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ARTE

«Lo político y lo poético conviven en mis obras»

La mirada más ácida sobre los tópicos andaluces y españoles llena el CACMálaga con los «Ritos de fiesta y sangre» de la sevillana Pilar Albarracín

Pilar Albarracín trabajando en su estudio
Manuel Muñiz Menéndez

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El CAC Málaga se hace cañí, pero sólo en la superficie. Los toros, macetas con flores y motivos folclóricos que lo llenan llevan la firma y la mirada ácida de Pilar Albarracín (Sevilla, 1968), que presenta allí una selección de trabajos de los últimos 15 años que aún no habían sido mostrados en España.

–Esta muestra abarca 15 años de trabajo. ¿Cómo ha evolucionado su obra en este tiempo?

–Esta exposición es una selección de trabajos producidos en los últimos 15 años que no habían sido mostrados en nuestro país. Para mí el arte es un instrumento privilegiado de saber. Sigue siendo un medio fundamental para traducir y dar forma a las inquietudes internas del ser humano, para generar propuestas críticas y cuestionar los estereotipos sociales, roles de género, etcétera. Es una forma de contribuir al deseo de transformación de la realidad, a la construcción de un mundo mejor, desde nuevas propuestas estéticas y políticas. A través de mis obras, trato de hacer partícipes a los espectadores de mis inquietudes. Estas inquietudes son a la vez personales y políticas. Para mí lo político y lo poético conviven en las obras. El arte es un espacio de reflexión dónde mis pasiones individuales se entremezclan con las tensiones del entramado social y cultural del tiempo y lugar en el que me ha tocado vivir.

–¿Cuáles serían las inquietudes que más la influyen?

–He trabajado bastante con temas de género, desigualdades sociales, minorías… Al final, uno de los problemas que tenemos los artistas es que nuestra obra a veces se ve de forma fragmentada. Yo creo que el artista contemporáneo lo que tiene que ofrecer es un punto de partida para una reflexión. A veces, cuando me piden que explique mi obra, considero que tampoco es mi papel. Dentro de la obra intento poner diferentes niveles de lectura, pero una cosa es la obra y otra es explicarla, diseccionarla de cabo a rabo. Por ejemplo, en la obra «Asnerías» partimos de los «Caprichos» de Goya, de la serie del mismo título en la que el animal suplanta al hombre en una serie de oficios; yo quise partir de esa referencia para hablar del problema que tenemos hoy con la educación.

–¿Prefiere dejar que el espectador busque el significado?

Hablo como mujer nacida en Andalucía, a finales del siglo XX, pero pongo mis reflexiones al servicio de un contexto más amplio

–La gente cuando va a una exposición no tiene por qué tener una gran preparación teórica, aunque no siempre es fácil pillar una obra sarcástica. Un ejemplo es la obra con el pavo y la pava [«Pavos reales», 2010], que mucha gente no entiende. Lo que hice fue cambiarle los atributos, al macho le puse la cola de la hembra y a la hembra la del macho, porque en el reino animal los que son realmente exuberantes (para atraer a las hembras y para asustar a los contrincantes) son los machos. Mucha gente entra en la sala y tampoco se da cuenta. Es lo que te decía sobre los diferentes niveles, igual que las referencias a la cultura popular, como la obra en la que tienes que apretar los cuernos del toro para medir tu fuerza [«El toro», 2015]: en nuestros ritos y en nuestras costumbres más populares está el elemento de que el hombre mida su fuerza. Así es como, poco a poco y sin que casi nadie se dé cuenta, se van metiendo ideas.

–¿Trata de transformar las ideas del espectador a través de sus obras?

–Creo que se pueden combinar en los trabajos una cierta estética agradable o una cierta calidad formal con un poco de “caña” social y política.

–¿Considera que el artista tiene un papel social importante?

–Yo creo que sí. Hay varios niveles de artistas y todos son respetables. Hay gente que lo que le gusta es pintar un paisaje y ya está; y yo lo veo genial, tiene buena mano, tiene buen gusto para los colores… Es más, incluso me gusta. Pero para mí el arte tiene que tener una connotación política y social.

–Parte de los estereotipos españoles, y especialmente andaluces. ¿Se puede alcanzar lo universal a través de lo local?

Creo que lo que tiene que ofrecer el artista contemporáneo es un punto de partida para la reflexión

–Juego, en parte de mis trabajos, con los iconos folklóricos que, supuestamente, traducen la identidad de un pueblo, cuando en realidad a menudo sirven para encerrarla en cómodos clichés. Hablo como mujer nacida en España, en Andalucía, a finales del siglo XX pero pongo mi experiencia y mis reflexiones al servicio de un contexto más amplio. Es un buen ejercicio cuestionarnos las «verdades» establecidas e invitar al visitante a que construya sus propias verdades.

–Destaca en su obra su gran variedad en cuanto a técnicas. ¿Se siente cómoda con todas ellas?

–Si, muy cómoda. Cada idea decide como quiere tomar forma…después llega la producción y he tenido la suerte siempre de contar con muy buenos profesionales que me han ayudado a materializar esas ideas.

–Una técnica que usa mucho es el bordado. ¿Por qué la introdujo en su trabajo?

–Utilizo la técnica del bordado, tradicionalmente asociada a las labores femeninas, porque me parecen muy interesantes todo este tipo de expresiones populares. Las primeras feministas trataban temas normalmente excluidos en el arte tradicional, a través de los bordados o los «patchwork», por tanto, la utilización del bordado en el arte contemporáneo tiene un antecedente claramente político y a la vez supone una reivindicación de las artes conocidas como menores.

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