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Sue Grafton: «Las mujeres eligen las formas más refinadas de matar»

Nadie sabe más de asesinatos que Sue Grafton. La novelista norteamericana deletrea desde 1982 el «alfabeto del crimen». No está sola en su empeño: le acompaña su gran creación, la investigadora Kinsey Millhone. Ambas protagonizan «Kinsey y yo»

Sue Grafton: «Las mujeres eligen las formas más refinadas de matar»

laura revuelta

Si hubiera o hubiese una Academia del Crimen (literario), Sue Grafton (Louisville, Kentucky, 24 de abril de 1940) ocuparía no solo un sillón. Se merece todos, uno para cada día de la semana o del mes. Podría cambiar de asiento como quien lo hace de chaqueta, de falda o de pantalón. El arma, en su caso, siempre es la misma: la palabra o la letra que con sangre entra, tal cual dice nuestro sabio refranero. El móvil, variado como la vida misma y las posibles reacciones ante sus imprevistos. Como autora que es del abecedario del crimen, le corresponden todos los butacones de tan ilustre institución, que tiene a sus espaldas tantos años como la humanidad, desde que el hombre es hombre; es decir, un lobo para el hombre: roba, mata, extorsiona, y solo Dios sabe cuántas formas de maldad pueda idear por los siglos de los siglos que nos quedan.

No se trata de que Sue Grafton ocupe uno de estos sillones que siempre llevan una letra tallada a su espalda, como una muesca, porque estime el asesinato como una de las bellas artes, al estilo del esteta Thomas de Quincey. Más bien todo lo contrario; pero sí que lleva en su honra de escritora haberse manchado las manos con la tinta de crímenes bien escritos de la primera a la última página, de la A a la Z . Ella es la madre de todas las batallas de este abecedario del crimen.

«Intento averiguar por qué las personas no pueden portarse bien»

Sue Grafton puso en marcha la serie de novela negra que le ha dado fama mundial en los años ochenta, «El alfabeto del crimen». Han pasado tres décadas y su corte de seguidores no ha decrecido pese a que cualquiera pudiera pensar que este tirón solo lo aguantan los grandes, como Agatha Christie o Georges Simenon, aquellos cuyos personajes sobreviven independientemente del autor. Por un lado, Simenon y, por otro, Maigret. Por un lado, Agatha Christie y, por otro, Hércules Poirot y también Miss Marple. Ella es grande o está muy cerca de serlo –de ahí el ingreso en la susodicha Academia de la Crimología literaria. Por un lado, Sue Grafton y, por otro, Kinsey Millhone . Entremedias, el diálogo que establecen ambas mujeres, entre cuyas características destaca ir al grano de los asuntos, meter el dedo en la llaga, tirar a dar, no andarse demasiado por las ramas... Hay mil fórmulas para destacar que tiene puntería. Y que Sue Grafton no se anda por las ramas en esta entrevista.

Como sabe de letras y de cómo combinarlas para que se entienda bien lo que quiere transmitir –el argumento, la trama y el desenlace–, no se «escaquea» de ninguna pregunta, de ninguna prueba de cargo, y es capaz de dar no solo uno sino varios títulos para entrecomillar en mayúsculas. Es decir, o conoce bien el medio periodístico y sus exigencias para llamar la atención como el que más o es una mujer de armas tomar. No cabe duda de que guarda ambas carasterísticas en su haber, si tenemos en cuenta que de casta le viene –su padre también fue escritor de novela negra– y que lleva a sus espaldas infinidad de crímenes literarios y de lectores cómplices que todavía no se han atrevido a delatarla o a dar la espantada ante el más mínimo resbalón, ante cualquier prueba que no encajara bien en el puzle de letras que le ha dado fama y prestigio mundial. No estamos hablando de un público o de lectores fáciles, sino de avezados seguidores de un género que tiene códigos secretos, que no pierde comba y que año tras año se encarama en las listas de los más vendidos y a cuya vera se organizan clubes de lectura, cada día más exquisitos en sus exigencias discursivas. Sue Grafton ya es carne de club de fans y, por tanto, una gran dama del crimen.

¿Cómo se le ocurrió la idea de crear este alfabeto del crimen y el castigo? ¿Fue la única vía de escape que encontró para no asesinar a su marido, del que se acababa de divorciar? ¿Resultó una buena terapia?

«Siempre que empiezo una nueva novela, estoy aterrorizada»

Se me ocurrió la idea de usar el alfabeto porque sabía que quería escribir una serie de novelas detectivescas y quería una forma de relacionar los títulos. Estaba leyendo un libro de las historias ilustradas de Edward Gorey llamado «Los pequeñines macabros» con 26 descripciones divertidas realizadas con pluma y tinta de niños pequeños victorianos que «mueren» de distintas maneras como «A de Amy que se cayó por las escaleras», «B de Basil atacado por osos», «C de Clara», etcétera, etcétera. En un instante, se me ocurrió que el alfabeto sería un formato natural. ¡Y como terapia ha sido perfecto!

