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Alberto Olmos: «Mi jefa de prensa me ha dicho que no diga burradas»
Tras la crítica social de «Ejército enemigo», el autor, al que persigue fama de polémico y agitador, vuelve a las raíces de la novela rural con «Alabanza», un libro «antirromántico» que imagina un mundo sin literatura en 2019
Alberto Olmos (Segovia, 1975) no es amigo de las filas ordenadas ni las críticas complacientes en la literatura. Su militancia pertenece a sus libros y a la sinceridad con la que afronta cada nueva novela. También «Alabanza» (Mondadori), su última obra. Un libro en el que desmitifica el romanticismo mediante la ficción de un mundo sin literatura .
«No estoy enamorado de ti.» ¿Por qué esa frase para empezar una novela sobre una pareja?
Mi intención era hacer una novela muy distinta a la anterior, sin tacos, sin palabrotas, más gran estilo que estilo indirecto. Me interesaba tocar la esencia de las relaciones de pareja y quería impugnar los clichés sobre el amor. No puedes pensar honestamente, con la cabeza fría, que la persona con la que acabas teniendo hijos es la única con la que podías haber acabado. Nos sugestionamos para que eso suceda. Esta novela pretende analizar cómo nos creamos esa ficción de que estamos enamorados y de que la persona con la que estamos es la persona que nos correspondía.
O sea, que «Alabanza» es una novela «antirromántica».
Sí, sí, sí. Me gustaba esa proposición de que la frase «No estoy enamorado de ti» debería ser la frase final de la relación. Sin embargo, es una frase como dicha rutinariamente.
Pero, entonces, ¿Alberto Olmos no cree en el amor?
Tenía una respuesta preparada como los cómicos, bastante punki: «Quería escribir acerca de algo sobre lo que no supiera nada».
¿No sabe nada del amor?
No, pero es una respuesta como de titular. En realidad no es tan irónica la respuesta. Me interesaba ponerme a escribir sobre las relaciones de pareja porque escribiendo es cuando se te ocurren las ideas y te das cuenta de lo que piensas o de lo que puedes llegar a comprender.
¿Y qué ha comprendido?
No sé. Desde luego, es más agradecido escribir sobre amor que escribir sobre política. Y poco más le puedo decir.
Me gustaría que analizara el salto que da desde «Ejército enemigo», novela dura, de crítica social, hasta «Alabanza».
«Es más agradecido escribir sobre amor que escribir sobre política»
Hay bastante premeditación. Opté por tratar de hacer una novela mayor, valga la inmodestia. Ya con 39 años, el mundillo literario es agotador, desesperante, muy poco agradecido y muy poco ético, y era la ocasión de hacer la novela más ambiciosa, porque si no va a llegar un momento en que me va a dar igual. Lo único que me importa es tener ganas de contar cosas. No sé realmente qué escritor quiero ser ni si lo seré.
¿Considera factible, como en la novela, que en el futuro veamos un mundo sin literatura?
Me parece que, con la deriva que llevamos, que han caído las ventas por la crisis, han caído los resultados por la piratería y han bajado los lectores por la tecnología, esos lectores van a seguir bajando. Antes, en las portadas de los periódicos, se veían más escritores, pero ahora hay una pérdida de visibilidad de la literatura y eso me hizo pensar que podía llegar un momento en que no es que la literatura vaya a desaparecer, pero sí se reducirá a unas instancias parecidas a las de la ópera, a una minoría absoluta. Si desaparecieran los suplementos literarios, se perdería visibilidad y legitimidad, y eso ya sí que sería el fin absoluto.
En el libro hay una crítica implícita al momento que atraviesa la industria editorial.
Sí, claro, si presupongo que ha desaparecido… Yo estoy en campaña sobre un nuevo modelo de ser escritor.
Y, según ese nuevo modelo, ¿en qué consiste ser escritor?
Pues, por ejemplo, he decidido no tuitear todo lo que salga de mí sobre este libro .
Le advierto que los periodistas hacemos lo contrario.
Pero es su trabajo.
Y su trabajo es ser escritor.
«Los libros sobre la crisis apenas son panfletos mal escritos»
Usted lo ha hecho para difundirlo… Es muy fácil: cuando veo a otros autores me da vergüenza ajena. He decidido que no voy a dar a la gente la barrila. Noto que, sobre todo a mi generación, no nos importa tener lectores: nos importa salir en los periódicos. Es una lucha absurda de capital simbólico, totalmente posmoderno. Salir en medios es engañar a todo el mundo, porque si la gente supiera las cifras de venta de personas con mi perfil, se llevaría las manos a la cabeza.
En su opinión, ¿quién tiene que salir en el periódico?
No, pero no le digo eso. Sólo le digo que es curioso que la gente no sabe que la persona que está viendo, con su libro nuevo, ha vendido 700 ejemplares.
¿Qué es lo que importa: vender ejemplares o ser leído?
Se acerca más vender y ser leído que salir en prensa y ser leído. Salir en prensa es no ser leído casi nunca. El prestigio literario muchas veces está más prefabricado que el propio best seller.
Póngame un ejemplo de prestigio literario prefabricado.
No puedo. Mi jefa de prensa me ha dicho que no diga burradas. Pero es muy fácil, se me ocurren un montón y en mi generación hay bastantitos.
¿De qué depende la creación de un escritor?
Siempre es lo mismo: tiempo y fundamentalmente ganas.
¿Se considera un escritor más crítico que autocrítico?
«La política no le ha hecho bien a la literatura en los últimos años»
No sé. Soy autocrítico porque cuando mando un libro a la editorial sé que es lo suficientemente bueno. Pero, desde luego, soy bastante más crítico que la mayoría de los autores, que son condescendientes.
La última vez que hablamos había publicado una novela crítica con el sistema. ¿Es «Alabanza» un libro para evadirse?
Este libro es más político que los libros sobre la crisis, que apenas son panfletos mal escritos. Es bastante hipócrita ese oportunismo. Leer siempre es evasión. Cuando no escribes sobre los problemas de tu país no quiere decir que te evadas, sino que estás haciendo tu trabajo.
¿Es ese el papel del escritor?
¿Por qué tenemos que ser tan politizados? ¿Por qué tengo que ponerme en primera fila? Los que se ponen en primera fila se benefician. La función del escritor es escribir libros. La política no le ha hecho bien a la literatura en los últimos años.
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