Pintar a punta de tijera

Un gesto aparentemente arbitrario da lugar a esta exposición. Se trata de la reunión de un cuadro de Miró , procedente de la colección de la Fundación Banco Santander, con algunas greguerías publicadas en ABC durante la República e ilustradas por el propio Gómez de la Serna. Parece tratarse una vez más de aquel encuentro fortuito de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de disecciones del que hablara Lautréamont, y que se constituyó en una especie de ideal regulativo para los surrealistas.

De hecho, este principio de reunión fortuita o arbitraria de elementos inconexos parece haber sido también el hilo conductor de esta reciente exposición de Abigail Lazkoz (Bilbao, 1972) para el Museo ABC , dentro de Conexiones, programa que invita a un artista relacionado con el dibujo a establecer un diálogo entre su propia obra y algunas piezas escogidas, procedentes de las colecciones de la Fundación Banco Santander y del Museo ABC.

La azarosa relación de esta exposición con el Surrealismo se ve reforzada por el hecho de que, en las pocas ocasiones en que Gómez de la Serna se ocupó de Joan Miró lo hizo precisamente a propósito del Surrealismo. En su libro Ismos escribía Ramón: «Miró es la manzana del grupo, el fruto sin dubitaciones, y trae de su pueblo lleno de luz y de candor las mejores cosas surrealistas».

Es posible que algunas de las piezas presentadas en esta muestra se hayan dejado inspirar por algunas esculturas de Miró. Así, jarras de cerámica popular yuxtapuestas a bolas de cemento, o algunos dibujos de la artista, contrapuestos a platos ilustrados con fotografías paisajísticas, podrían hacernos pensar en que algo resuena aquí de mironismo, en complicidad con el humorismo ramoniano. Y otro tanto podríamos decir del llamado «principio collage», fundamental en la tradición surrealista , y que constituye, sin embargo, una especie de leitmotiv en la obra de Abigail Lazkoz desde hace muchos años.

Es posible también que de Gómez de la Serna haya tomado la creadora la idea del dibujo no como mera ornamentación del texto, sino como verdadera ilustración; es decir, como esclarecimiento, aclaración e iluminación de un pensamiento. Así, cuando en una de sus greguerías Ramón afirma intentar ver la realidad «como a través de unas tijeras» , cosa que ilustra con un dibujo suyo, Lazkoz cree ver allí casi una especie de autorretrato de alguien que desde hace muchos años se esfuerza por dibujar, pintar y pensar a punta de tijera.

No hacía falta esperar a la postpintura y todas esas zarandajas de la pintura sin pigmento. El principio collage -recortar y pegar- ya estaba ahí desde los surrealistas. Lazkoz no ha hecho más que volver a celebrarlo.