La serie está a punto de llegar a su fin, le quedan tres letras del alfabeto por escribir. ¿Tiene previsto cómo acabará?

En realidad, la serie no acabará hasta dentro de seis años, ya que publicaré una novela cada dos años. Estoy trabajando actualmente en la «X», que debería publicarse en 2015. Luego «Y» en 2017, y después «Z IS FOR ZERO» en 2019. Naturalmente, no tengo ni idea de qué le va a pasar a la señora Millhone, aparte del hecho de que sobrevivirá mucho tiempo después de que «Z» esté terminada, y de que Henry (su casero y amigo) y su hermana y sus hermanos también sobrevivirán. Como he dicho antes, su hermana Nell solo tiene 99 años y ni siquiera está enferma; entonces ¿por qué debería morir?

¿No tiene miedo de defraudar a sus seguidores en el momento de cerrar la lista?

Estoy aterrorizada, pero también es verdad que, siempre que empiezo una nueva novela, estoy aterrorizada, así que la sensación no es nada nueva. Mi objetivo es evitar escribir el mismo libro dos veces, por lo que guardo unas tablas elaboradas de lo que he hecho y de dónde he estado en cuanto a los argumentos. Registro el sexo del asesino, el sexo de la víctima, el móvil del asesinato y la naturaleza del final de cada novela. De esa manera puedo analizar cada idea nueva y puedo asegurarme de que no me estoy repitiendo inconscientemente.

Kinsey Millhone es la detective protagonista de estas narraciones. Ha dicho en alguna entrevista que usted es Kinsey Millhone y que nunca se ha aburrido de ella como personaje literario. Permítame que le pregunte cómo hace para que la una no «mate» o acabe con la otra. Ya sabe que la convivencia es uno de los misterios más díficiles de resolver.

«Estoy enfrentándome a mis demonios cada día de mi vida»

¿Se refiere a si Kinsey Millhone y yo estamos luchando por la supremacía o el dominio? No hay ninguna lucha. Ella dirige mi vida. Gracias a ella, he pasado por innumerables aventuras que nunca habría vivido si ella no me empujara, y he aprendido más sobre los crímenes y los castigos de lo que usted se puede imaginar.

¿Cuál ha sido de todas ellas la novela más difícil de escribir, la más compleja? ¿Por qué?

«S de silencio» es la primera novela de la serie en la que usé múltiples puntos de vista y dos periodos diferentes en el tiempo. Tardé meses en escribir la trama y, al final, fue la única manera que encontré de contar la historia. Desde entonces he seguido usando múltiples puntos de vista, pero soy rigurosa a la hora de asegurarme de que la historia lo requiere. Con «X de…» puede que vuelva a escribir solo desde el punto de vista de Kinsey. Todavía no lo he decidido. El truco es dejar que la historia te dicte la forma de hacerlo.

¿A qué cree que se debe el éxito prolongado del género de novela negra, sin excepción de país o cultura?

Parece que el delito es universal y traspasa todos los límites culturales y económicos. Coja el periódico cualquier día de la semana y encontrará un nuevo capítulo. Asesinatos, desfalcos, atracos de bancos, estafas. Estoy tratando de averiguar por qué las personas no pueden comportarse bien. A lo mejor los lectores están interesados en resolver el mismo enigma.

Centrándonos ya en su trabajo, ¿a qué cree que se debe el éxito personal de su obra? ¿Lo esperaba o le ha sorprendido?

«He aprendido más sobre crímenes de lo que usted se puede imaginar»

No sé si hay un secreto para tener éxito, aparte del trabajo duro, la dedicación y la determinación. Creo que sirven las mismas lecciones para cualquier campo. Cuando empecé la serie, no caí en la cuenta del reto que estaba aceptando. Básicamente, estoy compitiendo contra mí misma y estoy enfrentándome a mis demonios cada día de mi vida. ¿Qué podría ser más divertido?

¿Está de acuerdo con quienes la consideran un autora clásica del género?

No sé qué significa eso. Me encanta la ficción de misterio porque el género tiene innumerables reglas que se establecieron hace muchos años. El reto es trabajar dentro de la estructura de la forma y luego ver cuántas reglas puedes incumplir y salir impune.

¿Usted lee novela negra contemporánea?

Leo libros de misterio contemporáneos. Y también ficción y no ficción clásica, y cualquier otra cosa que caiga en mis manos. Siempre estoy buscando el siguiente gran libro que sale de la imprenta, y a menudo soy la primera de la cola.

¿Con qué autores se queda como fundamentales?

Elmore Leonard, Ruth Rendell, las novelas independientes de Robert Crais, Michael Connelly, Patricia Highsmith, Tony Hillerman.

¿Son mejores autores de novelas negras, de crímenes y castigos ficticios, las mujeres o los hombres?

La belleza de las novelas policiacas es que tanto los hombres como las mujeres son muy buenos escribiéndolas. La palabra «mejor» está relacionada con el talento, no con el sexo.

¿Y a la hora de cometer un crimen, qué diferencia a un hombre de una mujer?

«¿Autores fundamentales? Elmore Leonard, Ruth Rendell, Connelly...»

