Rafael Chirbes: «Vivimos en un callejón sin salida»

"Es muy materialista, sí, pero es lo que yo veo. ¿O acaso hay otros valores en auge?", asegura el escritor valenciano, quien después de firmar con "Crematorio" la gran novela sobre la burbuja inmobiliaria y la corrupción urbanística sigue tirando del hilo de la recesión para adentrarse en el lodazal de la crisis con "En la orilla" (Anagrama). "Si en 'Crematorio' había modernidad, agitación y el frenesí de la construcción en la costa, aquí lo que queda es el mundo abandonado que había detrás de eso; el patio trasero donde todo se está pudriendo", relata.

Firme defensor del realismo pese a que asegura que "es imposible copiar la vida" —"tiene que haber una elaboración estética y literaria", añade—, el autor de "Los disparos del cazador" se abalanza sobre los restos del opulento festín que quedó atrás para constatar que, en efecto, lo que queda no es más que "fango y podredumbre".

"En este libro casi todos los personajes están sin piel, en estado de podredumbre", señala el escritor sobre una novela que arranca con el hallazgo de un cadáver en un pantano y sigue los pasos de Esteban, un carpintero que ha tenido que cerrar su negocio y que debe hacerse cargo de su padre enfermo. "Esteban se queda en la orilla, entre la ideología de su padre y la del trepa, en una tierra de nadie. Es esa parte de mí que no se atrevió cuando la cultura del pelotazo, la que no le pegó una patada en el culo al de adelante", apunta.

Rencor sin ideología

Con el pantano como incómodo recordatorio de lo que siempre estuvo ahí, "En la orilla" es, según su propio autor, "una novela sobre el dinero" en la que las palabras tensan la trama y se recuestan en pilares literarios que Chirbes no duda en señalar a través de nombres propios como los de Proust, Dos Passos, Robert Musil, Alfred Döblin… Autores que, confiesa el autor, le proporcionan "instrumentos para salir al exterior y mirar".

Salir y mirar, sí, aunque lo que uno vea no sea de su agrado. "Vivimos en un callejón sin salida. Ellos tiene unas armas inmensas, y frente a eso nos hemos convertido todos en unos cínicos. Se ha desatado un modelo en el que los valores del lumpen se convierten en los valores sociales, y eso crea un rencor sin ideología ni solidaridad. Nadie es capaz de creer en nadie, y eso es la carne del fascismo", asegura.

Quizá por eso habla de "En la orilla" como de ese libro que ha "odiado hasta el último momento". "Es como si la hubiese escrito otro, por eso le tenía tanta manía", relativiza al tiempo que reconoce que no tiene la menor idea de si su reflejo de la España contemporánea dará por una trilogía o se quedará en un díptico. ¿Quizá una tercer entregada dedicada a la recuperación económica? "Yo creo que a Lázaro ya no hay quien lo levante", zanja irónico el escritor valenciano.