Abraham Cruzvillegas, el penúltimo latino que invadirá la Sala de Turbinas de la Tate

El pasado jueves, la Tate lo presentó como el artista que no sólo retoma este proyecto en la Sala de Turbinas, interrumpido en los últimos años (Miroslaw Balka, en 2009, fue uno de sus últimos inquilinos, así como Ai Weiwei, que lo llenó todo de pipas de girasol, y Tacita Dean, que tiró en 2011 de cine mudo), sino que además lo hará con un nuevo patrocinador para este formato, la firma automovilística Hyundai, según el acuerdo firmado justamente hace un año: una colaboración que se extiende por diez años más. El proyecto de Cruzvillegas se inaugurará el 13 de octubre y se clausurará el 20 de marzo de 2016.

Chris Dercon, director de la Tate Modern, declaró a los medios británicos estar encantado con la elección de Cruzvillegas y con que el mexicano haya aceptado colaborar con el centro: «Su trabajo –afirmó– engarza a la perfección con el deseo de la Tate de introducir en sus salas el arte internacional más rompedor». El artista llevará a Londres su proyecto Autoconstrucción, inspirado en la forma totalmente improvisada en la que la generación de sus padres construía sus viviendas en México, a partir de todo tipo de materiales de desecho o reciclados.

El proyecto de la Sala de Turbinas de la Tate, anteriormente patrocinada por Unilever, comenzó en el año 2000 cuando Louise Bourgeois instaló allí una de sus enormes arañas. A la artista la sucedió Juan Muñoz, el único español hasta la fecha y el primer latino en la nómina de esta serie, que desplegó allí su Double Bind. Otros destacados artistas internacionales que han pasado por este particular enclave del mundo del arte han sido la colombiana Doris Salcedo, Carsten Höller el creador encargado de inaugurar en España el Centro Botín ), Bruce Nauman (con una pieza sonora), Dominique González-Foerster u Olafur Eliasson, que consiguió encerrar un imponente sol en ese espacio.