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Björk y Bowie: ¿Por qué unos sí y otros no?

A Björk le sobran méritos para estar en el MoMA. Y a Bowie para saltar desde el Victoria & Albert a una gira museística por medio mundo. El arte sigue bebiendo de incontables fuentes

Björk y Bowie: ¿Por qué unos sí y otros no?

laura revuelta

Los museos suelen ser una caja de resonancias caprichosas. No digo que injustas o injustificadas, pero sí caprichosas. Hace tiempo visitaba una exposición con una de mis sobrinas, que entonces tenía once o doce años, y preguntó por qué estaban expuestos en los museos los que estaban y no otros y quiénes decidían que estuviesen allí. Pese a su temprana edad, no prejuzgaba (mala constumbre adulta) lo que había visto sino que me interrogaba por qué unos sí y otros, no. Al cabo, las vueltas que damos en estas líneas. ¿Por qué Björk expone en el MoMa siendo una cantante e ídolo del pop reciente? ¿Por qué, sin embargo, hubo que esperar hasta el año 1946 para que llegara una mujer a las salas del mismo MoMA, Georgia O’Keeffe? ¿Por qué Louise Bourgeois tenía setenta y un años cumplidos cuando, por fin, vio su obra exhibida en estos mismos espacios? ¿Por qué el MoMA fue pionero en la exhibición de fotografía en sus salas, además de incluirla en sus fondos, y otros museos aún se cuestionan la validez de este lenguaje?

El valor artístico nunca se ha medido exclusivamentepor el nivel de adormidera

Contesté a mi sobrina que aquella era una muy buena pregunta porque de verdad lo era. No me salí por la tangente, pero explicarle los derroteros del arte, de los museos, de sus directores, de los «curators»... y sus «caprichos» en cinco segundos se me antojaba harto complicado. Incluso me cuesta explicármelo a mí misma. Muchas veces se resume en una cuestión de fe o en que lo que veas responda a tus criterios bien formados en mil y una batallas de la estética, no deformados o deformes. Tampoco se trata de ser dogmáticos y decir que sí o que no a todo y a todos. Björk expone en el MoMA por derecho propio y por derechos ajenos o concomitancias. Recordemos que estuvo casada –ya divorciada a la gresca– con Matthew Barney, uno de los artistas más complejos y reputados de los últimos años. A su ciclo «Cremaster» nadie le gana a raro. Ni su ex-mujer, Björk, con sus ensayos «gorgorísticos» y los paseos descalza por la lava volcánica de su Islandia natal. Entre saltos que, de verdad, uno no sabe si es que se está quemando los pies.

Ambos, Matthew y Björk, se marcaron un vídeo sobre la caza de las ballenas, con ceremonia del té incluida, de exquisita factura, pero soporífero. El arte y sus contemporáneas disquisiciones a veces duermen y adormecen, lo mismo que numerosas novelas y películas . El valor artístico nunca se ha medido exclusivamente por el nivel de entretenimiento ni el de adormidera. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Björk ha trabajado para Dogma y su dogmático Lars Von Trier y acabó, como tantas otras de sus «partenaires», de psiquiátrico. Chris Cunningham, otro reputado, ha realizado uno de sus vídeos musicales más famosos («All is Full of Love»). Alexander McQueen (cuando la moda sí se llama arte) le diseñó su vestido campanilla. Podría seguir engarzando colaboraciones: todas ellas se ven en esta exposición.

Si el arte bebe de tantas fuentes que casi se ahoga... A por todas

La muestra de Björk en el MoMA arranca desde el mismo «hall» del museo, donde se exhiben algunos de sus artilugios musicales entre el tumulto de público que siempre se agolpa en este espacio neoyorquino, y prosigue por distintas plantas. Lo bueno es que te obligan desde el minuto dos a que visiones el vídeo de su último disco, «Vulnicura», y, en una sala cercana, una selección de los otros vídeos de sus canciones más conocidas. Te guste o no Björk cuando canta, hace que canta o algo tiene en la garganta, la plasticidad de sus trabajos resulta espectacular. Un curiosa mezcla de danza contemporánea, de deslavazada coreografía, y ensueños surrealistas que solo ella y los duendes de su isla deben de conocer, pero que el resto disfrutamos. Si el arte en vídeo tiene en Pipilotti Rist a una de sus creadoras más alucinógenas, Björk resultaría ser su álter ego musical. Si Pipilotti Rist entra y sale de los museos más prestigiosos –incluido el MUSAC español en sus buenos momentos y el MoMA, por supuesto–, ¿por qué Björk se tiene que quedar a las puertas?

David Bowie abrió la veda en Londres, en el Museum, y lleva medio mundo recorrido con su exposición a cuestas. Yo la vi en Berlín, en el Martin Gropius Bau, pero me gustaría que llegaran hasta el MoMA toda su corte de letras, de vídeos, de trajes, de recortes y mil y una curiosidades. ¿Por qué en algunos sitios sí y aquí, en el MoMA, no? Los museos suelen ser una caja de resonancias caprichosas. Regresamos al arranque de este texto. Vuelta a empezar. Pero si el arte contemporáneo bebe de tantas fuentes que casi se ahoga... A por todas.

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