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TEATRO

«La respiración», la otra catarsis

Autor de exitosas obras como «En la luna», ganadora de tres Premios Max, o «La calma mágica», Alfredo Sanzol vuelve al escenario de La Abadía de Madrid con una nueva pieza escrita y dirigida por él: «La respiración». En cartel del 20 de enero al 28 de febrero

Gloria Muñoz (a la izquierda) y Nuria Mencía en una escena de «La respiración» Javier Naval

CARMEN R. SANTOS

Sabemos que la catarsis es un elemento insustituible y caracterizador de la tragedia, tal como se concibió en sus orígenes en el teatro clásico griego. Según la explica Aristóteles en su «Poética» , en esencia, se produce, a través de la compasión, una descarga y purificación emocional , tras convertirnos no solo en testigos sino también en copartícipes del sufrimiento de los personajes en los diversos sucesos que zarandean su vida.

Precisamente en 2015, Alfredo Sanzol puso en marcha, en La Abadía de Madrid, el denominado «Teatro de la Ciudad» , junto a Miguel del Arco y Andrés Lima, donde se representaron tres grandes títulos de ese género: «Antígona«, «Medea« y «Edipo Rey», este último adaptado y dirigido por el propio Sanzol. Pero hay otra catarsis que el dramaturgo pamplonés afincado en la capital de España emplea y maneja como nadie: la catarsis del humor y de la risa . Este instrumento lo ha utilizado en prácticamente toda su producción, como, por ejemplo en «La calma mágica« o «En la luna» , donde se nos planteaba que crecer duele, pero ese dolor aparecía tamizado gracias a un humor tan fresco como lúcido.

Experiencia personal

Ahora, quizá como en ninguna otra de sus piezas, la catarsis del humor tiene un papel preponderante en «La respiración», escrita y dirigida por él, que sube a las tablas de La Abadía, en coproducción de esta con La Zona, entre el 20 de enero y el 28 de febrero.

«La respiración» se basa en una experiencia personal del propio autor que le sumergió en la infelicidad: la ruptura de su matrimonio con la actriz Lucía Quintana. «Hace un año me separé y eso, como suele ocurrir, me lanzó de bruces a la incertidumbre. Una incertidumbre que no deja de estar presente en la vida, pero que se acentúa en los momentos complicados. La obra surgió como una manera de superar el dolor que me produjo la separación. Encierra, en este sentido, un objetivo curativo. Desde luego para mí, y creo que también puede hacerse extensible al público, aunque no se encuentre en esa tesitura concreta. No quise, sin embargo, abordar la cuestión de forma trágica, sino que desde el principio tuve muy claro que lo haría en clave de comedia , de comedia romántica, con una gran carga humorística».

El dramaturgo y director de escena Alfredo Sanzol Kako Rangel

¿Una comedia romántica que parte de una situación de desamor? Sí . Sanzol no tiene dudas al respecto: «Es una comedia de amor, en la que se cree y apuesta por el amor, aunque, naturalmente, haya una crítica de esa idealización amorosa, que nada tiene que ver con la realidad de las relaciones de pareja. Pero no es en absoluto pesimista. Estoy convencido de que, en un divorcio, lo primero que tienes que evitar es hacer una enmienda a la totalidad del amor, o ver la cuestión como un asunto de género. Que se haya terminado una historia no significa que se hayan acabado todas las historias ».

«La respiración» la protagoniza Nagore, interpretada por Nuria Mencía, una mujer de 43 años que se ha separado hace un año y no consigue aceptar su nueva situación. «La primera imagen que me asaltó fue la de una Nagore que hiperventilaba y se desmayaba. Por eso, tiene que volver a aprender a respirar de una forma normal y calmada. Recuerdo que cuando me separé, Pietro Olivera, que en esta comedia encarna a uno de los personajes masculinos, y es también profesor de yoga, me decía que lo que tenía que hacer era respirar. Es la base, simple pero a veces difícil, del bienestar, Y tampoco olvido lo que leemos en «La fiesta de la insignificancia», de Milan Kundera : “Respira, amigo mío, respira esta insignificancia que nos rodea; es la clave de la sabiduría, es la clave del buen humor”. Nagore emprende un viaje para reencontrarse a sí misma, para dejar de maltratarse, de sentirse culpable. Porque está viviendo la separación de forma muy conflictiva, a diferencia de otro personaje masculino, también separado, que la ve mucho más relajado. En el proceso, es vital la ayuda de su madre , que a sus más de sesenta años tiene una intensa vida amorosa».

Como es habitual en su producción, en esta pieza también la fantasía desempeña un papel esencial

La escritura de la obra y la preparación del montaje han sido singulares: « He trabajado a pie de escenario . Hice dos talleres con los actores, en donde se realizaban improvisaciones y poníamos en común vivencias y sentimientos de todos relacionados con el amor. Es la primera vez que me he embarcado en este método, del que he salido muy satisfecho. Ha resultado muy enriquecedor».

Lo que no ha cambiado es el papel que representa la fantasía en la dramaturgia de Sanzol. Comenta: «Toda la función encierra también un código de fantasía. Me gusta utilizarla, como punto de partida que me proporciona mucha libertad, aunque en esa fantasía trato de emociones y situaciones muy reales». Así, Nagore hace «aparecer» a su madre, quien le aconseja que es hora de abandonar el duelo. Vivirán una divertida aventura llena de sorpresas . ¿Lo que ocurre es producto de la imaginación? Quizá de la magia del teatro. Lo importante es que Nagore aprende a respirar y que la catarsis del humor funciona.

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