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música

Stephen Hough en el Auditorio Nacional: el piano y otras teclas

Stephen Hough, que visita el Auditorio Nacional, no es sólo uno de los más destacados pianistas de su generación, sino una personalidad versátil que reúne competencias más variadas

Stephen Hough en el Auditorio Nacional: el piano y otras teclas abc

stefano russomanno

Es difícil acotar en pocas líneas la polifacética personalidad de Stephen Hough . Para empezar (y sólo para empezar), Hough es el pianista británico más destacado de su generación, y puede que el pianista británico más destacado desde los tiempos de John Ogdon. Aunque las generalizaciones simplifican en exceso, Hough pertenece a aquella categoría de pianistas que pueden calificarse de virtuosos: instrumentistas de técnica sobresaliente y acabado perfecto, capaces de dominar sin despeinarse páginas como los cuatro conciertos de Rachmaninov (de los que Hough ha dejado un testimonio fonográfico que ha cosechado multitud de premios).

Hough es un intérprete por cuyos dedos corren con soltura los conciertos de Brahms, Chaikovsky, Saint-Saëns o el mucho menos conocido (pero no menos temible) Concierto nº 4 de Scharwenka. Pese a todo, Hough no es un virtuoso al uso, que busca la excitación del público y el alarde funambulesco. Es más bien un intérprete que, incluso en las galopadas más exaltadas, guarda un cierto grado de elegancia y aristocracia, de reserva y distanciamiento, incluso un cierto regusto intimista y camerístico.

Hough no es un virtuoso al uso, que busca la excitación del público y el alarde

Su repertorio es muy amplio y su discografía enorme (unos cincuenta títulos). Predominan los compositores del siglo XIX y XX, y sorprende que algunos de sus mayores logros los haya cosechado en autores de marcado gusto antivirtuosístico (Mompou) y de orientación más formalista (Franck). No obstante, el compositor con el que más se identifica y en el que ha dado lo mejor de sí mismo es Chopin. Del polaco, Hough ha grabado dos discos de referencia: uno con las Baladas y los Scherzos, otro con los Valses. Precisamente con las Baladas visita Hough el Auditorio Nacional en un programa que combina a Chopin con Debussy (La plus que Lente, Estampes, Children’s Corner, L’Isle Joyeuse).

Su último disco, In the Night, recoge piezas de titulación nocturna (Claro de luna de Beethoven, In der Nacht de Schumann, dos Nocturnos de Chopin) y ofrece una muestra de otro Hough, el compositor. Su Sonata para piano nº 2 «Notturno luminoso» busca representar en términos musicales una ciudad en sus horas nocturnas, con sus soledades, su magia y sus pesadillas. Para Hough, la composición no es una actividad secundaria y así lo corrobora la amplitud de su catálogo, que incluye páginas de cámara, corales, sinfónicas y por supuesto pianísticas, y donde encuentra reflejo su religiosidad (dos misas y un Magnificat).

Fregar platos u operar un cerebro

Uno podría pensar que las tareas musicales de intérprete y creador (a las que hay que sumar sus cargos docentes en la Royal Academy of Music de Londres y en la Cátedra Internacional de Estudios pianísticos del Royal Northern College de Manchester) absorben todo el tiempo y las energías de Hough. Error mayúsculo. Hough se dedica también con provecho a la pintura (su estilo tiende a la abstracción) y sus cuadros han sido expuestos en la Broadbent Gallery de Londres. Pero incluso más que como pintor, Hough ejerce como escritor. Artículos suyos han aparecido en The Guardian, The Times y en multitud de revistas. Desde diciembre de 2008, el Telegraph le ha encomendadoun blog cultural que recibe entre diez y quince mil visitas semanales ( http://blogs.telegraph.co.uk/culture/author/stephenhough ).

Hough: «Trabajar duro no es arrugar la frente, tensar los músculos»

Si alguien no ha quedado todavía abrumado ante tanta versatilidad, no le importará saber que Hough también reserva un importante porcentaje de su tiempo para la reflexión teológica. Convertido al catolicismo desde los diecinueve años, es autor del libro The Bible as Prayer, recopilación de pasajes de la Biblia para utilizar como herramienta de meditación. El catolicismo de Hough ha asumido rasgos cada vez más progresistas: el pianista no ha dudado en reconocer su homosexualidad y cuestionar la postura de la Iglesia al respecto.

Es inevitable preguntarse cómo hace Hough para cultivar tantos intereses a tan alto nivel. Él mismo ofrece la respuesta en un artículo titulado «Cost of labour», donde invoca el ejemplo de los monjes medievales para quienes trabajo y meditación representaban aspectos complementarios y no antitéticos de la vida diaria. «Trabajar duro no es arrugar la frente, tensar los músculos y perder el sueño. Es más bien relajarse manteniendo la atención y el enfoque, tanto si el trabajo consiste en fregar platos como en operar un cerebro. Nuestras mentes se expanden y nuestra memoria aumenta su capacidad cuando nos aproximamos a nuestros cometidos con concentración y confianza».

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