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LIBROS

Edurne Portela novela la brutalidad de ETA

En la línea de «Patria», «Mejor la ausencia» narra las consecuencias en una familia vasca del terrorismo fratricida de los etarras

Multitudinaria manifestación contra el terrorismo de los asesinos etarras
José María Pozuelo Yvancos

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Seguramente cuando apareció « Patria » de Aramburu la escritura de esta novela de Edurne Portela (1974) estaría ya muy avanzada, y se cometería una injusticia si las comparamos, aunque su cercanía y tema lo hagan inevitable. Cada novela debe ser enjuiciada por sí misma, y tampoco puede pedirse a Edurne Portela, que se inicia en la ficción, la maestría con la que Aramburu o Ramón Saizarbitoria , que llevan veinte años en ella, han tratado el asunto de las consecuencias que el terrorismo de ETA ha tenido en familias concretas del País Vasco. Hay que avanzar que pese a su poca experiencia en el género, Edurne Portela nos entrega una novela enjundiosa, bastante buena, que si no alcanza la calidad de «Patria» o de «Martutene», quizá se deba a razones diferentes a la intención que mueve unas escrituras nacidas todas en la convicción de la responsabilidad que la literatura tiene para decir lo que fuera de ella no puede decirse del todo. Tampoco desde el ensayo. Digo esto porque Portela afrontó así la cuestión en su libro anterior, «El eco de los disparos» (2016), de expresivo título

Mirada de una niña

La singularidad de «Mejor la ausencia» es que hace descansar la perspectiva en la protagonista, Amaia Gorostiaga, una niña de un pequeño pueblo próximo a Bilbao, que va creciendo conforme la novela avanza, contando su vida y la de su familia con sujeción a las señales que ella percibe. Tan manifiesta es la elección perspectivística que resultan enfadosas las primeras páginas, al haber adaptado el estilo narrativo a la simplicidad de la niña , con frecuentes oraciones copulativas muy simples. Lo advierto para que se tenga paciencia, pues luego el estilo de la novela mejora. Pero fuera del estilo, la radicalidad perspectivística con la que se ha planteado permanece en toda ella. Aquí reside la diferencia literaria mayor con «Patria», puesto que Aramburu cuidó que las tragedias familiares fueran contempladas desde un caleidoscopio cuyo punto no permanece fijo, sino acompasado a las vivencias de muchos personajes, lo que le permitió que los avatares adquirieran una complejidad literaria que la obra de Portela no tiene en igual medida.

La novela está sujeta a Amaia, a lo que ve y lo que siente como niña, adolescente y joven separada después. Tal dependencia le proporciona fuerza expresiva como novela de personaje , pero no favorece que aparezca la rica complejidad de los asuntos que trata, de enorme calado, tanto personal como colectivo. Hay incluso momentos en que se construye casi como novela de iniciación. Por fortuna, ni siquiera entonces se pierde el hilo del fondo social y político del terrorismo de ETA y de su peso sobre la familia. Todo va viviéndolo Amaia como una tragedia familiar, víctimas de una locura nacionalista que penetra hasta la médula en la convivencia de toda la familia.

Condena

Una novela sobre ETA, y mucho más si su autora es una joven vasca, tiene que enfrentarse al punto de vista ético, que la narradora nunca pierde, y era bien difícil. Queda clara su condena, y huye del peligro de la equidistancia para buenos y malos. Cuando sale de los contextos personales y va a los sociales, como en la atmósfera totalitaria que se impuso con la «kale borroka», la novela gana mucho porque ayuda a aclarar la propia desestructuración familiar que el terrorismo provoca al ser literalmente fratricida.

No estoy seguro de la eficacia de la opción de las dos partes de la estructura narrativa, la primera hecha de indicios inexplicados y una segunda de rellenado de esas lagunas. Hacerla metaliteraria me parece que peca de cierta artificiosidad. Casi hubiera sido mejor dejar que un personaje siniestro como Carlos o la oscura procedencia de la fuente de ingresos del padre, los imaginara el lector. Cuando la segunda parte los explica, la pedagogía gana y la literatura pierde. Con todo es una novela valiente, que colabora a ese relato necesario que solo escritores vascos pueden llevar a cabo.

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