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LIBROS

Verano oscuro, casi negro (en la novela)

«En un país extraño», de Charles Cumming, destaca en la nueva hornada de novela negra que nos conduce al lado oscuro de la vida durante las vacaciones estivales

Daniel Craig, el último Bond, observando la capital británica desde una azotea

EMMA PEÑA TOJO

James Bond, el agente 007, nació en el paraíso, mecido por las palmeras y las olas del Caribe. Ian Fleming (1908-1964) descubrió Jamaica durante una misión secreta en el último año de la Segunda Guerra Mundial. El flechazo fue inmediato y planeó su escapada: adquirió un terreno en la isla tropical , diseñó «Goldeneye», una sencilla casa con vistas al mar, y, una vez terminada la guerra, huyó durante seis años del frío invierno inglés para vivir en su edén tropical de la bahía de Oracabessa. En su isla particular escribió «Casino Royale» -la primera de una saga de doce novelas y dos relatos- protagonizada por Bond, el agente del MI6 más seductor.

Si Ian Fleming tuviera que reencarnarse en otro escritor el candidato perfecto sería Charles Cumming (Ayr, Escocia, 1971). Su novela «En un país extraño» (Black Salamandra) ha sido galardonada con el CWA Ian Fleming Steel Dagger y elegida mejor «thriller» de Escocia de 2012. Además, Cumming, al igual que Fleming, trabajó para el servicio secreto británico, lo que le permitió conocer de primera mano el mundo del espionaje y plasmarlo con meticulosidad en sus libros -«A spy by Nature», «The Spanish Game» o «El sexto hombre». ¿Curiosa coincidencia o reencarnación?

Vuelta al trabajo

El espía Thomas Kell, protagonista de «En un país extraño», no vive su mejor momento: lleva ocho meses retirado de manera forzosa del Servicio Secreto de Inteligencia, su matrimonio agoniza y, en vez de saborear su condición de hombre «normal», sufre al constatar que sólo tiene «talento para lo clandestino». Su angustia se detiene al recibir la llamada de Jimmy Marquand, su antiguo compañero de Vauxhall Cross. El MI6 se enfrenta a su crisis más grave desde el fiasco de las armas de destrucción masiva y lo necesitan. Han perdido el contacto con Amelia Levene, la primera mujer que va a dirigir los servicios de espionaje británicos. Nadie conoce su paradero, ni siquiera su marido. Su búsqueda es alto secreto y el tiempo juega en su contra . Kell retorna a la acción rumbo a Niza, donde se perdió el contacto con Amelia. «Espiar es esperar. Esperar a un objetivo. Esperar un golpe de suerte». Kell espera hasta que las pistas le marcan el rastro de su amiga en Túnez, Marsella e Inglaterra. En su viaje hacia el mundo de los secretos descubrirá la verdad de Amelia y luchará por su amistad porque, parafraseando a E. M. Forster , «si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a una amiga, espero tener el valor de traicionar a mi país». Una trama de espionaje que oculta una historia de amor perdida en el pasado.

Si Ian Fleming se reencarnara en otro escritor el candidato perfecto sería Charles Cumming

Cumming retoma el estilo de Frederick Forsyth (Ashford, 1938) -maestro indiscutible del género- y dosifica como un druida las porciones de suspense, tensión psicológica y detalles técnicos para describir con minuciosidad el funcionamiento de los servicios secretos británicos y franceses y al resto de personajes -secuestradores, suplantadores de identidad, informáticos, exespías jubilados…- que convierten a la novela en un atrayente imán para el lector.

A partir de ahora habrá que seguir de cerca al agente secreto Thomas Kell, protagonista de esta primera entrega de una probable serie. Si su misión es superar a George Smiley, el espía que encumbró John Le Carré (Poole, 1931) en «El topo» o «El espía que llegó del frío», no lo tiene fácil. La mirada compleja y sabia de este creador de personajes taciturnos y poliédricos recuperará en septiembre al espía que sabía demasiado, después de veinticinco años fuera de acción. Smiley volverá a las librerías con «Un legado de espías», un nuevo análisis de la Guerra Fría, el escenario que mejor conoce.

Giro imprevisto

Desde Gran Bretaña saltamos de la mano de Arnaldur Indridason (Reikiavik, 1961) al paisaje nevado de Islandia. En « Bettý » (RBA), su último libro publicado en España, la perversión y sensualidad femenina barnizan una oscura historia en la que se sabe desde el inicio quién es el acusado de asesinato. Todo fluye con calma hasta que, de pronto, en el ecuador de la obra, Indridason da un giro inesperado que rompe los estereotipos de cualquier mente cuadriculada.

La invitación es tentadora: ¿quién se apunta a un crucero por los fiordos noruegos? Cuidado, Ruth Ware (Sussex Occidental, 1977) convierte el sueño en pesadilla en «La mujer del camarote 10» (Salamandra). Lo Blacklock, redactora de la revista de viajes «Velocity», acude a la inauguración del Aurora Borealis. En el barco el lujo se respira nada más cruzar la pasarela, pero por la noche Blacklock escucha «la clase de chapuzón que hace un cuerpo al caer al agua» y el delirio se desata cuando le informan de que ese camarote siempre ha estado vacío y no falta ningún pasajero a bordo. ¿Paranoia o verdad?

Si baraja la opción de descansar en un complejo hotelero, Juan Carlos Márquez (Bilbao, 1967) describe en «Resort» (Salto de Página) el sofocante ambiente que se genera en un hotel de veraneo cuando la policía retiene a los turistas por la desaparición de Bingham Waas, un niño alemán. Todo puede ocurrir : batallas por unas hamacas, tensión sexual por el bañador de Darth Vader o puñetazos por una zona de playa.

Notas de «jazz»

La música amansa a las fieras y siempre suena de fondo en las novelas de Mikel Santiago (Portugalete, 1975) -«La última noche en Tremore Beach» y «El mal camino»-. En « El extraño verano de Tom Harvey» (Ediciones B) las notas de «jazz» hilan la historia de una muerte en Tremonte, al sur de Italia. A Tom la vida le sonreía en el momento que recibió la llamada de Bob Ardlan y no contestó. Craso error. Un «thriller» salpicado de sutil humor en el que doce sospechosos se convierten en piezas de un complejo rompecabezas.

En verano es mejor olvidar el mercado laboral, la complejidad de encontrar trabajo pasados los cincuenta años, el desgaste familiar, la crisis económica… Pierre Lemaitre (París, 1951) relata en « Recursos inhumanos » (Alfaguara) la desesperación de Alain Delambre, antiguo director de Recursos Humanos, para encauzar de nuevo su vida. No existen límites para recuperar su dignidad: pedir dinero a su hija, participar en un simulacro de rehenes o sobornar. Lemaitre desvela sin compasión la crueldad y las miserias del mundo actual.

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