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LIBROS

«El ‘Refugees Wellcome’ es un romanticismo que te explota en las narices»

En «Sofía o el origen de todas las historias» Rafik Schami hace literariamente lo que en la vida real nunca podría: regresar a su patria, Siria. De ella habla en esta entrevista. De la crisis que vive Europa. Del necesario diálogo con los musulmanes

Rafik Schami, autor de «Sofía o el origen de todas las historias»

ROSALÍA SÁNCHEZ

Rafik Schami, seudónimo de Suheil Fadél, cruza presuroso la estación central de Fráncfort y aborda sin preámbulos, apasionadamente, el entramado de experiencias y reflexiones personales de las que se nutren los personajes de su último libro, « Sofía o el origen de todas las historias » (Salamandra). No se muerde la lengua al comentar la política europea de asilo desde el punto de vista de un sirio nacionalizado alemán . Aunque es evidente que Damasco brilla en sus ojos y corre por sus venas, también lo es que ha echado raíces con fuerza en Alemania, dando lugar a un valioso injerto cultural que se materializa, por ejemplo, en su negativa a dejarse invitar a un café: «No puedo permitirlo. Aquí está usted en mi casa».

¿Quién es Sofía? ¿Dónde está el origen de todas las historias?

Para construir el personaje de Sofía me inspiré en dos mujeres reales, las uní en una sola persona. Son dos mujeres que comparten su gran inteligencia e intuición, su fuerte personalidad y un tipo de sabiduría amorosa que las lleva a permanecer en segundo plano hasta el momento en que ven necesario dar un paso al frente. Sin ellas, como sin Sofía, sería imposible contar el mosaico de historias y personajes que aparecen en la novela. Es una mujer de vida plena, que vive con un hombre maravilloso pero al que engaña, esa es su debilidad.

Usted huyó de Damasco en 1971, como uno de los personajes, Salman, que en este libro regresa a Siria para reencontrarse con sus orígenes. Pero usted no ha vuelto

Me hubiera gustado, pero allí sigo siendo perseguido y el régimen de Assad no es para andar jugando con él. Demasiado arriesgado. Por eso he enviado allí a Salman, para vivirlo a través de él. Pero eso el libro habla de utopías que se esfuman

¿Qué diferencias hay entre usted y los refugiados sirios que llegan ahora en masa a Alemania?

Yo vine de forma legal, como doctorando licenciado anteriormente en química en Damasco. La segunda gran diferencia es que yo vengo de una familia acomodada que me proporcionó ingresos hasta que pude valerme por mí mismo. Y esta no es solo una cuestión económica. De niño asistí a un colegio de élite en el que leíamos literatura europea y hablábamos francés. Estaba familiarizado con lo mejor de la cultura europea y sus valores. Los actuales refugiados sirios llevan un iPad y un iPhone en la mochila, han visto películas americanas, pero no saben nada de Europa y su cultura. No distinguen, por ejemplo, entre España y Alemania. No conocen la Historia, creen que España fue árabe, no que estuvo ocupada por los árabes. No están informados… El régimen ha basado el sistema educativo en la propaganda y los prejuicios. Ellos han sufrido las consecuencias. Además, llegan en una situación desesperada. Lo han perdido todo: su profesión, su casa, su familia, su vida… y encuentran una atmósfera hostil. En los 70 éramos bienvenidos, la universidad quería ser internacional…

«La Primavera Árabe nunca existió. Assad siempre mantuvo el poder y siempre fue un gélido invierno»

Esos son los sirios que Salman se encuentra a su vuelta en Damasco. Su primo, que trabaja en el servicio secreto de Assad, dice frases como: «Todas las europeas son unas putas»

Ese es el tipo de mentalidad que hay que atacar de raíz cuando llegan a Europa. Europa cometerá un error irreversible si no ataja esa sociedad paralela que puede terminar comiéndole las entrañas. Y ahí, perdóneme que le diga, los competentes son la policía y la justicia. La Constitución debe hacerse cumplir en todos y cada uno de los centímetros cuadrados del territorio de Alemania. Es necesario dejarles muy claro cuáles son aquí las normas y en lo que creemos. Que aquí una mujer tiene los mismos derechos que un hombre, que los homosexuales pueden vivir tranquilos sin que nadie les moleste o les amenace, que aquí se puede pensar de forma autocrítica y sin tabúes… Todo eso deben respetarlo.

¿Están amenazados los valores europeos, cristianos y occidentales, por la llegada masiva de refugiados, como proclaman movimientos sociales y partidos de extrema derecha?

Los valores europeos cristianos y occidentales están amenazados, pero no por los refugiados, sino por las debilidades y contradicciones de esta sociedad. Las sociedades paralelas no son fruto de la fuerza del fundamentalismo, sino de la debilidad de nuestras sociedades democráticas. Si en Berlín, Bruselas, París o Barcelona hay barrios en los que gobierna el fundamentalismo, la responsabilidad es de la policía y de la justicia local, de la debilidad y de la corrupción.

Los intelectuales también podrían decir algo al respecto

Un intelectual no puede llamarse así si no actúa al respecto. Un hombre no es sabio por haber leído muchos libros, sino por utilizar lo que ha aprendido en ellos en beneficio del pueblo. Y no estoy hablando de ideologías, hablo de evitar simplificaciones perversas, como los movimientos anti-islam. Vamos a ver, ¿qué es el islam? Si su hijo y el mío violan a una muchacha, no diremos que dos católicos la violaron, diremos que dos violadores han de ser condenados. Los intelectuales de uno y otro lado que no aclaren esto no son intelectuales, son oportunistas.

