arte
Walk&Talk-Azores: ¡Levántate (habla) y anda!
Comenzó como un festival de grafitti en Las Azores y ahora es uno de los programas de residencias y proyecto de arte público más ambicioso de Portugal. Walk&Talk celebra su cuarta edición
Un oso gigante (el de la artista polaca Iza Rutkowska ) que ha hecho un tour por los puntos más emblemáticos de Ponta Delgada –la capital de la isla de San Miguel– invitando a los paseantes a fotografiarse e interactuar con él. Otro (en realidad se trataba del creador portugués Ricardo Barbeito embutido en un peludo disfraz) que iba perdiendo mechones de pelo a lo largo de la rua Antonio Joaquim Nunes da Silva (mezclándose con los restos de pintura de los adoquines, vestigio de otra intervención, en este caso, de 2013: la titulada RUA+CRIATIVA, de Sala2:arquitectos y HDG Azores). Un claro del bosque proyectado en vinilo sobre la pared, de Jorge Santos…
Lejos del turismo de playa
Para muchos españoles, las islas Canarias podrían ser un buen referente para «entender» un archipiélago tan particular como el de las Azores, algo perdido en medio del Atlántico y con un origen volcánico similar. De hecho, para gtan parte de nosotros, este es conocido por su anticiclón. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Sobre las nueve islas que conforman esta región autónoma de Portugal llueve constantemente, y solo en verano la borrasca da algo de tregua. Eso favorece su abundante vegetación, y un carácter cerrado y conservador. La ventaja es que ha auyentado al turismo de playa, al mochilero de balconing, mientras que ha favorecido otro más respetuoso atraído por su patrimonio verde. A él, en cierta forma, rinde también homenaje el festival de arte público , del que forman parte los trabajos mencionados en el arranque, y que estos días celebra su cuarta edición.
El certamen se ha ido haciendo más exigente con el público y se ha abierto a otras disciplinasComo muchas otras cuestiones, el evento nació haciendo de la necesidad virtud. Cuando Jesse James (uno de los organizadores junto a Diana Sousa) regresa de sus estudios en Lisboa a las islas, se da cuenta de la falta de sensibilidad con respecto a las artes en Azores: «Aquí todo se basaba en los extremos: o había una cultura muy elitista y excluyente o te encontrabas una vertiente muy popular, cercana a la artesanía y la tradición local. Se trataba de conseguir que pasaran cosas y que esas cosas se convirtieran en plataforma para reencontrar a ambos contextos. Así nació Walk & Talk». No lo tenía fácil. Ponta Delgada, la sede del entonces recién nacido festival, es la capital de una isla que poco tiene que ver con las demás («siempre digo que sería imposible exportar el proyecto a las demás, porque cada una es muy particular», explica James). Por otro lado, la falta de experiencia lo hacía todo cuesta arriba. «Por eso pensamos que para este festival de arte público, lo mejor era empezar apostando fuerte por el graffiti. Su cercanía creó en seguida una conexión muy fuerte con la población».
Un museo al aire libre
Es así como se da forma a las veinte primeras intervenciones urbanas que adornan las fachadas de la ciudad y que, con el tiempo, han ido creando uno de los museos al aire libre más importantes de Europa (en un país, Portugal, donde el street art tiene pujanza. Prueba de ello es la fuerza del UnderDogs de Lisboa), al que, si se les suma las aportaciones de los 60 artistas participantes en 2014, supera el centenar de obras. Por las calles de Ponta Delgada quedan los vestigios de grandes del género como Hazul y sus ballenas, los rostros de Eime o los murales de los españoles Liqen y Pelucas. También el «abrazo a la ruina» (un dibujo a base de picar la superficie de la roca de una torre abandonada), de Alexandre Farto (alias Vhils) . «La gente generó en seguida una opinión sobre lo que veía –relata el organizador–. Podía gustarles o no, pero por primera vez se generaba discusión sobre el espacio público. Los trabajos eran accesibles, no excesivamente conceptuales, estaban en la calle y no eran pretenciosos». El éxito no tardó en llegar.
En la actualidad, Walk & Talk es una importante residencia de artistas, en la que conviven los autóctonos con los extranjeros, lo popular con lo más refinado, los valores consagrados con los desconocidos, y en las que la vertiente pedagógica es fundamental. De ahí que no se trate solo de ver resultados, sino de experimentar los procesos de creación de muchas piezas e incidir en el bálsamo que suponen las charlas en un contexto lejos de los centros y situado, según la única galería destacada de la isla, la Fonseca Macedo , en la «periferia de la periferia»: «Para nosotros, el festival realiza una labor impagable. Permite que pasen cosas en este páramo, al menos una vez al año. Nos acerca a otras realidades». Este año, uno de sus artistas insignia, Juliao Sarmento (que actualmente expone en la sede de la firma) ha participado en las conferencias. También lo han hecho otras primeras espadas como Martha Cooper , fotógrafa callejera, Marlon de Azambuja o Joao Onofre .
La falta de contexto artístico llevó a apostar por el grafitti en los inicios del festivalTras el primer año, el de hacer las presentaciones, el segundo fue el de la afirmación. El festival tiende a la internacionalización, pero siempre con un objetivo claro: que esa internacionalización no sirva para ampliar la fama del festival, sino para que los autores locales, los verdaderos protagonistas, cuenten con interlocutores externos de primer nivel que les enriquezcan. Y poco a poco, según el certamen se ha ido granjeando su fama, se ha hecho más exigente con el público y se ha abierto a otras disciplinas, como la instalación escultórica o la performance. En 2014, la danza se ha colado de la mano de autores como Filipa Francisco y 37.25; la artesanía más contemporánea se ha desplegado gracias a Miguel Flor, Carolina Brito, Mafalda Fernandes y Simone Ponte, que han trabajado en la elaboración de sus piezas codo con codo con los creadores de la isla; el laboratorio de arquitectura congregó a Mezzo Atelier , a Luca Astorri, a Joana Oliveira… La poesía improvisada corrió a cargo de Richard Simas y Nisa Remígio...
