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LIBROS

Merton de la «a» a la «z»

«Contemplación», «desierto», «no violencia»: son algunas entradas del «Diccionario» confeccionado en torno al poliédrico Thomas Merton. Un autor que admite múltiples lecturas

«Coro del Parral 4» (2013), fotografía de José Manuel Ballester

Daniel Capó

Catolicismo americano. Thomas Merton fue bautizado católico el 16 de noviembre de 1938. Por aquellos años, la Iglesia aún se consideraba a sí misma como el baluarte del dogma y la verdad , aunque, poco a poco, empezaba a desplazarse hacia una sensibilidad distinta, más moderna, que terminaría cristalizando en las reformas del Concilio. En ese proceso de modernización, la Iglesia norteamericana desempeñó un papel de avanzadilla, sobre todo a través de algunas de sus figuras públicas más relevantes: el novelista Walker Percy , la escritora Flannery O’Connor , la activista Dorothy Day , el propio Thomas Merton. Quizás quepa hablar de un renacimiento católico en Estados Unidos, similar al que había tenido lugar en Inglaterra medio siglo antes. En todo caso, fue un novelista inglés, Evelyn Waugh , quien subrayó en 1948 la sorprendente originalidad del catolicismo americano, del cual predijo que estaba llamado a dirigir la Iglesia del futuro. La experiencia vital de Thomas Merton se mimetiza con esta época acelerada de cambios y transformaciones que tuvo en Estados Unidos uno de sus rostros más significativos.

Contemplación. En «Misticismo para principiantes», de Adam Zagajewski , podemos leer un hermoso poema sobre un grupo de monjes que permanecen orando en vigilia mientras el poeta huye por una autopista francesa, alejándose para siempre de su hogar. En la obra de Thomas Merton, la vigilia constituye la palabra clave para discernir qué es la contemplación. La vigilia consiste en permanecer a la escucha, en un profundo silencio que alumbra la relación del hombre con el mundo. La vigilia sería lo contrario del ruido, del miedo y de la apatía. La vigilia y el amor, en definitiva, no se pueden distinguir, pues, como enseña San Agustín , amar «es el oír verdadero».

Contra la desesperación

Desierto. «El desierto -leemos en el «Diccionario de Thomas Merton»- no es un lugar en el mapa, sino el paisaje del corazón humano ». Diríamos que el desierto lo llevamos con nosotros, al igual que la tristeza. O la alegría. En esta tierra áspera y árida, nos enseña Merton, hay que protegerse especialmente de la desesperación, a la que define «como una forma perversa de orgullo».

Diálogo interreligioso. Poco antes de morir en un accidente en Bangkok, junto a los bancales del té en Darjeeling, Merton se entrevistó con el lama Chatral Rinpoche . Ambos conversaron durante tres horas «acerca de ese vacío último y perfecto […] que se encuentra más allá de Dios». Se trata de un buen ejemplo del sentido espiritual de Merton, que no se detenía en la tupida arboleda de la doctrina, sino que se dirigía hacia las cuestiones últimas: el amor, la compasión, el miedo, la esperanza … Aunque también mantuvo una abundante correspondencia con musulmanes y judíos, su relación con el budismo zen fue especialmente intensa . Consideraba que la meditación zen transcendía los límites culturales de cualquier religión. El zen, señala Merton, «no añade ningún comentario, ninguna interpretación, ningún juicio, ninguna conclusión. Simplemente ve». Viene a ser una forma de misticismo. El diálogo entre religiones que planteaba el eremita de Getsemaní bebe de esta fuente común.

Miłosz, a la luz de su experiencia bajo un régimen totalitario, fue muy crítico con los escritos de Merton sobre la paz

Dudas. A un hombre se le puede medir por la calidad de sus respuestas o por lo incisivo de sus cuestiones. Ante este dilema, Merton no dudaba acerca de su elección: «Yo tengo preguntas -podemos leer citado en el «Diccionario»- y, de hecho, creo que se conoce mejor a una persona por sus preguntas que por sus respuestas ». La razón resulta sencilla: si las respuestas nos limitan a lo que creemos conocer los interrogantes nos conducen más allá. Siempre más allá.

