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ARTE

Roma en ruinas, ruinas en Roma

La capital italiana es uno de los mejores escenarios para reflexionar –como hace esta exposición– sobre la ruina y su influencia en la Cultura. De la Antigüedad hasta nuestros días

En «La fuerza de las ruinas» dialogan piezas arqueológicas con otras de diversas disciplinas artísticas

ÓSCAR ALONSO MOLINA

La idea de la ruina atraviesa Occidente desde su origen mismo . Y de hecho, como puede verse en dos deliciosos ejemplos de esta exposición provenientes del Museo Arqueológico de Nápoles , los antiguos romanos ya fantasearon con ella como elemento evocador para sus murales , para la decoración de sus casas llenas de vida y comodidades, donde la figura del hombre contemporáneo se diluía entre motivos arquitectónicos derruidos, inconclusos o desmantelados.

Los ejemplos de primera época resultan siempre los más fascinantes y esclarecedores –por discretos y débiles que sean–, puesto que indican no sólo el origen, sino la dirección y la configuración interna que adquirirá el fenómeno. Y ya entonces Roma era, sin saberlo, el tema de la misma Roma , sugestionada con su futuro como ahora lo está con su pasado. En el extremo contrario, la fascinación actual que Occidente siente por su propio final catastrófico –de la que el cine o la literatura de ciencia ficción dan nutrida cuenta cada temporada– vendrá de este mundo de escombros y derrumbamientos que en principio hablaban de la caducidad de los poderes terrenales y del paso del tiempo que todo lo iguala.

El invento del invento

Roma es el escenario por excelencia de todo este asunto de las ruinas, ¿quién podría dudarlo? Fue allí, de hecho, donde se inventó casi su tematización como cuestión pintoresca, fantástica, por momentos delirante, y, desde luego, el contexto que aportó los más notables ejemplos para su desarrollo. Aún hoy la ciudad cohabita sin solución de continuidad con un pasado lejano , que es al mismo tiempo substrato de lo existente en el presente y cita petrificada de lo ya ido, de los que nos precedieron pero que se nos impone aunque ya no estén. Ese carácter dual de la ruina es el que anima la maravillosa exposición que ocupa la totalidad del Palazzo Altemps , y con motivo de la cual se abren al público nuevas salas que hasta la fecha permanecían cerradas , lo cual supone un doble aliciente para la visita.

Los fondos de este depósito inagotable de piezas arqueológicas que es el Palazzo Altemps se ponen por unos días al servicio de « El poder de la ruina », enriqueciendo notablemente una narración a la que han sido convocadas, además, más de ciento veinte nuevas obras de todas las épocas y procedencias para organizar los nueve apartados en que está pautada la muestra: «Catástrofe»; «Torso: del deseo de integridad al culto del fragmento»; «Paisajes con ruinas»; «Paisajes arruinados»; «Anatomía»; «Fragmento, memoria, creación»; «El canto de la ruina»; «El error de Diderot: la ruina en la antigüedad clásica y oriental»; y «(Re)construir la ruina».

La Ciudad Eterna se sugestionó en la antigüedad con su futuro como lo hace ahora con su pasado

Las piezas invitadas son igualmente de variada importancia histórica y naturaleza, conformando un panorama amplísimo y lleno de hallazgos sobre el pasado y la idea que nos podemos hacer sobre él a partir de los restos que nos lega: su restauración (de lo fantasioso a lo filológico); la guerra y los desastres naturales, junto a los límites entre lo natural y lo artificial; el poder del relato que se encarna en cada reconstrucción; la transmisión de los saberes, el poder evocador de los pedazos desgajados de su discurso original ; la incapacidad de todo texto –escrito, visual, sonoro– para alcanzar lo completo; la culminación…

El recorrido abarca ejemplos desde cualquier disciplina: muy abundantes los de estatuaria antigua o contemporánea, arquitectura y urbanismo, arqueología, pintura, grabado o dibujo y acuarela, junto a otros de fotografía, partituras musicales, poesía, «spots» publicitarios o una muy lograda selección dedicada al cine , con escenas de películas que reflejan distintos aspectos del tema desde la Europa devastada tras la Segunda Guerra Mundial hasta la caída de las Torres Gemelas .

El camino que atraviesa

Precisamente Walter Benjamin , sobre el carácter destructivo, que no ve nada duradero, nos recordaba que «hace escombros de lo existente, y no por los escombros mismos, sino por el camino que pasa a través de ellos», caminos a todas partes… Así la ruina, que se configura como una encrucijada de lo plausible frente a lo viable, pero también de lo que ya ha sido (y aún es, sólo que de «otro» modo) frente a lo que podemos imaginar .

La consciencia moderna se encarna en la imagen de la ruina una y otra vez, con su pegajoso poder alegórico : del « Grand Tour » al Romanticismo, de la invención de «una» grandeza clásica de los antiguos en el Renacimiento a Albert Speer , el arquitecto de Hitler , proyectando los edificios del Tercer Reich en función del aspecto que ofrecerían a la posteridad cuando del sueño imperial no quedaran más que restos… Pensar la ruina es un esfuerzo necesario que alcanza su pleno sentido en esta ciudad que, a su manera también, la inventó.

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