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LIBROS

«Un pie en el río», cuestión de cambio

Con su ensayo «Un pie en el río», Felipe Fernández-Armesto da otro paso en la Historia global y estudia el cambio como reto de nuestra especie

Detalle de la evolución humana según Ernst Haeckel (1834-1919)

MANUEL LUCENA GIRALDO

En una memorable entrevista que hicieron al autor de este libro, le preguntaron si a la vista de su producción historiográfica se le podía acusar de disperso. En efecto, Felipe Fernández-Armesto ha publicado sobre las islas Canarias tras la llegada de los castellanos; viajeros como Cristóbal Colón, de quien escribió una estupenda biografía; o Américo Vespucio, un tipo de lo peor. También se ha ocupado del devenir de los alimentos; el concepto de verdad; la ciudad de Barcelona; el año milagroso de 1492 y la Historia global. Su ingeniosa respuesta ante la insidiosa pregunta periodística fue: « No me considero un historiador disperso . Me ocupo de un solo planeta, la tierra en que vivimos».

Bien agitado

La obra que publica ahora representa un paso más en su, afortunadamente para nosotros, tendencia a la dispersión. Sólo en apariencia, hay que decirlo. Nos encontramos ante un ensayo de Historia global, pero de un nuevo tipo. Un pie en el río es posdisciplinar, porque lo agita todo, como exigen estos tiempos globales, pero es sobre todo un libro bien articulado y honesto . ¿Y de qué trata? Del cambio como gran reto al que se enfrenta la especie humana, y de los límites de las teorías que lo han explicado, en particular evolucionismo, darwinismo social y similares.

El énfasis de Fernández-Armesto en la definición de cultura no es casual. Son las culturas las que nos hacen humanos, pero cuidado, porque no estamos solos en el planeta, y quién sabe si en el universo. Formamos parte de la Naturaleza y en ella se inscribe lo cultural, que es parte de un esfuerzo. La cultura la aprendemos. No solo nosotros. Chimpancés y orangutanes, «criaturas con cultura», tienen comportamientos «humanoides». Usan herramientas, lloran y ríen, hacen la guerra y practican el imperialismo.

Son las culturas las que nos hacen humanos, pero cuidado, no estamos solos en el planeta

El libro plantea que ni Naturaleza ni cultura existen por separado, pero entre los humanos tenemos la posibilidad de estudiar la «Historia» como análisis del proceso de cambio. Este constituye el objeto de los tres primeros capítulos, l as teorías en el mundo occidental, posiciones de científicos y expertos, el fracaso a la hora de conseguir un punto de vista consensuado.

Para bien o para mal

Los cinco restantes capítulos exponen la teoría. La Historia actual y la reciente nos obligan a encontrar de manera urgente explicaciones convincentes a los cambios veloces y asombrosos que nos suceden. Por eso, el autor mantiene que las culturas no evolucionan, no se desarrollan, no progresan, ni siguen ninguna trayectoria regular, lineal o predecible. Se limitan a cambiar, para bien o para mal, no de modo determinado hacia esquemas complejos, pues a veces se hacen más simples.

¿Quiere esto decir que «Un pie en el río» es un libro antievolucionista? En absoluto. Ni se lo plantea. Lo que trata es de responder desde argumentos que podríamos llamar humanistas a la acometida reciente de los «evolucionistas culturales», última etiqueta de quienes han pretendido hallar «una teoría unificadora y productiva» del desarrollo de nuestra especie. La razón última de esta falacia determinista es la limitación de la libertad ajena.

Merece la pena evocar palabras del autor: «Nuestra manera de vivir depende de nosotros, no está codificada en nuestros genes o cualquier unidad análoga, ni implícita en la evolución ni determinada por el entorno. Si no nos gusta, podemos volver a imaginarla y luchar por darle otro aspecto».

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