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LIBROS

«El niño que robó el caballo de Atila», atrapados sin salida

Ese es el potente título de esta novela de Iván Repila. Miles de lecturas se esconden en sus páginas porque responde a las leyes clásicas de una fábula

El escritor bilbaíno Iván Repila Ángel Navarrete
José María Pozuelo Yvancos

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Es una suerte que Seix-Barral recupere esta «nouvelle» de Iván Repila (Bilbao, 1978), publicada entre su primera novela, «Una comedia canalla» (2012), y la última, « Prólogo para una guerra» (2017)». Dará visibilidad a un libro que pasó casi desapercibido en 2013 en la editorial Libros del Silencio, lo cual puede servir de autocrítica al sistema literario y crítico. Llevamos varios años asistiendo a un fenómeno que no puede ser casual cuando se prodiga: la emergencia de las distopías , que en otro lugar he defendido correlativas a lo que se llama novelas de la crisis . Hay novelistas que afrontan lo social de manera testimonial, directa. Otros, pienso en Lara Moreno, Pilar Adón, Isaac Rosa, Cristina Cerrada, Menéndez Salmón, Ginés Sánchez o Andrés Ibáñez, por señalar solo novelas de los últimos cinco años, elaboran tramas en las que han hurtado el cronotopo, definiendo tiempos y espacios apartados, extraños, insólitos, reducidos a lo fundamental semántico, con valor predominantemente simbólico.

Una prosa rítmica, muy elaborada, que esculpe palabras en las que anidan sensaciones

En el caso de Repila, el cronotopo es un pozo en el que están encerrados, en una época sin definir , dos hermanos a quienes el narrador denomina Grande y Pequeño. No tienen salida posible y van progresivamente consumiéndose. El hecho mismo de hurtar los nombres, pero también la significación de un rol de mayor y menor responsabilidad, apunta a que el autor ha querido que se lea este relato con la misma actitud con la que se reciben las fábulas, que remiten a sentidos universales y arquetípicos . Para que funcione el dispositivo arquetípico ha sido primordial no conocer nada de antecedentes, salvo la indicación de una bolsa de comida que el hermano Grande se niega a consumir por proceder de la madre. Lo social externo es casi inexistente pero la novela va perfilando lugares posibles de dominación y crueldad hacia seres desposeídos. Sea cual sea la causa, estas dos criaturas son víctimas de un mal superior a ellos , respecto al cual no cabe otra cosa que sobrevivir. Aunque el desenlace, que me ha parecido menos necesario, parece aportar algo de luz a la semántica de la novela, pero no la necesita, y aún más, se ve algo entorpecida.

Situación límite

Las fábulas hay que respetarlas porque se logran más perfectas cuando el lector no quiere o no precisa salir de ellas. Es el lector el centro, aunque parezcan serlo las decenas de estrategias que Grande y Pequeño van imaginando para sobrevivir . El lector es el que pone sentido, porque va percibiendo que lo importante no es si los dos hermanos logran sobrevivir a base de los gusanos y raíces que van consumiendo o que una sequía les deje sin beber hasta llevarlos varias veces a una situación límite. Todas las que el narrador va contando acentúan la dimensión simbólica nacida precisamente de la dificultad imaginada para la propia supervivencia.

Es directamente imposible e inverosímil que no mueran los dos. Y en esa inverosimilitud radica el valor arquetípico, porque no necesita la trama resolverse en lo que ocurre sino en lo que los dos hermanos imaginan para darse vida el uno al otro. Es ahí donde surgen los correlatos semánticos como son la necesidad del lenguaje, de la memoria, el valor de la dignidad, el amor, la solidaria convivencia . Finalmente, Grande y Pequeño se tienen el uno al otro como toda riqueza y en esa conciencia del valor del otro radica el único futuro de cada uno de ellos. No puede dejar de destacarse que la situación límite exige una narrativa llena de hallazgos para ir dando vueltas de tuerca a momentos extremos que no suenen a repetición.

Es muy hábil Repila en los pliegues de cada situación dramática. Pero destaca aún más por otro valor: la fuerza de una prosa rítmica, muy elaborada,que esculpe palabras donde anidan sensaciones y metáforas usuales en la poesía, menos en la novela. Por tal cosa resultan más eficaces. Los lectores recordarán mucho tiempo ese pozo y la gran dignidad que los sostiene en su indigencia solidaria.

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