«Diario de un poeta recién casado», ¿cómo sería la poesía sin Juan Ramón Jiménez?

Jaime Siles

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08/11/2017
Actualizado 09/11/2017 a las 12:08h.

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Pocas obras más en marcha y a la vez más abiertas que la de Juan Ramón , que, como dice Caballero Bonald en su « Examen de ingenios» , «ha logrado con absoluta contundencia sobrevivir a los posmodernos». Los «borradores publicados» que fueron para él sus propios libros y la revisión continua a que sometió todos sus escritos convirtieron éstos en una incesante corrección tendente a que cada poema suyo fuera todo él. Escribir, para él, era corregirse para en ese reescribirse hallar un modo de sobrevivir. Y es que consideraba que su mejor obra era el constante arrepentimiento de su obra, una obsesión que es posible que derivase de su época de pintor. Estas «Historias» (Fundación José Manuel Lara, 2017) , compuestas en Moguer entre 1909 y 1912, coinciden con parte de los años de la escritura de «Platero y yo» (1906-1912), y, aunque publicados por el poeta en sus antologías, nunca llegaron a componer un libro completo.

Esta es, pues, la primera vez que se reúne en un solo volumen estos 61 textos, de los que 27 son inéditos. Rocío Fernández Berrocal los define como « un canto a la vida desde la conciencia de su verso» , a la que no es ajena la injusticia social, ni la de la naturaleza, ni la plástica de la época. Lo que se objetiva en las distintas variantes y versiones. Otros preludian el romance de Lorca, y versos como «Las golondrinas van en olas indolentes» adelantan otros de Gerardo Diego . Muchas de estas composiciones se mueven entre el sueño y el ensueño y se inscriben en una poética presimbolista o simbolista «in fieri», en la que hay alejandrinos inacabados y aciertos como «es una primavera marina la memoria». Su poética se resume en hacer de nuevo pasajero lo eterno y, en el ocaso mágico, captar lo infinito.

«Diario de un poeta recién casado» es un libro con trasfondo existencial y personal muy preciso , objetivado en tres símbolos -el cielo, el amor y el mar-, articulado en seis partes y con una mezcla de verso y prosa, en la que una nueva sintaxis poética sirve de expresión a un sistema simbólico. Todo el libro está interrelacionado en sus motivos y sus temas, que hacen referencia los unos a los otros y tienen vasos comunicantes entre sí. La influencia de la poesía norteamericana desplaza a la francesa y los poemas buscan una mayor condensación. La edición de Predmore aclara las múltiples cuestiones que el libro ya en su tiempo planteaba y explica muy bien cómo y por qué «Diario de un poeta recién casado» ocupa un lugar central en toda la creación juanramoniana y de qué modo contribuyó en su día a generar un nuevo tipo de lector : el que representan los poetas del 27, que partirán de él.

«Diario…» es, pues, un libro fundador, y no sólo de la nueva poesía que en el siglo XX se iba a escribir en España sino también de la mejor que iba a escribirse en Hispanoamérica, como el propio autor dice en sus conversaciones con Ricardo Gullón. Juan Ramón llegó a él mediante un proceso de autodisciplina y reflexión poética y metapoética que le permitió alcanzar esa deseada desnudez, que no es otra cosa que poder expresar su realidad con palabras propias.

Así lo vio uno de sus primeros reseñadores, Isidoro Solís, cuando en 1917, en «Polytechnicum» de Murcia, señalaba «el pensamiento profundo, la descripción nueva, la sensación artísticamente transmitida, la imagen plástica y original», reconociendo en ello tanto el lirismo como la ironía y los ecos de Marinetti , algo que fue incapaz de advertir y comprender el sabio filólogo don Julio Casares, que, en un resumen bibliográfico del año 1917 publicado en el diario ABC, definió el libro como «obra de franca decadencia». Este libro de Juan Ramón describe un viaje múltiple : hacia Zenobia, claro, con la que se va a casar, pero también hacia sí mismo y hacia su obra, con los que aquí, y para siempre, va a encontrarse. ¿Qué hubiera sido, qué sería la poesía española del siglo XX sin este libro y sin Juan Ramón?