este momento?

-Vive una crisis aguda, económica, pero también política, que nadie entiende, ni la oposición. No creo que tengamos un liderazgo adecuado para prevenir los desastres, para alertar al pueblo y convocarlo a colaborar en una restauración de la vida brasileña. ¿Sabe qué tenemos? Paradigmas falsos, equivocados, que no despiertan ejemplo.

-La corrupción...

-Es veneno, porque liquida el dinero público. Es un genocidio y punto. Porque el dinero que iba a salvar a alguien en el hospital no llega y la persona muere. Alguien mató a esa persona. Alguien es responsable por jóvenes analfabetos, niños ignorantes para el resto de su vida. Estarán fuera del mercado, fuera de la vida, porque cultura es vida. Cultura, ley, educación, familia. Un ejemplo es la familia. Estoy agradecida a mis muertos, que fueron generosos y me dieron todo.

-¿Está preocupada por Cataluña?

-Amo Cataluña, pasé un año allá y siempre vuelvo. No me gustaría que se apartase de España. Me gustaría que tuviera sus derechos, que se le reconozca su importancia, pero que no rompiese sus lazos profundos con España. No puedo imaginarme a España sin Cataluña.

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