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Stephen Zweig y Joseph Roth, amistad a prueba de bombas... nazis

Un libro recuerda la intensa relación entre los dos grandes escritores en la localidad costera belga de Ostende en 1936

Stephen Zweig y Joseph Roth, amistad a prueba de bombas... nazis abc

manuel de la fuente

Corría el verano de 1936 y España ya estaba en llamas. Y en Europa los nazis ya habían prendido la mecha de un estallido descomunal que iba a convertir la Tierra en un terrorífico campo de batalla y, a la postre, en el mayor cementerio que vieran los siglos. Huidos del terror nacional-socialista instalado en Viena y Berlín, un grupo de intelectuales, con sus libros prohibidos cuando no quemados por los camisas pardas, se reúnen en la localidad costera belga de Ostende. Allí compartirán cafés, días de playa, tertulias y militancia antifascista. Stefan Zweig y Joseph Roth , dos escritores de origen judío, que se hicieron íntimos aunque no compartían nada, fueron dos de ellos.

El periodista alemán Volker Weidermann ha tirado del hilo de una vieja fotografía de ambos escritores bajo el débil sol belga para escribir «Ostende. 1936, el verano de la amistad» (Alianza) , que retrata al detalle la bella relación que mantuvieron ambos autores antinazis hasta sus trágicas muertes: Zweig, suicidado el 22 de febrero de 1942, y Roth el 27 de mayo de 1939, feroz alcohólico.

«Stefan Zweig y Joseph Roth no compartían ni siquiera un ideario político, ni sus gustos literarios -cuenta Volker Weidermann-. Es curiosa una amistad en la que todo eran enormes contrastes. Roth era malicioso, bebedor, inteligente, ácido; Zweig era un tipo paternal, tranquilo, bonachón, esperanzado». A Weidermann el trabajo de documentación no le resultó difícil ya que, como explica, «escribir sobre escritores no es complicado porque lo anotan todo».

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Polos opuestos

Roth y Zweig -continúa el autor- vivían en polos opuestos: uno era pobre, otro rico; uno estaba empezando, el otro era famoso y con prestigio mundial. Hasta les separaban quince años de edad... Su amistad fue intensísima, más allá de ser escritores, que siempre ven en otro a un competidor, no a un amigo», pero los dos sí contenían una idea de una Europa unida; «es decir, fueron de los primeros pensadores europeístas» y se incorporaron con valor a aquel «grupo de resistentes de Ostende». Cree el cronista alemán que, si no hubieran muerto tan pronto, habrían conseguido el Nobel y que «Zweig fue popular, lo es y lo será, mientras que Roth sufre altibajos en su aprecio». Y cuenta también Weidermann que el fantasma del nazismo en Alemania, aunque existe, «es verdaderamente minoritario». Conviene terminar, ya que hoy se cumplen setenta años del suicidio de Hitler, con estas palabras tan atinadas de Weiserman: «De aquella época debemos aprender que la literatura es algo temido por los poderosos, por eso los nazis quemaban libros».

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