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La increíble historia de la perra que salvó la vida de prisioneros británicos en la II Guerra Mundial

Judy, de raza pointer, arriesgó su vida para proteger a soldados británicos en la II Guerra Mundial. Ahora, su historia y la del hombre con el que creó un vínculo especial se ha convertido en un libro

La increíble historia de la perra que salvó la vida de prisioneros británicos en la II Guerra Mundial The Telegraph

Judy nació en Shanghai en 1937 en Shangai y llegó al campo de concentración japonés de Sumatra, junto con los hombres que fueron apresados, en el barco militar en el servía.

Era 1942, y las condiciones de los prisioneros en el campo de concentración de Sumatra eran pésimas, debido a varios motivos como las pobres raciones de comida que se les suministraba y los trabajos forzados. A esto había que sumar enfermedades como la malaria, disenteria y úlceras en la piel, todo ello sin ninguna asistencia médica.

En estas condiciones fue realmente sorprendente que Judy consiguiera sobrevivir, ya que dadas las escasas raciones que recibían los presos, estos consideraron comerse al animal. A esto había que añadir las constantes palizas que le propinaban los guardas japoneses.

Sin embargo, sí que había un prisionero que veló por ella desde el momento en que se encontraron en el campo. Se trataba de Frank Williams. Ambos, soldado y perra, cuidaron durante todo su cautiverio el uno del otro. Ahora, la historia de supervivencia de Judy y su dueño adoptivo ha sido documentada en el libro «No hay mejor amigo», de Robert Weintraub.

El libro relata la fascinante relación entre mascota y dueño, pero también las hazañas de Judy como una auténtica heroína.

En 1944 las prisioneros ingleses fueron enviados por sus captores japoneses a Singapur en un viejo carguero. Los perros no estaban permitidos en el barco, pero Frank se las arregló para conseguir que Judy embarcase. Una vez en el mar, el carguero pronto se convirtió en objetivo de los aliados que comenzaron a torpedearlo hasta hacer blanco en él.

El barco se incendió y comenzó a hundirse, en estos momentos la mayor preocupación de Frank era salvarse y salvar a Judy, pero esta estaba muy ocupada rescatando a los prisioneros del agua. Salvó por lo menos a cuatro soldados, no permitiendo que la subieran a una lancha de rescate hasta que no hubiera ningún hombre en el agua.

Tras la guerra Frank se fue a África y Judy se fue con él. Murió en 1951 con 14 años. Su fiel compañero construyó un monumento en su tumba con una placa en la que quedaron para siempre estas palabras:

«Una dama, que dio más compañía de la que nunca recibió en su corta vida. Una inspiración de coraje, esperanza y voluntad de vivir para muchos que habrían desistido sino hubiera sido por su ejemplo y entereza».

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