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El doble filo del crimen nórdico

La noruega Anne Holt y el finlandés Antti Toumainen acercan a Barcelona las nuevas realidades de la novela negra escandinava

El doble filo del crimen nórdico inés baucells

sergi doria / david morán

Gélido viento del norte para recibir a Anne Holt. ¿Qué se esconde en la trastienda de las ordenadas sociedades nórdicas? Periodista, abogada, apoderada de la policía y ministra de Justicia, cierra la pentalogía de Inger Johanne Vik e Yngvar Stubo, con “Lo que esconden las nubes oscuras” (Rocaeditorial), un caso de pederastia y maltrato infantil.

Una sociedad, la noruega, que no tolera el castigo físico, pero muy diferente de puertas adentro. Miles de niños padecen violencia doméstica: “Las cifras son altas, algunos hablan de una cifra superior a los veinte mil casos, un dato que no diferencia a Noruega de otros países” apunta la escritora.

Las “nubes oscuras” de Holt sobrevuelan el julio de 2011 la trágica isla de Utoya, donde el fanático Breivik masacró a decenas de jóvenes. El asesino no era un islamista, sino un joven rubio de ojos azules nacido en una familia acomodada del oeste. “Era uno de los nuestros y no supimos reaccionar”, afirma Holt: “Hubo debate, posiciones encontradas, pero no aprendimos nada y esa catástrofe se puede volver a repetir”.

«Noruega no aprendió nada tras la masacre de Breivik», asegura Holt

Más que la filiación política del terrorista, prefiere indagar en su infancia: “Ojalá la explicación estuviera en las cloacas de internet, pero tiene qué ver con la educación de nuestros hijos, si les prestamos la debida atención”. En un pasaje de la novela, Holt cita a Jo Nesbo, Tom Egeland y Jeffery Archer. ¿Homenaje a los colegas? “¡De ninguna manera! Son los libros que leen los hombres noruegos… cuando leen”, ironiza. En cuanto al auge de la novela negra nórdica, Holt recuerda que hace tiempo que dejó de ser un género de segunda. “La difusión de las novelas suecas y noruegas se debe a las ayudas a la traducción de sus gobiernos”.

Otro factor del éxito, añade, “es que las prósperas sociedades nórdicas no puedan evitar el crimen. Esa realidad contradictoria obliga a centrarse más en los motivos psicológicos que en urdir tramas enrevesadas. La ecuación criminológica que asocia crimen y pobreza no se cumple en Noruega”. Cerrado el último caso de Inger e Yngvar, veinte años después de su primera novela, Holt seguirá con el resto de sus tramas todavía abiertas: “La novela negra no tiene edad”, sentencia.

Crimen y cambio climático

Un poco más al Este, donde el mar Báltico impone sus rigores, el finlandés Antti Toumainen se escabulle de las apreturas del género para imaginar una ciudad tan funcional y tranquila como Helsinki trasformado en un escenario postapocalíptico. Túneles abnegados, brotes de malaria y Ébola campando a sus anchas, gente buscando refugio en Noruega y un asesino en serie que pasa cuentas ante quienes considera responsables de los devastadores efectos de tamaño desastre natural. La Perla del Báltico, azotada por el cambio climático y desfigurada por un autor que se postula con "El sanador" (Roja & Negra; Mondadori) como una de las grandes nuevas voces del crimen ártico.

"Ante una gran amenaza, algo como el cambio climático, Helsinki no sería ninguna excepción", explica Toumainen, quien reconoce que le atraía la idea de convertir la versión actual de la ciudad en «algo decadente» y pesadillesco pese a que insiste en que no se trata de una novela de ciencia ficción. "Todo se puede identificar con el tiempo real", añade sobre una historia protagonizada por Tapani Lethinen, un poeta que trata de encontrar a su mujer, una periodista desaparecida mientras investiga los crímenes de un asesino en serie bautizado como el sanador. "Mis novelas empiezan con personajes siempre al límite, en situaciones de vida o muerte, y a partir de ahí las cosas no hacen más que empeorar", asegura.

«La presencia de la violencia está justificada solo si tiene algún sentido», señala Toumainen

De la novela negra, asegura Toumainen, toma prestada la estructura y ciertos códigos como el uso de la violencia —«creo que su presencia en la ficción está justificada si tiene algún significado», apunta—, aunque se esfuerza en poner cierta distancia con un género que, asegura, solo es uno de los elementos que maneja. «A veces tengo la sensación de que se tiene una imagen demasiado estanca de la novela negra. Sí que es cierto que están los autores tradicionales con investigadores o policías, pero luego tienes a autores que, como George Pelecanos, James Sallis, Ken Bruen y John Gregory Dunne, dan mucha más amplitud. Es una forma de literatura muy rica», asegura.

De ahí que, pese a que reconoce que parte del éxito de la novela nórdica pueda responder a «lo emocionante de ver el reverso menos amable de la sociedad», a él lo que más le interesa es examinar la posibilidad de redención de sus propios personajes. «En ficción interesa tener personajes complejos, gente que cargue con su pasado en una mochila. Y cuanto más cargada esté esa mochila de secretos, más dispuestos estarán a hacer cualquier cosa por ocultarlos», asegura.

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