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Martí Manen sacará a Dalí del armario de la Historia del arte en la Bienal de Venecia

Cabello&Carceller, Pepo Salazar y Francesc Ruiz actualizarán la lectura del artista catalán en el Pabellón Español en la Bienal de Venecia, que ayer se presentó a la prensa

Martí Manen sacará a Dalí del armario de la Historia del arte en la Bienal de Venecia ignacio gil

javier díaz-guardiola

Que Martí Manen (Barcelona, 1976) jugaría con la figura de Dalí en el Pabellón Español de Venecia, y que lo haría a través de la obra de tres artistas actuales (, Pepo Salazar y Francesc Ruiz), era algo que se sabía. Ayer, y con la Real Academia de Bellas Artes San Fernando como fondo, conocimos las formas y los tempos con los que esa ficción que es Los sujetos (título del proyecto) se materializará en la 56ª edición de la Bienal (la que promete «Todos los futuros del mundo»), desde el 9 de mayo.

Un anacronismo elegido a propósito

Manen, acompañado de Itziar Taboada, directora de relaciones culturales y científicas de AECID, y Jorge Sobredo, director de programación de Acción Cultural Española (AC/E), organismos encargados de la promoción de España en la Ciudad de los Canales, más Fernando de Terán, director de la Real Academia (un anacrónico lugar elegido a propósito, dado que «expulsó a Dalí, lo que inició su leyenda»), nos pone sobreaviso: «El Dalí que entra en el Pabellón no es amable. De hecho, es un individuo complejo y difícil, lleno de engaños».

Ese Dalí que ha interesado al comisario («un artista muerto que, como un fantama, se paseará por el Pabellón») es el más performativo; el de la etapa americana que no dominaba el inglés y que, por ello, dejaba al descubierto al personaje; el que se mueve por los platós, trabaja con Disney o es perseguido por la feminista Jane Arden; «el Dalí cuestionado, que da pistas sobre su sexualidad y juega con el poder», afirma.

«El Dalí que entra en el Pabellón no es amable. Es un individuo complejo, difícil y lleno de engaños».

Para el comisario, el autor de El gran masturbador «ha sido borrado de la historiografía del arte español»: «No es un autor referenciado, como Warhol o Jeff Koons , sobre todo por su posición política y el apoyo a la dictadura, sino que sólo es visto como fenómeno de masas. No trabajó con galerías buenas, firmaba muebles, no pagaba impuestos... En esto, también es muy contemporáneo», bromeaba Manen.

Su proyecto (con un presupuesto de 400.000 euros, «similar al de la última edición –La de Octavio Zaya y Lara Almarcegui – y muy lejos del millón de otras épocas», apuntaba Taboada), sin embargo, no ha pretendido meter a Dalí con su obra en el Pabellón. Son tres artistas los que actualizan su discurso «sin ilustrarlo y trabajando con carta blanca». En tiempos de skype, el plasma llega también al mundo del arte en España, y esos tres creadores explicaron sus obras a través de vídeos enlatados («hemos intentado reducir los gastos al máximo. Es más importante que ellos estén en Venecia trabajando que en esta presentación», se justificaba Manen).

Por esta vía descubrimos cómo Helena Cabello (París, 1963) y Ana Carceller (Madrid, 1964), utilizaron el Pabellón como escenario de un vídeo en el que sus habituales «sujetos imprevistos» son usados para «dar voz a los marginados» y hablar así de sexualidad, de fronteras, de órdenes simbólicos... Pepo Salazar (Vitoria, 1972), «generará impotencia en un caos de capas, soportes e ideas» –Manen habla de kilos de sus habituales chetos; de metros y metros de cable... Con ellos bloqueará una entrada a la pieza y dificultará una segunda– para evidenciar «conceptos que aún manejamos y que no se corresponden con la realidad». Por último, Francesc Ruiz , en un homenaje al Dalí News, vuelve a atacar a las «arquitecturas de la información» con dos de sus kioskos. En uno, la víctima será Berlusconi. En el otro, el protagonismo recae en elfumetto erótico italiano. Él será además autor de una performance oculta en los Giardini durante los primeros días «en la que sólo entrará el que entienda los códigos necesarios».

Algo se mueve en el arte español

En la sala central, pintada de rosa, el Dalí más performativo: el que esbozan a través de entrevistas grandes conocedores del personaje como Manuel Borja-Villel, Vicente Todolí y Montserrat Aguer, más la proyección de sus actuaciones americanas y material del NODO.

Algo se movió ayer en el mundo del arte con esta presentación. Ningún político en la mesa (algunos han sido acusados estos días de utilizar las inauguraciones para hacer campaña), y los pocos gestores que había la abandonaron cuando tocó que el comisario se explicara. Manen aprovechó para recordar que aunque esta era la puesta de largo del proyecto, en estos meses se había dado a conocer en espacios como Palomar (Barcelona), Salón (Madrid) o Iaspis (Estocolmo), en un guiño al circuito off: «Venecia es la máxima representatividad de nuestro arte, pero ese contexto no funciona si no hay unas bases». Y la puesta en escena en Italia tendrá en cuenta la competición por la atención en la Bienal: «La nuestra es una expo pensada de forma emocional, sin saturar con información. Buscamos la fascinación y sensualidad que tanto predicó Dalí».

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