Autorretratos con palabras: el «selfie» literario
También los escritores se han autorretratado a lo largo y ancho de la Historia. Desde San Agustín, Santa Teresa de Jesús y Rousseau a Karl Ove Knausgård, el último fenómeno memorialístico. Ofrecemos los diez textos capitales del género autobiográfico. Son los «selfies» literarios
Actualizado: GuardarTambién los escritores se han autorretratado a lo largo y ancho de la Historia. Desde San Agustín, Santa Teresa de Jesús y Rousseau a Karl Ove Knausgård, el último fenómeno memorialístico. Ofrecemos los diez textos capitales del género autobiográfico. Son los «selfies» literarios
12345678910«Confesiones», San Agustín
Es preciso considerar la vida de Agustín de Hipona sobre el telón de fondo de intensas transformaciones, por medio de las cuales el estilo de vida clásico fue convirtiéndose, en el tránsito del siglo IV al V, en un estilo de vida cristiano. Sus padres habían fomentado en él la ambición del éxito y Agustín utilizó las posibilidades que su esmerada educación le ofrecía. A los treinta años era un eminente profesor de retórica en Milán y pudo contraer matrimonio y emparentar con una de las mejores familias de la ciudad. Pero el tema más dramático de su vida fue que el desarrollo espiritual que experimentaría entró en conflicto con este ideal clásico, convirtiéndose en el hombre-puente entre dos épocas, la antigua y la medieval. Sus Confesiones fueron un acto de rendición total ante Dios a raíz de la conversión experimentada en el año 386. Escritas diez años después, fundan un tipo de autobiografía: aquella en que un momento, susceptible de ser fechado, sirve para ordenar la experiencia anterior, gracias a la iluminación de un giro copernicano.
( «Confesiones», San Agustín. Traducción de Pedro Rodríguez Santidrián. Alianza, 12,80 euros)
«Libro de la vida», Santa Teresa
El manuscrito de la Vida de Santa Teresa se halla, en El Escorial, junto a uno de San Agustín. No es mala vecindad, pues ella tuvo muy presente la autobiografía agustiniana al escribir la suya, a partir de 1561; y sin pretenderlo consiguió que su texto dialogara en pie de igualdad con la lúcida obra del obispo de Hipona. La popularidad de Santa Teresa fue, desde el principio, enorme. Pero es que la existencia y la escritura de aquella mujer abulense, tan ajena siempre a las glorias del mundo, vino a coincidir con la cultura española de su tiempo. El papel de España en la Historia estuvo, a lo largo de esta fecunda etapa, vinculado a la vitalidad de su vida religiosa. Y pasó a ser el escenario del movimiento místico más grande de todos los tiempos. Tal vez lo más valioso de la Vida es la libertad y despreocupación que muestra la religiosa carmelita por encajar en un modelo. El centro de su Vida es lo que sucede en su mundo interior y en su compleja y sutil relación con Dios.
( «Libro de la Vida», Santa Teresa de Jesús. Edición de Otger Steggink. Castalia, 17,90 euros)
«Las confesiones», Rousseau
Rousseau escribe su autobiografía en circunstancias extenuantes, entre 1764 y 1770: el periodo más turbulento de su vida. Ni siquiera tenía un domicilio fijo. Su aspecto excéntrico (debido a una indumentaria pensada para aliviar los dolores causados por los catéteres y la infección urinaria que tanto le atormentaba), las acusaciones recibidas por parte del temible Voltaire en relación a los cinco hijos abandonados en un orfanato, la hostilidad de sus paisanos ginebrinos, la expulsión que sufre en Berna…, todo parece conciliarse en su contra y le empuja a escribir sus confesiones, que son la historia de un hombre por dentro, en toda su compleja verdad. Rousseau elige un título que remite a San Agustín, pero para subrayar que él no se dirige a Dios, sino a sus semejantes, a los que por primera vez se interpela directamente para que le juzguen, si se atreven. La intensa sensación que tenía Rousseau de ser un paria fue calmándose en sus últimos años, gracias a esta catarsis.
( «Las confesiones», Jean Jacques Rousseau. Traducción de Mauro Fernández Alonso de Armiño. Alianza, 21,50 euros)
«Poesía y verdad», Goethe
Goethe fue un hombre para quien la vida tuvo valor por sí misma y estaba en posesión de un concepto diáfano de su propia individualidad. Tras él y Rousseau florecería la autobiografía en el sentido moderno. En su caso, no había graves conflictos personales que resolver, sino la voluntad de exponer a sus contemporáneos la particular síntesis que obraba en su persona, fruto de una atenta educación en los principios de la cultura alemana y del compromiso con los ideales ilustrados. Goethe se veía a sí mismo como una elevada forma de la existencia humana, de cuya singularidad sintió que debía dejar testimonio. Sin embargo, cuando, cumplidos ya los setenta años, entra de lleno en su proyecto autobiográfico es consciente de que el mundo a cuya formación él había contribuido formaba ya parte del pasado. A lo que se suma que las personas más queridas para él habían muerto.
( «Poesía y verdad», Johann Wolfgang Goethe. Traducción de Rosa Sala. Alba, 36,50 euros)
«Memorias de ultratumba», Chateaubriand
El noble François-René de Chateaubriand tenía veintiún años cuando estalló la Revolución Francesa. Un mundo rodaba junto a la cabeza de Luis XVI y un nuevo mundo nacía, y en él los ciudadanos, y no la aristocracia, iban a ser los nuevos protagonistas. Lo cierto es que en 1789 terminaba la historia de unos cuantos para dar paso a la historia de todos. El escritor romántico concibe muy pronto su proyecto memorialístico y en él trabaja desde 1803 hasta pocas semanas antes de morir, en 1848. Marcado por el difícil carácter de sus padres, su personalidad se hizo independiente y viajera. En sus memorias acumula numerosas aventuras y destina a Napoleón, al que primero admiró y luego combatió, uno de los análisis más lúcidos que pudieron leerse en su tiempo.