Miłosz, Czesław. Thomas Merton mantuvo correspondencia con algunos de los más importantes escritores e intelectuales de su época: de Evelyn Waugh a Boris Pasternak , de Dorothy Day al budista D. T. Suzuki . Por su intensidad, destaca el diálogo epistolar con el poeta polaco y futuro Premio Nobel Czesław Miłosz . Ambos eran hombres solitarios, movidos por un ideal de la trascendencia y testigos atónitos del horror en la historia . En él, Merton creyó hallar a un alma gemela, aunque en realidad sus respectivas sensibilidades no tenían tanto en común. «Una cosa es trazar los límites del misterio -escribió Miłosz- y establecer con claridad dónde arrancan las contradicciones insolubles de la existencia y otra muy distinta lanzarse a nadar en lo incierto, como sospecho que hacen muchos teólogos». ¿Pensaba lo mismo de las obras de Merton? Es probable. Miłosz fue especialmente crítico -según recoge la entrada que se le dedica en el «Diccionario»- «con los escritos de Merton sobre la paz, que leyó a la luz de su propia experiencia vital bajo un régimen totalitario». Como exiliado de un país gobernado por los comunistas, percibió en el monje de Kentucky a una especie de idealista que desconocía el alcance último del mal. Le alertó, en concreto, acerca de «las palabras que suenan nobles y giran en torno a lo obvio». En última instancia, sin embargo, las reservas del poeta polaco se asientan sobre lo que él denomina «la anatomía de la fe» o, lo que es lo mismo, la indagación acerca de las causas que nos impulsan a creer. Las grandes imágenes mertonianas, sugiere Miłosz, no ofrecen respuesta alguna a este interrogante.

Inquietud espiritual

Montaña de los siete círculos, La. Se trata de la obra más conocida de Merton, que se convirtió de inmediato en un «best seller» a escala mundial. Narra de forma novelada la vida del propio autor desde su nacimiento en 1915 hasta que realizó sus votos solemnes como monje trapense en 1947. A lo largo del relato, asistimos a la profunda inquietud espiritual de un hombre que rastrea incansable el sentido de la vida en un mundo que parece desmoronarse. La idea de la peregrinación, concebida como una búsqueda existencial , está presente desde la primera página. Con «La montaña de los siete círculos» -el título homenajea el Purgatorio de Dante-, Merton pasó a ser el monje más famoso de Estados Unidos.

No violencia. Desde muy pronto, Merton se comprometió con la lucha por la paz . En el ideal de la no violencia creyó descubrir el punto de encuentro entre la imprescindible fraternidad humana y el mandamiento del amor. Admiraba de un modo especial los ejemplos de Martin Luther King y de Mahatma Gandhi , de la filósofa francesa Simone Weil y del campesino austriaco Franz Jägerstätter , al que guillotinaron los nazis por negarse a servir en el ejército alemán. «El fin de la no violencia no es el poder, sino la verdad -escribió-. No es pragmática, sino profética». Para Merton, esa decisión inquebrantable de no contestar el mal con la fuerza representa «la única esperanza del mundo».

En la obra de Merton, la vigilia es lo contrario del ruido, del miedo y de la apatía

Política. El «Diccionario» no dedica ninguna entrada a la política como tal, pero muchas de sus preocupaciones -de la defensa de las minorías a la resistencia pacifista- alcanzan esa dimensión. Bajo la rúbrica «Movimientos sociales», leemos que Merton consideraba que el movimiento dirigido por King constituye «el mayor ejemplo de fe cristiana en acción en toda la historia social de Estados Unidos». Calificó la guerra de Vietnam como «uno de los errores más grandes y estúpidos de la historia americana». Sin embargo, es en una carta destinada al benedictino luxemburgués Jean Leclercq donde hallamos la definición más precisa de su ideario político: «La vocación del monje en el mundo moderno no es la supervivencia, sino la profecía». Hay que recordar que, en la tradición bíblica, el profeta es aquel que denuncia a los falsos dioses: el dinero, el poder, la mentira, la violencia … Que Merton se vio a sí mismo como un profeta parece obvio. Que quiso actuar y escribir como tal, también. La política para Merton consistió precisamente en defender aquello que le exigía su conciencia.

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