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LIBROS

«Una vida prestada»: Vivian Maier, la niñera fotógrafa

La historia real de Vivian Maier da para una novela, como así ha hecho Berta Vias Mahou con sensibilidad y maestría. Una mujer anónima que llegó a la cima de la Historia del Arte

La escritora madrileña Berta Vias Mahou
José María Pozuelo Yvancos

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La historia de Vivian Maier parece de película. Una anónima fotógrafa, que vivió en Nueva York y Chicago siendo cuidadora de niños ricos. Nunca expuso y murió sin llegar a revelar la mayor parte de sus cien mil fotografías . Durante sus días de asueto se dedicaba a sacar instantáneas de gentes de la calle con una máquina Rolleiflex; a veces se fotografiaba a sí misma o el interior de su habitación. Era una artista que había elegido serlo sin más pretensión que la de su arte. Pero todavía resultan más de película las circunstancias azarosas por las que ahora se la conoce: John Malloof, un historiador de la ciudad de Chicago, adquirió en una casa de subastas un lote que había sido depositado allí por una empresa de trasteros porque nadie pagaba ya el alquiler.

Cuando este historiador puso a la venta las fotografías en internet, el crítico Allan Sekula advirtió sobre su extraordinario valor artístico . Y comenzó la historia de una mujer fotógrafa que había vivido escondida y entró en la Historia del Arte. Es difícil saber si su vida anónima para con una vocación tan definida y tenaz fue una opción suya o el resultado de ser niñera, desconocida, pobre. La pregunta, parafraseando a la crítica Gayatri Spivak, podría formularse así: ¿era Vivian Maier una subalterna, es decir, alguien sin capacidad de discurso?

Podría decirse que es una novela de artista, que tiene como gran tema qué puede hacer el Arte para captar la Vida.

Este magnífico libro de Berta Vias Mahou piensa lo contrario, es todo él una gran pregunta dirigida hacia ella, hacia Vivian , como si su proceso de escritura fuese una indagación de artista hacia otra artista, suponiendo sus razones, conjeturando decisiones, aventurando hipótesis. Lo primero que conviene decir, porque resulta literariamente decisivo, es que Berta Vias ha elegido la segunda persona narrativa, para que se vea desde el comienzo que no hay respuesta posible, porque Vivian Maier no habló, apenas dejó escritas algunas reflexiones. La más importante, y con la que Berta Vias Mahou cierra su novela es la siguiente: tenemos que dejar sitio a quien venga detrás , como si el artista, sabiéndose de paso, supiera que otros después culminarán la obra, cuando ella no esté.

Sin amor, ni compañía

Berta Vias ha renunciado a narrar una vida de película. Esa novela que podría haber hecho hubiese optado por una reconstrucción externa de lo que se sabe de Vivian Maier. Se sabe poco, pero lo suficiente para llenar una novela: que e ra judía hija de la diáspora europea , nacida en Norteamérica, de madre francesa y padre austríaco, que vivió unos años en Francia, que viajó sola por varios países nada convencionales, con su cámara en ristre, fotografiando pobres y gentes anónimas. Que pasó décadas cuidando niños en varias casas. Sin amor, ni compañía, ni de hombre ni de mujer. Se ignora por qué abandonó Nueva York , ni se sabe por qué se instaló en Chicago, tras un efímero paso por Los Ángeles.

La opción seguida por Berta Vias me ha parecido la mejor para dar vida a su admirada Vivian Maier. En vez de fijarse en la vida externa, convierte su novela en una pregunta sobre su vida interna. Esta es una obra de interiores. Podría decirse que es una novela de artista, que tiene como gran tema qué puede hacer el Arte para captar la Vida. El mensaje que late en la novela de Berta Vias Mahou, y que la hace más interesante a mi juicio, es que en el fondo da igual que se elija pintar, ser fotógrafa o escritora: la pregunta fundamental está ahí, en esa vida que se escapa, que casi nadie sabe ver. Hay una lección moral que se desliza a lo largo del libro de Berta Vias: las gentes que Maier fotografió, en su mayoría pobres o pequeño-burgueses, guardan tanta riqueza interior como los Vanderbilt , la afamada familia de millonarios de Chicago, cuyos hijos pudo Vivian Maier conocer en alguna fiesta infantil.

El reto del artista queda en poder leer la mirada que lo dice, el furtivo gesto que lo revela, esa vida efímera de la sonrisa o el llanto, o también la denuncia que una calle con basura eleva. Hay en la novela de Berta Vias Mahou mucha introspección, a veces casi lírica. Al hacerla ha dado claves que únicamente alguien que también sea artista puede plantear. Esta excelente novela sobre una vida prestada se convierte en pregunta sobre el sentido del arte y la escritura.

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