( «Memorias de ultratumba», Chateaubriand. Presentación de Marc Fumaroli. Acantilado, 39 euros)
«Las palabras», Jean-Paul Sartre
La autobiografía de Jean-Paul Sartre (1964) es un relato de infancia y consta tan sólo de dos capítulos: «Leer» y «Escribir». De inmediato el lector comprende la modernidad del texto, su atrevimiento moral y el hecho, poco frecuente en una obra autobiográfica, de que el filósofo francés se apoye en el psicoanálisis para construirlo. No porque Las palabras contengan relatos de sueños o haya una búsqueda del inconsciente, sino porque el autor recurre al psicoanálisis como un sistema de interpretación que le permite distanciarse de lo que cuenta. Su padre muere al poco de nacer él, su madre vuelve a la casa de sus padres recuperando su triste estatuto de menor de edad y el pequeño Sartre se convierte en un aprendiz de impostor al que los adultos, esos farsantes, consienten pero al mismo tiempo quieren manipular.
(«Las palabras», Jean-Paul Sartre. Traducción de Manuel Lamana. Losada, 7 euros)
«Memoria personal», Gerald Brenan
La segunda parte de la autobiografía de Gerald Brenan es un ejemplo del caudaloso memorialismo anglosajón: franco, dispuesto a llegar en la narración hasta donde haga falta y movido por el deseo de preservar el pasado, legando la experiencia personal a las generaciones venideras. Brenan tenía veintitrés años cuando se instaló en Yegen, localidad de la provincia de Granada, y empezó una nueva y solitaria vida, como Robert Graves, lejos de Gran Bretaña. Su encaje en la Andalucía de los años veinte no fue fácil para el escritor, que mantuvo asimismo una relación ambivalente con el grupo de Bloomsbury. Son deliciosos sus retratos de los personajes más conocidos de aquel grupo emblemático, así como las peripecias de su vida sentimental.
( «Autobiografía. Una vida propia. Memoria personal», Gerald Brenan. Península, 31,15 euros)
«Linterna mágica», Ingmar Bergman
El 30 de enero de 1976, mientras Ingmar Bergman dirige los ensayos de una obra de Strindberg, a las puertas del teatro aparecen dos policías que sin ningún miramiento detienen al autor sueco y lo conducen a comisaría para un interrogatorio. Bergman, mareado y tembloroso, no da crédito a lo que ocurre, pero aquel día empieza su pesadilla: «Una historia interminable y difícilmente soportable» que le causaría un enorme sufrimiento y cientos de miles de coronas de multa por un fraude fiscal que nunca estuvo en su ánimo cometer. Escribirá Linterna mágica en la década siguiente como parte de su necesidad de recuperar el equilibrio perdido. El miedo de aquella mañana, dice, se había instalado mucho antes en su corazón y en su mente. La sinceridad con que Bergman se refiere a sí mismo y a sus debilidades es deslumbrante.
( «Linterna mágica», Ingmar Bergman. Traducción de Marina Torres y Francisco Uriz. Tusquets, 8,95 euros)
«Pretérito imperfecto», Castilla del Pino
La mejor autobiografía española. Es una lástima que la obra no tenga el reconocimiento internacional que merece, tal vez por el detalle de nombres, lugares e instituciones que pueden resultar ajenos a un lector no familiarizado con la cultura española. Pero la ambición del psiquiatra Carlos Castilla del Pino en su proyecto de restitución del pasado, en toda su plenitud, carece de precedentes. El libro es un homenaje a la vitalidad y pragmatismo de la memoria en un momento en que se hallaba en el mayor descrédito intelectual. La historia de Pretérito imperfecto, el primer volumen de su autobiografía, se centra en la turbulenta y árida vida española, de 1922 a 1949, que aflora en prodigiosas descripciones. Su eje es la formación y el ansia voraz de saber de un joven al que su propia inteligencia impediría prosperar adecuadamente en el duro contexto franquista.
( «Pretérito imperfecto», Carlos Castilla del Pino. Tusquets, 22 euros)
«Mi lucha», Karl Ove Knausgård
Es inútil que los críticos, en los debates con Karl Ove Knausgård, insistan en hablar de su obra como una novela de largo empeño y más ambición. El escritor noruego, heredero de Bergman, no deja de decir cuál fue su punto de partida a la hora de escribir Mi lucha: el hastío de la ficción. «Sólo la idea de un personaje inventado en un escenario inventado me daba náuseas. Únicamente géneros como el ensayo, el diario o la autobiografía me interesaban.» Y así en 2006, fruto de una profunda crisis literaria, surgió el proyecto más innovador que ha conocido la escritura autobiográfica en los últimos tiempos. Casi cuatro mil páginas de una autenticidad sobrecogedora en torno a su propia vida y a la experiencia de recuperación de lo vivido, en un convincente y radical friso biográfico al alcance de muy pocos escritores. Resulta imprescindible leer los volúmenes en el orden pensado por el escritor.
( «Mi lucha. Vol. I: La muerte del padre», Karl Ove Knausgård. Anagrama, 22,90 euros)