«Si en Bruselas, París o Barcelona hay barrios fundamentalistas, la responsabilidad es de la policía y de la justicia local»

En la novela subyace un diálogo íntimo entre el islam y el cristianismo

No es un diálogo sencillo, no es de color de rosa. A veces es mortal, como cuando el padre musulmán ordena el asesinato de su hija por haberse casado con un cristiano. Es un diálogo real, no susceptible de convertirse en objeto de propaganda, sino entablado por seres que lo sufren y que pagan un alto precio. Es muy necesario evitar el romanticismo en ese diálogo.

¿Es entonces un error el «Refugees Welcome»?

No es que sea un error, es una simplificación, folclore, una ilusión, un romanticismo que te explota en las narices al minuto siguiente. La integración es un proceso muy lento, que lleva generaciones. Veremos los primeros resultados en veinte años. Por ello esos eslóganes son dañinos. A Merkel le recomendaría que tome como imagen no el caballo, sino la tortuga, que avanza mucho más despacio y se mueve mucho más cuidadosamente, además de que vive mucho más tiempo. Si su política está separando a Alemania del resto de los europeos, debe pararse a pensar qué está haciendo.

¿Prefiere la postura de países europeos que se niegan a acoger refugiados?

Déjeme que mencione antes otra cosa. No puedo evitar mirar primero a países árabes con grandes recursos y que no están haciendo nada. Le hablo de Arabia Saudí, de Catar… que señalan a Europa con dedo acusador, que financian la construcción de mezquitas en Europa, pero que no están dispuestos a hacerse cargo de los refugiados. Es una gran vergüenza. Países con muchos menos recursos, como Turquía, Jordania y Líbano, han acogido ya a más de tres millones de personas… mientras los administradores de La Meca se quedan de brazos cruzados. Y déjeme decir también que hubiera bastado una sola palabra enérgica de Estados Unidos para cambiar eso, pero Obama no ha hecho absolutamente nada.

«Francia, Holanda, Bélgica… han sido suministradores del gas que Assad utiliza para ataques químicos»

Y, por si era poco complicado, llegó la Nochevieja de Colonia, que causó una especie de trauma en la gestión de la crisis de los refugiados.

Lo que les pasa a los europeos es que tantas décadas de bienestar han entumecido su percepción. Ven lo que quieren ver. Van a hacer turismo por el mundo y se llevan a casa una imagen romántica, muy falsa. Van a Palmira y hacen fotos de unas extraordinarias ruinas, sin percatarse de que a escasos 500 metros del aeropuerto en el que han aterrizado está una de las peores prisiones del mundo, en la que unos 20.000 hombres de la cultura, periodistas, profesores, opositores…, sufren crueles torturas y son eliminados sin piedad. Y los refugiados, de alguna manera, han llegado para recordar lo que realmente pasa en el mundo, lo que realmente nos amenaza. La reacción, infantil, es levantar vallas para evitar que esos horrores traspasen fronteras. Pero el horror existe y tarde o temprano acaba afectando, con o sin vallas.

¿Qué puede hacer Europa?

Por una parte está lo que puede dejar de hacer. Francia, Holanda, Bélgica… han sido suministradores del gas que Assad utiliza para ataques químicos. Créame, yo soy químico, sé que Siria sola no puede fabricar esas armas. A partir de ahí, no hay respuestas fáciles, solo hay que pensar en el conglomerado de poderes e intereses implicados en Siria: Irán, Arabia Saudí, Líbano, Hezbolá, Turquía, los kurdos, Irak, Israel, Rusia, EE.UU., además del régimen de Assad. Pero lo más importante es no olvidar ese problema, tenerlo presente. Un amigo que estuvo preso varios años me contaba que el peor momento fue cuando un carcelero le dijo: «Yo soy tu Dios, dispongo de tu vida y de tu muerte y, si desapareces, nadie preguntará nunca por ti». Europa puede seguir preguntando una y otra vez. Y haciendo presión. EE.UU. y la UE, juntos, tienen el poder suficiente para hacer presión. Y los rusos están deseosos de que se les reconozca como actores internacionales, hay que implicarlos en la solución. No hablo de implicarse militarmente, sino de posiciones económicas estratégicas. Eso sí tendrá efecto.

¿Y cómo entendernos con los musulmanes que ya están aquí?

Con firmeza, aclarándoles las cosas, pero con cordialidad. Lo que los radicaliza es la hostilidad. La mayoría de los refugiados son musulmanes, de acuerdo, pero no pisan nunca una mezquita. Si llegan a Europa y encuentran hostilidad, rechazo, si se sienten vapuleados, insultados, acosados, entonces es muy fácil que venga el imán de turno a decirles: «¿Veis cómo os odian?, ¿veis que son el enemigo?». En este sentido, la libertad de expresión es un derecho que debe ser garantizado, por supuesto, pero ¿de verdad es necesario dibujar viñetas insultantes de Mahoma?

Triste final para la Primavera Árabe...

La Primavera Árabe es una leyenda, nunca existió. Assad siempre mantuvo el poder y siempre fue un gélido invierno. Lo único que cambió es que la gente rompió, abrió un hueco en el hielo para gritar al exterior. Estoy seguro de que el 80 por ciento de los que ahora son refugiados volverán y llevarán auténticos aires de democracia, después de lo que han visto aquí. Le aseguro que en el mismo momento en el que dejen de caer bombas, querrán volver

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