Un «retiro lúdico» para el festival
Seleccionados en una convocatoria pública, la organización se guarda el as en la manga de las invitaciones para proyectos especiales. Ha sido el caso de la pareja Joao Pedro Vale y Nuno Alexandre Ferreira, que, en colaboración con el arquitecto Duarte Santo (ya implicado en ediciones anteriores y cuya participación potenció la creación de un carril bici en Ponta Delgada) han elevado el que es el punto de encuentro de Walk&Talk Gallery, base de operaciones del festival; una antigua fábrica automovilística donde ahora tienen lugar las charlas, algunas performances, las exhibiciones y talleres donde rematan sus obras los artistas. Su pieza, Retiro, se inspira en las tradiciones religiosas de la isla y une lo práctico a lo lúdico, a través del uso de formas y materiales con historia: «Nosotros no hemos usado el grafiti –relatan sus autores– pero sí que hemos querido pintar el espacio físico. Rumor hace alusión a las mitologías del paisaje, da forma a cosas que ya existían como concepto».
También en la galería, una colectiva de dibujo reúne, entre otros, los trabajos de Douglas Cardoso, Leonor Morais o Mariana «la Miserable» , ilustradora esta última, autora del mural del chiringuito de la playa del Pópulo: «Para mí esto ha sido un reto, el cambio de materiales, de escalas, pero además una portunidad única para conocer a otros profesionales». Los proyectos especiales incluyen la gran cabaña de Pascal Ferreira (un artista que solía realizar microesculturas), el sistema orgánico con ramificaciones digitales del griego Christos Voutichtis y las fotografías basadas en pinturas de Vieira Pereira. En el exterior, prepárense a recorrer la ciudad con otros ojos, mientras que las obras de unos años se solapan con las de otros. Fantástica la intervención de Marlon de Azambuja (Orden y Progreso) en una antigua lechera abandonada a las afueras de la capital, en Rabo de Peixe. Los elementos encontrados en sus instalaciones generan equilibrios precarios y potencian la fuerza del espacio: «Yo estoy muy contento con la pieza, llena de sorpresas –confiesa el brasileño, residente en Madrid–. Es poco probable que el que llegue aquí se dé cuenta de todo, porque esta obra es un canto al orden y la racionalidad en medio del caos. Es una pieza, por lo mismo, abierta, que está mutando. A mí me dará pie a una nueva línea en mi trabajo».
En la misma línea, la obra de otra española, Labuenaylamala, cuyo móvil Forest Spirit se nutre de la vegetación de la isla y queda suspendida sobre el lago del Parque Antonio Borges: «Quería hacer algo con el paisaje. Pero, aunque parezca una escultura, esta es una pieza efímera, como todas las demás: dependerá del viento, de la lluvia… Pero estoy obsesionada con estos dibujos en el aire que son mis piezas». La ola de Susana Aleixo Lopes nos espera en el puerto. El mural de Hyuro , no muy lejos de allí. El festival rompe su propios límites territoriales y salta a localidades como Ribera Grande, donde Obie Platon da pie a sus formas surrealistas en la fachada de una fábrica maderera; o a Logoa (donde recala por primera vez), escenario elegido para el homenaje a los inmigrantes arrastrados por el mar de Fidel Evora.
«No somos Lisboa, no somos Madrid»
«Este es un festival para nada pretencioso –concluye James–, asociado, ¿por qué no?, a otro tipo de turismo. Se trata de hacer tuya la ciudad generando tu propio recorrido. No somos Lisboa, no somos Oporto, no somos Madrid. Se trata de algo mucho más fácil: enseñar a la gente a no tener miedo al arte y a generar un contexto para el arte». ¿Y ahora qué?, le preguntamos: «La inclusión de la performance nos ayudo a crear experiencia, a generar memoria. Esta cuarta edición ha incidido en los procesos. No se ha tratado tanto de ver trabajos totamente acabados, sino de participar en proyectos efímeros. Porque también las obras de arte urbano lo son. Creemos que hemos creado un público y eso significa que se acabó la inocencia. Ahora lo importante es formar a ese público. Por eso las charlas son capitales. Los retos, tal vez, es prolongar esa experiencia en el tiempo. Este año hemos comenzado con las residencias de artistas, pero tenemos que tender a que los eventos no se produzcan solo durante los días del festival (que arrancó el 18 de julio y culminará el 3 de agosto), sino que –y de nuevo la importancia del proceso y la experiencia– se desarrollen antes y en celebración con la comunidad». Y contar con un centro de arte en las islas –remata– no vendría nada mal.
Walk & Talk (que acaba de estrenar aplicación móvil y que ha implicado a más voluntarios que nunca) cuenta con una magnifica web que documenta todas las piezas de esta colección temporal. También las de aquellas que ya no existen. «Apostamos por el arte efímero», recuerdan. El festival y la asociación sin ánimo de lucro que lo sostiene (Anda&Fala) han demostrado con creces que el respeto a la cultura, al territorio y al paisaje puede desarrollarse desde el arte. Solo nos queda dejar de leer, ponernos a caminar y pararnos a escuchar. Eso es Walk & Talk. Desde un punto perdido en medio del Atlántico. Y antes de partir, sus ramificaciones aún nos despediran en el aeropuerto. Mantengan los ojos bien abiertos...
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete