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ABC Cultural

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Pequeña nota para John Berger

«¿Es normal que una traductora llore al autor que traduce?». Pilar Vázquez, que vertió al español casi toda la obra de Berger, da sus razones

«Flor y animal II», de la exposición «como crece una pluma», de John Berger y Marisa Camino

PILAR VÁZQUEZ

Querido John:

Tengo tu última recopilación de ensayos en mi atril de traductora. «Retratos». Cuando me enteré de que te habías ido, estaba tecleando una frase tuya . Lo primero que pensé, recordando un antiguo ensayo que escribiste sobre Jack Yeats , fue si ... tu desaparición cambiaba en algo el sentido de aquella frase. Y luego me eché a llorar. ¿Es normal que una traductora llore al autor que traduce? Cómo no llorar cuando el autor, como lo hiciste tú, estableció con sus traductores una relación de colaboración , de igualdad, de hermandad. Cuando mostró una generosidad sin límites. Estos días he releído algunas de tus cartas, y siempre hay en ellas una simpatía, una solidaridad y una comprensión con el trabajo de quienes llevan tus palabras a otras lenguas que sólo alguien que también ha transitado entre las lenguas es capaz de mostrar. En una sola página de tu artículo «Autorretrato» dices más sobre la traducción que algunos libros académicos en varios capítulos. «Leemos y releemos las palabras del texto original con el fin de atravesarlas y así alcanzar, tocar, la visión o la experiencia que las provocó. Entonces recogemos lo que hemos encontrado, esa «cosita» temblorosa y casi muda, y la colocamos detrás de la lengua a la que es preciso traducirla. Hecho esto, llega la tarea principal, que consiste en c onvencer a la lengua anfitriona de que acoja, que dé la bienvenida, a esa «cosita» que está esperando a ser articulada».

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