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LIBROS

«Grandes éxitos»: Antonio Orejudo, un viejo concierto roquero

El escritor madrileño recoge algunos de sus textos, antiguos y recientes, y los engloba bajo el título de «Grandes éxitos»

El escritor y crítico Antonio Orejudo (Madrid, 1963) J. Manuel Serrano
José María Pozuelo Yvancos

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No sé si es un acierto que un autor nacido en 1963, y por tanto en plena edad de creación, decida publicar un libro que tiene algo de testamentario , pues retrotrae la mirada a unos textos publicados hace varios años (algunos casi treinta), en especial cuando tenía éxito, lo que ha llevado al título del libro. No se trata de una edición a modo de antología escolar hecha por algún especialista con estudio introductorio, sino una especie de proclamación que Antonio Orejudo hace de la que ha sido su creación literaria, sus orígenes sin publicar, su estancia en Estados Unidos, los concursos a los que se fue presentando hasta lograr que dos de sus libros -«Fabulosas narraciones por historias» (1996) y «Ventajas de viajar en tren» (2000)- lo situaran en un lugar concreto de la novela humorística con temática de escritores profesores, en la estela de David Lodge ; con elementos, los de la cultura literaria escolar, que si tuvieron interés hace más de veinte años, deslucen un poco ahora, cuando los contextos son otros. Si acaso lo que resulta más salvable, porque ha ido a más, es la sátira que hace de lo políticamente correcto en las universidades americanas y, en concreto, en los estudios literarios.

Arqueología

Incluso la crítica sobrevenida de Orejudo queda muy acá respecto de soberbias novelas también sobre tal asunto, alguna tan densa y dramática como «La mancha humana» de Philip Roth. También queda algo de época pasada, con ciertos ribetes casticistas, el texto que el narrador asegura haber tenido muchos seguidores y notable éxito, como es el relato paródico del estilo de Javier Marías . A un lector actual educado en lenguajes narrativos le gustaría que estuviéramos también más allá de ciertos tópicos que Cela o Umbral sembraron con respecto al estilo de Marías. No preocupa tanto que se haga parodia de otros escritores. Es un género que se ha practicado siempre (de modo excelso en algunos poetas del siglo de Oro) sino que el argumento sobre el que se hace la sátira revela que no se ha entendido bien la poética narrativa del estilo digresivo o al menos que se ha quedado en la superficie.

Para que el lector entienda la naturaleza, traza una analogía con los conciertos en los que un cantante va desgranando, precedidos de breves introducciones, los éxitos que han jalonado su carrera. No deja de tener interés sociológico la comparación entre el que sería el supuesto auditorio original y el que puede resonar treinta años después, pero esta arqueología de la vida literaria o bien las parodias de las oposiciones universitarias, algunas nacidas con ingenio, dejan en el aire una sensación de viejo concierto roquero para nostálgicos. No alcanzo a ver la ganancia literaria un libro con este mensaje.

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