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LIBROS

«Poesías completas»: Cavafis, en la tierra de nadie

La lírica y la figura del poeta griego tienen una lectura muy compleja. Esta edición de toda su obra busca respuestas

El poeta griego Constantino Cavafis (1863--1933)
Jaime Siles

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Cavafis -como Pessoa, como Alonso Quesada y como Borges- tuvo una excelente educación inglesa , nació en Alejandría, vivió durante siete años en Londres, donde en 1877 recibió la nacionalidad británica y, tras residir en Estambul tres años, regresó a su ciudad natal, con la que se identificó y de la que llegó a hacer algo así como un «mitologema». Su formación cosmopolita y el alejamiento geográfico de Atenas le permitieron permanecer, si no ajeno a la «cuestión de la lengua», sí a la distancia suficiente como para escribir en un «lenguaje híbrido», que se ajusta muy bien a la voluntad de su estilo visible en su escritura y que le da un aura de tierra de nadie, muy adecuada para las sensaciones y situaciones que desea expresar, al tiempo que lo libera tanto de las herencias del romanticismo como de las rutas que el simbolismo en sus variantes iba a tomar.

Esta voluntaria mezcla de arcaísmo y neologismo constituyen los rasgos distintivos de su gramática, que, como advirtió Seferis , no deja de tener su dificultad, pero que le permiten articular una instancia de discurso, historicista más que culturalista, fruto de muy amplias lecturas, con las que elabora un código poético que tiene como repertorio la antigua diáspora griega y, sobre todo, el periodo helenístico , que es el que más veces y mejor tematizará.

Coloquialismo e ironía

Inscrito -como muy bien Vio Antonio Tovar- en la tradición del epigrama, del que toma sus tonos, pero también en la de Horacio , al que en más de una ocasión remite, supo dar a las modernas posibilidades de este género un tipo de máscara, muy distinta a la acuñada por Browning y desarrollada luego por Yeats, que es la que siguieron Pessoa, Pound, Cernuda y Borges. Coloquialismo e ironía conforman su modo de decir; los historiadores (Polibio, Plutarco, Dión Casio y Apolodoro) le suministran temas y motivos.

Asiduo lector del Sinaxario, sabe hacer un hábil manejo de las contraposiciones de espacios y de tiempos , generando no tanto una angustia como una inseguridad y una emoción derivadas de la inestabilidad y de la incertidumbre, dos signos de nuestro tiempo -y de todos los tiempos- que explican la condición de clásico que con toda razón disfruta. Más que un poeta griego es un poeta mediterráneo en el sentido en que la precisa introducción de Pedro Bádenas nos lo hace ver.

«Poeta Doctus» donde los haya, su lectura necesita siempre el apoyo de la nota explicativa. Y esto es uno de los muchos méritos que esta admirable edición -pese a sus también numerosas erratas- tiene y que hay que reconocer, pues se trata de la más completa y ambiciosa reunión de la textualidad poética cavafiana. El mundo de Cavafis es tan unitario como la compleja forma en que lo vierte. Muchas de sus creaciones son perfectas. Hoy podemos leerlas sin el velo con que, por la moral impuesta por la época, su autor se vio obligado a disfrazarlas. Mucho, muchísimo es lo que puede aprenderse en la poesía de Cavafis.

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