Depende del delito. Parece que los atracos a los bancos son uno de los delitos preferidos de los hombres. Los asesinatos podrían ser un delito que ofrece las mismas posibilidades; los hombres optan por un contacto cercano y las mujeres prefieren las formas más refinadas, como el veneno. Sospecho que la malversación de fondos es una pasión compartida por cualquier persona a la que se le confíen fondos públicos o privados. La cuestión es que siempre que exista una posibilidad de engañar, alguien va a hacerlo. Solo espero que cojan a todos.

A la hora de investigar, ¿investiga mejor un hombre o una mujer?

No hago esas distinciones. Hay agentes de la ley inteligentes, listos, cultos y dedicados de ambos sexos. ¿Por qué habría que pensar lo contrario?

De esa larga lista de crímenes, capitales y no tanto, que usted recorre en su alfabeto (del adulterio a la venganza), ¿cuál de ellos considera imperdonable?

El homicidio, especialmente el asesinato de niños.

¿Cuál es el delito o suceso, de todos los que usted ha conocido de una manera u otra en su vida real, que más le ha conmovido?

Los delitos no me «conmueven». Lo que mis «prójimos» mortales se hacen los unos a los otros a veces me indigna y a veces me deja perpleja y, de vez en cuando, incluso me divierte. Los delincuentes son a menudo bastante poco profesionales, y la mayoría de las veces los cogen. He oído hablar de atracadores de bancos que pasan notas con sus exigencias a los cajeros con su nombre escrito en el reverso o de ladrones que se dejan sin darse cuenta sus teléfonos móviles en el escenario del delito.

Y de todos los que conoce, ¿cuál es el que más perfectamente ideado, planeado, le ha parecido?

Un delito perfectamente planeado y ejecutado no se descubriría. Ninguno de nosotros puede ni tan siquiera imaginarse el número de veces que un ladrón o un asesino o un defraudador se ha salido con la suya.

¿Concibe un mundo sin crímenes, sin delitos, sin corrupción, sin los malos de siempre?

Puedo concebirlo, pero hacerlo sería una locura y un producto de la imaginación.

¿Qué tiene que decir de los asesinatos masivos que se han convertido en un suceso, en una noticia bastante común en su país?

«Los programas de televisión no son "literatura"»

En mi opinión, no hay nada más espantoso. Por lo general, esos asesinatos brutales y sin motivo son obra de hombres. En ese sentido, parece que existe una discriminación de género. ¿Por qué? No lo sé. La ira. La enfermedad mental. Parece imposible de predecir, y eso es lo que lo hace tan aterrador.

Su detective ha matado a tres personas. ¿Nadie está libre de pecado? ¿Cualquiera puede ser un criminal?

No sé cuál es su definición de «pecado», qué significa para usted. Supongo que todos nosotros hemos realizados actos malintencionados. Mentiras, hurtos. Cualquiera podría ser un delincuente, pero me alegra decir que la mayoría de nosotros somos buenos ciudadanos, que respetan y defienden la ley.

¿Resulta fácil trazar una línea nítida que separe el bien del mal?

Nada que tenga que ver con el delito es fácil o claro.

Usted ha trabajado como guionista de televisión. ¿Ha seguido series de reciente éxito como «Perdidos», «The Walking Dead» y «Breaking Bad», o no las conoce?

Vi la primera temporada de «Breaking Bad» y me asombró lo que pasaba. En realidad, no sigo mucho la televisión, por lo que no me acuerdo de que un programa concreto se emite el martes por la tarde a las ocho o los viernes por la noche a las diez. Prefiero leer un libro. A veces compro una serie completa en DVD y la veo cuando me viene bien.

¿Qué opina de quienes consideran que actualmente se escribe mejor literatura en la televisión y sus series, como las que he citado?

Los programas de televisión no son «literatura». Creo que algunos de los programas actuales están muy bien escritos y son muy entretenidos, pero dudo que sigan interesando a alguien dentro de cien años.

En este último libro, «Kinsey y yo», que está a punto de salir a la venta en España, usted regresa a la infancia, a una familia con problemas, con una madre alcohólica... ¿Era necesario rememorar todo esto, por desagradable que parezca? ¿Tenía alguna deuda que saldar?

Escribí esas historias sobre mi infancia y sobre mi madre en los dolorosos años que siguieron a su fallecimiento. No tenía ninguna intención de vengarme ni de saldar cuentas. Estaba superando el dolor de la única forma que sabía. Con la perspectiva que da el tiempo, puedo ver que esas experiencias me enseñaron todo lo que sé sobre el mundo, y me siento agradecida por ello.

Los padres de Kinsey murieron en un accidente de coche, ¿esto es una venganza literaria por lo que padeció siendo niña?

Durante muchos años, nunca se me ocurrió pensar que la muerte de los padres de Kinsey en un accidente de coche fuese algo más que una historia para explicar que no tuviese familia. Desde luego, nunca hubo una relación consciente en mi mente entre lo que sucedió en su infancia y lo que sucedió en la mía.

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